La característica más ignorada en la persona con quien deseas casarte. Encuentra a alguien que sepa sufrir
Hay una característica vital que deberías buscar en un cónyuge, pero de manera desafortunada se olvida con frecuencia. La característica más ignorada en la persona con quien deseas casarte. Encuentra a alguien que sepa ésto.
Myrna del Carmen Flores
“En la salud y en la enfermedad”. He pronunciado estas palabras en dos ocasiones con la plena conciencia de que la pareja que las repetía, de verdad, conocía su significado:
El primer evento dibujó una sonrisa en mi rostro: ella había resistido, y el matrimonio fue su recompensa del otro lado de la enfermedad. Juntos, como novios, habían franqueado la lucha contra un severo padecimiento. Ahora serían marido y mujer, por lo que sabían lo que significaba la fórmula “en la salud y en la enfermedad”.
El segundo me hizo derramar una lágrima: tenía semanas de vida. La renovación de votos fue un regalo para ella. Casi edité las palabras temiendo que pudieran ser demasiado dolorosas. Pero con una multitud reunida, las incluí como testimonio para todos los que los escucharan decir: “En la salud y en la enfermedad”.
Poca gente reflexiona sobre la enfermedad y el sufrimiento al escoger una pareja. Piensan, más bien, en la manera en que la otra persona podría lucir por las mañanas, o en cuáles hábitos pudiera tener. Piensan también en la descendencia que podrían tener o a cuáles parientes podrían invitar a la reunión.
Sin embargo, pocos alguna vez se hacen y reflexionan en una pregunta vital: ¿puedo sufrir junto a esta persona? Parece el comienzo de otra broma sobre el matrimonio, pero no lo es. Es solo una pregunta, una que cada pareja debería explorar. Porque el sufrimiento es parte de la vida.
Y conforme una persona madura comprende aún más que el sufrimiento no es un incidente aislado, sino un aspecto común de nuestra vida. El dolor se presenta de muchas formas, pero su llegada, temprano o tarde, está asegurada.
CUIDADO: No todos sufren bien
Algunos viven en negación, incapaces de confrontar las profundas realidades de la vida.
Otros viven con desesperación, incapaces de reconocer el punto de convergencia entre la risa y las lágrimas.
Pocos tienen la virtud de sufrir de forma adecuada.
Aquellos que sí sufren de forma adecuada son un manantial de vida y fe.
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¿Quién quieres que sostenga tu mano cuando el análisis médico diga “cáncer”?
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¿En qué hombro te quieres recargar cuando el doctor sentencie: “Hemos hecho todo lo posible”?
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¿Junto a quién quieres estar recostado cuando no sepas dónde está tu hijo, o si alguna vez volverá a casa?
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¿Cuando tu mundo esté de cabeza, ¿en qué ojos te quieres mirar?
Encuentra a alguien que sepa sufrir
Sé que no parece importante cuando la vida es perfecta. Una bella sonrisa es mucho más hermosa que una tranquila determinación. Un interés común es mucho más atractivo que una fuerza interna. Sin embargo, cuando la vida se derrumba, quieres a alguien hacia quien correr, no a alguien de quien quieras alejarte:
- Quieres a alguien que crea en ti.
- Quieres a alguien que te infunda fe, no que te cause dudas.
- Quieres a alguien que tenga esperanza sin importar las circunstancias.
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En la Biblia la esposa de Job respondió a su sufrimiento diciéndole: “Maldice a Dios y muere”. ¿No había sufrido bastante? ¿No era la vida ya bastante difícil? Soportar las penurias era suficiente, pero, además, Job tenía que reprender a su esposa durante su tiempo de lucha. La vida es lo suficientemente dura, no hay necesidad de hacerla aún más difícil.
Escoger a un cónyuge que no sufre de manera adecuada dificulta la vida:
Hace el duelo más profundo.
Vuelve el dolor más punzante.
Cada herida se presenta más honda.
No obstante, cuando nuestro cónyuge sabe cómo sufrir, cuando no vive en negación, sino que confronta la vida; cuando no vive en desesperación, sino que sabe reír y llorar al mismo tiempo; cuando ofrece apoyo y esperanza en cada reto de la vida, cuando tiene un panorama completo de lo que es la vida, entonces:
Cada duelo se une a la esperanza.
Cada dolor se enlaza con el amor, y
cada herida se conecta con la sanación.
Una de las grandes garantías de la vida es que cada persona, cada pareja, va a sufrir. Cuando escojas a un compañero de vida, elige a alguien que sufra de forma adecuada y nunca te arrepentirás.
(Nota del editor: este artículo se publicó originalmente en el blog de Kevin A. Thompson. Ha sido reproducido aquí con el debido permiso).