La ciencia descubre efectos sorprendentes al jugar videojuegos en la adolescencia. ¿Cuáles son?
Si los videojuegos les encantan a tus hijos y sientes que pasan mucho tiempo en la computadora jugando, debes leer este artículo hoy mismo.
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Emma E. Sánchez
En mis tiempos de adolescencia los videojuegos fueron la gran novedad. Juegos como Pac-Man y el ping pong, y aquella primera consola de Atari, eran lo máximo. Llegar a tener uno de esos juegos en casa era el sueño de muchos, pero solamente unos pocos afortunados llegaban a poseer un juego nada más para ellos, y los demás teníamos que conformarnos con compartir uno con los hermanos o hacer fila en “la maquinita de la tienda” para poder jugar por unos minutos.
Hoy, como madre y docente, no deja de sorprenderme la velocidad con la que la tecnología ha avanzado y cómo en la actualidad todos los adolescentes, y hasta niños, tienen acceso a todo tipo de juegos en línea o en sus dispositivos electrónicos personales.
Alrededor del mundo, es preocupación de todos, con mucha frecuencia, la cantidad de tiempo que pasan los muchachos frente a un monitor -nos parece ¡exorbitante!-, y constantemente pensamos que estos videojuegos más que aportarles algún beneficio, están provocando daño a los más jóvenes. Sin embargo, en tiempos recientes, investigadores del Instituto Max Planck para Desarrollo Humano y la Universidad de Medicina Charité de Saint Hedwing-Krakenhaus, en Alemania, publicaron un interesante estudio en el periódico de Psiquiatría molecular, llamado “Jugar Súper Mario induce a la plasticidad de la estructura del cerebro: la materia gris cambia como resultado del entrenamiento con el videojuego”.
En este estudio los investigadores encontraron que:
Los videojuegos incrementan el tamaño del cerebro en ciertas áreas
Nos hacen más inteligentes
Jugar favorece la navegación espacial, la planeación estratégica y el desempeño motor
Simone Kühn, quien dirigió los estudios, mostró que hay una relación directa entre jugar con los videojuegos y el aumento del volumen del cerebro cuando se practican 30 minutos diariamente en adultos durante dos meses. Increíble, ¿verdad? Pero aún hay más: lo más interesante de esta investigación son las aplicaciones que puede tener, por ejemplo, con personas que padecen estrés postraumático, esquizofrenia y problemas de degeneración cerebral.
En conclusión, no es tan malo que tus hijos y tú misma juegues con los videojuegos. ¡Es bueno, inclusive, para tu mente! Pero no te apresures ni te desboques, de modo que ten presente las siguientes recomendaciones:
Dile no a los juegos de violencia explícita
Jugar más de 60 minutos al día puede traducirse en sedentarismo
Combina actividades físicas
Prefiere los juegos de estrategia y de agilidad mental
En lo personal, me relaja jugar en la tarde después de un largo día de trabajo. De hecho, el juego que prefiero me lo recomendaron mis hijas, y esto ha sido otro pretexto para hacer retos, competencias y divertirnos juntas. Jugar en familia, además de desarrollar esta sana competencia y diversión, nos unifica y nos hace interesarnos los unos por los otros, sostener conversaciones que nos alienten a crecer y a ayudarnos mutuamente.
Así que diviértete con tus hijos conociendo lo que juegan y rétalos, ya verás que tú también te divertirás mientras fortaleces tu cerebro.