La crianza de adultos responsables empieza a los 2 años
La crianza es un reto constante, pero de ti depende que tu hijo sea un adulto sano y equilibrado.
Erika Patricia Otero
Crecer, aprender y adaptarse a la vida diaria para un infante de 2 años es complicado. Ya no es un bebé y tampoco es un niño; así que no entiende mucho la dinámica de ser independiente y estar bajo cuidado paterno.
Y es que cuando somos infantes todas nuestras acciones están siempre bajo la lupa cuidadosa de nuestros padres. Es natural, de papá y mamá depende darnos la orientación que requerimos para aprender a vivir de manera equilibrada.
Los terribles 2 años
Los 2 años son la edad de exploración por excelencia. Si bien los niños comienzan a caminar entre los 12 y 15 meses, aun no son completamente independientes. Sin embargo, a los 2 años los niños son más consientes de ellos como individuos.
Está es razón más que suficiente para que deseen comenzar a explorar el mundo. El problema es que no son consientes del peligro latente que les rodea en el mundo exterior.
Es acá cuando la intervención de los padre se hace vital. Los niños deben aprender muchas cosas por sí solos, pero otras deben enseñárselas sus padres; una de estas es que aprendan a distinguir el peligro.
Por esto, cuando un niño comienza a caminar, también empieza la etapa de explorar el mundo que les rodea. De esto no escapan sus juguetes, ropa, mascotas y adornos de la casa. Cuando esto empieza a pasar, los padres comienzan a poner límites y a decir casi de manera incesante “no”.
Ante esta situación, es normal que los niños sufran repentinas explosiones de rabia. Esto es otro tipo de comportamiento que los padres debe corregir a tiempo.
Para los padres es terrible lidiar con un niño que quiere explorar y se irrita cuando se lo impiden. Sin embargo, poner límites es enseñar responsabilidad; un valor de suma importancia si lo que deseas es que tu hijo sea un adulto sensato.
Poner límites a los hijos también es amarlos
¿Qué padre querría que sus hijos pasen riesgos innecesarios? Creo que ninguno.
La tendencia de los padres equilibrados es proteger a sus hijos; evitarles todo peligro, pero cuando se es niño o adolescente no es capaz de entender esto.
Para un niño, que los padres hagan esto, no es más que “no dejarme ser libre”. A los 2 años, la manera de expresar la molestia por los límites y los no reiterativos son los berrinches. Cuando somos adolescentes, la manera en la que mostramos este malestar es rebelándonos y enfrentándolos.
Piénsalo un poco ¿Qué hubiera sido de tu vida si no te hubieran enseñado a tener límites? Quizás irías por la vida asumiendo riesgos innecesarios, arriesgando tu vida sin sentido. Muchos jóvenes viven de esa manera hoy en día y sus vidas no tienen un buen fin.
No digo que debemos tener miedo a asumir riesgos, solo que debemos ser lo suficientemente sensatos para saber qué podemos o no podemos hacer.
¿En qué favorece a un niño tener límites?
La realidad tras esto es que el niño aprende a ser autónomo; es decir, a desarrollar independencia con un conocimiento básico de lo que es correcto o no hacer.
Le enseña a conocer sus propios límites. Ya sea porque es muy pequeño o porque se le dificulta hacerlo, el niño descubrirá qué puede o no puede hacer. Conocerá poco a poco sus fortalezas y debilidades y eso le da herramientas para conocerse a sí mismo.
Conocerá poco a poco que vivir con otras persona tiene reglas que debe cumplir aunque no le guste la idea.
Aprenderán además a ser tolerantes ante la frustración y a ser resilientes cuando las cosas no salen como esperaba.
¿Cómo enseñar límites a los niños de 2 años?
Los límites son necesarios para crear una estructura psicológica que nos lleve a actuar de manera sensata.
Una persona responsable sabe asumir compromisos y cumplir con su palabra. Además, es alguien en quien se puede confiar porque tiene claros sus valores y principios. Esto, como señalaba antes, se enseña desde la más tierna infancia.
Lo primero que debes tener en cuenta, es que el niño de 2 años aun no sabe expresar su frustración; así que lo más común que puede ocurrir es que tenga un ataque de ira.
Si esto pasa, lo peor que puedes hacer es perder el control. Gritar solo te hará ponerte al nivel de tu hijo; por eso, lo mejor que puedes hacer es guardar la calma. Luego, llévalo en privado para hablar fuerte y claro con tu hijo. Es un niño, pero entiende que a veces puede lograr cosas si saca de quicio a sus padres.
Ponte a su nivel. Explícale las razones por las que no puedes darle lo que quiere o no puede hacer determinada cosa. Expónle el panorama claro y adviértele de los riesgos que corre.
Por ejemplo: si se antoja de dulces, explícale porque no puedes dárselos en ese momento. Ahora bien, si lo que desea es trepar un estante, debes explicarle que si lo hace puede caerse y lastimarse.
Si el niño entiende el panorama completo de tu negativa, será más fácil asumir el no. Un “no puedo” o “no puedes” debe tener una razón.