La esclavitud existe en la vida moderna
Después de leer esto me di cuenta de que soy un esclavo. ¿Tienes tú alguna esclavitud?
Diana Cantor Martinez
Alguna vez te has preguntado si eres realmente libre. Me plantee con seriedad esta pregunta tras ver la película Doce años de esclavitud, del director Steve McQueen. El filme recrea la historia de la vida real de un hombre afrodescendiente, que ha logrado escalar una posición social en Nueva York. Este hombre es secuestrado en Washington DC en 1841, y llevado al sur del país para convertirlo en un esclavo por varios años. Más allá de la indignación y de la reflexión que me generó ver la crudeza de la experiencia de vida de muchas personas hace cerca de dos siglos, me pregunté si hoy podemos decir que somos del todo libres. Encuentro, sin embargo, que solo ha cambiado el objeto que nos esclaviza; siento que, de alguna manera, seguimos siendo esclavos.
Identifica en esta nota si algo te esclaviza y cómo fortalecer tu carácter para evitarlo:
Esclavos del teléfono celular, de la computadora, de los videojuegos
Esto es innegable. Un mundo paralelo se desarrolla al mismo tiempo en la vida de muchas personas, un mundo que no ven por estar embebidos, absorbidos, esclavizados en sus dispositivos personales.
Esclavos de las apariencias
Muchas personas mienten por agradar a otros, se inventan vidas que no tienen y viven esclavos de esas vidas que no son suyas.
Esclavos de la pereza, de la falta de iniciativa, de la mediocridad
Suena fuerte, pero en realidad no lo es si se le mira con objetividad. El ser humano posee un potencial incalculable para alcanzar con trabajo, dedicación, fe y confianza en Dios todo aquello que se proponga y desee lograr. Sin embargo, en muchas ocasiones se deja consumir por la desidia, por la inercia, por la pereza; hace las cosas por hacerlas pero, al realizarlas, no entrega su corazón y todo lo que puede dar, y eso marca su existencia. La respuesta que recibe del universo es proporcional a lo que da, a lo que entrega.
Esclavos de los malos hábitos
Muy probablemente, en la búsqueda de ese algo que llene su vacío existencial muchos terminan en las drogas, alcoholizados, caen en la pornografía, en la gula y en muchos otros malos hábitos que esclavizan sus vidas, llenándolas de un vacío cada vez más profundo.
¿Cómo romper las cadenas?
Es tiempo de cambiar la historia, de romper las cadenas, de decir ¡no más! Tu familia, la belleza del paisaje que te rodea y la vida a tu alrededor te reclaman. ¿Cómo lograrlo? En este otro artículo aprende cómo abandonar los malos hábitos, http://familias.com/el-dia-que-te-quieras-abandona-los-malos-habitos
Identifica el objeto que te esclaviza
Reflexiona acerca de la influencia que ese comportamiento tiene sobre tu vida
¿Te gustaría cambiar, ser diferente, dejar atrás eso que te quita voluntad?
Si es así, tienes que ir dando pasos pequeños para lograrlo, pero intentándolo con sinceridad. Plantéate una meta y ve hacia a ella; por ejemplo, ¿pasas muchas horas frente a la computadora haciendo cosas poco productivas? Empieza por revisar cuánto tiempo inviertes; si determinas que lo haces durante tres horas por ejemplo, cuando te sientes nuevamente frente a la computadora revisa el reloj y ponte una meta, apóyate en Dios para ello; ora así, por ejemplo, “Señor, Dios mío, dame tu fortaleza para no estar en esta actividad más de lo necesario, ayúdame a usar bien mi tiempo, dame un sentido de vida, ayúdame a encontrar una actividad que me edifique. Todo lo puedo en Cristo que es mi fortaleza, amén”. Y no permanezcas más tiempo del que te planteaste. En este artículo encontrarás otras formas de obrar un cambio en tu vida.
Refúgiate en el amor de Dios
Pídele con todo tu corazón que te ayude a eliminar de tu vida aquello que no la edifica, pídele que rompa las cadenas que te atan y puedas ser libre. Dios te ha dado potestad, capacidad de dominarte a ti mismo y estoy segura de que si te lo propones y te apoyas en la fortaleza del Creador lograrás extinguir de ti mismo todo lo que te impida alcanzar la felicidad y una vida libre y plena.
Ora a Dios para que te ayude a eliminar de tu vida todo aquello que no la edifica, así puedes lograr romper las cadenas que te esclavizan a una vida sin sentido, porque Dios te ha dado potestad para dominarte a ti mismo.