La esperanza y cómo usar esa fuerza que nos sostiene en momentos difíciles
Erika Patricia Otero
Un antiguo refrán dice que “La esperanza es lo último que se pierde”; con franqueza, yo creo que es verdad.
Todos tenemos problemas; es más, estos parecen ser algo habitual en nuestras vidas. Al ser esto así, deberíamos estar acostumbrados a que una situación preocupante llegue en el momento menos esperado. La realidad es que aunque lo sabemos, la llegada de un problema siempre nos sorprende por su cualidad de inesperado.
La realidad es que pocos son los problemas de los que no vemos una salida fácil. Otros problemas son los que sentimos que nos ahogan y presionan más de lo que creemos ser capaces de soportar. Es en estos momentos que sentimos que estamos a punto de perder la esperanza.
Francamente, temo mucho el momento en que llegue a mi vida una situación que me lleve al límite de mis fuerzas. Para mí, perder la esperanza sería fatal. La esperanza es la “fuerza” que me sostiene para seguir adelante hasta encontrar una solución o el problema se resuelva solo.
A diferencia de la fe, la esperanza es una fuerza anímica positiva que hace que esperemos un resultado favorable. La fe en cambio, es una creencia íntima que nos lleva a confiar en la existencia de una fuerza superior.
No es que una sea más que la otra. Considero que ambas fuerzas como fuente de apoyo y motivación, son válidas para no rendirnos.
La esperanza según la psicología
En la psicología, la esperanza es entendida como un estado mental y motivacional. Desde la psicología positiva es vista como la fortaleza del carácter e incluso un rasgo de personalidad positivo.
La esperanza no es igual al optimismo. El psicólogo Charles Carver explica que el optimismo es la expectativa de que en el futuro sucederán cosas buenas. Además, dice que las personas optimistas niegan la posibilidad de que ocurran eventos malos; de esa manera, solo se enfocan en los aspectos positivos.
Habiendo dicho lo anterior, quiero hacer referencia a 5 ejercicios claves para cultivar la esperanza que da el psicólogo Charles R. Snyder.
1 Ponte metas
Lo que ocurre cuando una persona se pone metas claras es que concentra su atención en lograrlas. Las personas esperanzadas tienen 2 grandes cualidades: se adaptan y confían en sus capacidades. Del mismo modo, saben que el camino que emprendan para alcanzar sus metas tendrá obstáculos. Sin embargo, ellos son capaces de anticipar esos “baches” y por tanto, son sabios al hacer sus planes.
2 Utiliza la incertidumbre como motivación
Sentir incertidumbre es horrible porque es la sensación constante de algo que no termina de concluirse. Sin embargo, algunos psicólogos dicen que las personas esperanzadas usan a favor la incertidumbre como fuerza anticipadora; es decir, da la posibilidad de percibir el éxito.
El anterior aspecto es importante, porque de la misma manera que mientras se logra una meta hay las mismas posibilidades de éxito como de fracaso. Una persona con esperanza se enfocará en el éxito.
3 Fíjate donde pones tu atención
Al igual que las personas optimistas, los esperanzados prefieren dedicar tiempo a enfocarse en situaciones positivas. No es que solo busquen imágenes que los llenen de motivación, pero sí se enfocan menos en eventos difíciles.
Esta manera de actuar lo que hace es ayudarlos a seguir adelante. De otra manera, si ponen su atención en las cosas desafortunadas, pueden perder los deseos de seguir esforzándose.
4 Trabajo en equipo
Para una persona esperanzada el trabajo en equipo es vital porque tiene en quién sostener en momentos complejos.
Cuando las personas trabajan en equipo sienten que se deben al otro. Es como si una causa en común los inspirará a seguir esforzándose.
También es por esa razón que las personas que tienen un fin común terminan aliándose para darse fortaleza entre ellos. De la misma manera, también optan por alejarse de las personas negativas. Las personas con esperanza buscan apoyo, no desanimo.
5 Busca apoyo en la experiencia de otros
Las personas esperanzadas son como quienes quieren comprar un producto y buscan referencias de quienes ya lo compraron.
Básicamente, lo que hacen es fortalecerse de la experiencia de otras personas que antes recorrieron ese camino. El hecho de saber que otros ya triunfaron en esa meta, les colma de una energía que les empuja a seguir adelante.
La fortuna de vivir impulsado por esperanza
La esperanza es como esa luz de un farol que acompaña cuando el camino hacia una meta se hace oscuro.
Sí, a veces el camino se hace tortuoso y se sienten deseos de dejar de esforzarse; sin embargo, si uno cede ante esa debilidad, se pierde la oportunidad de saber qué tipos de resultados hubiéramos obtenido.
Nada se pierde cuando decidimos poner como foco principal de nuestro actuar la esperanza. Perdemos más al darnos por vencidos; ya que esto lo que hace es volvernos pesimistas y poco perseverantes.
Tomemos la esperanza como una fuerza que nos impulsa a salir de nuestra zona de confort. Alimentémonos de la fuerza que nos otorga para lograr cada uno de los propósitos de nuestra vida. Apoyémonos y busquemos ayuda; esto es mejor a darnos por vencidos. Es mejor hacer esto y triunfar, que perder la motivación y fracasar en el intento.