La fe mueve montañas: Lo que estos atletas tienen para enseñarnos de Dios y la fe
Si tienes fe o la has perdido, descubre cómo estas historias cambiarán tu vida.
Yordy Giraldo
La fe y el deporte tienen puntos común, el primero es que ambos creen que no hay imposibles, y existe evidencia de que cuando se unen definitivamente no los hay. En estos días se están celebrando en Brasil los juegos Olímpicos, y entre los nombres que destacan por sus proezas y también por su fe, están Katie Ledecky, Usain Bolt y la chica del momento Simone Biles.
De esta última se sabe que tiene una historia de vida digna de una guion cinematográfico. A los dos años vivía en un orfanato, de donde la rescataron sus abuelos paternos luego de que sus padres perdieran la custodia debido a sus adicciones al alcohol y a las drogas, y fue el deporte quien le permitió dar un salto por sobre las adversidades y encontrarle sentido a su vida.
Existen básicamente dos tipos de creyentes y dos tipos de deportista también. Los que han sido educados desde la cuna en la fe, o que nacen con las cartas marcadas gracias a sus habilidades. Y los que la vida ha golpeado tanto y tan duro que buscan en Dios y en el deporte el consuelo a sus penas. No es de extrañar entonces que uno y otro hagan la pareja ganadora cuando se unen.
La pareja perfecta, el deporte y la religión
La religión y el deporte requieren sacrificios para alcanzar la gloria
Las iglesias ve en el sacrificio una forma de exorcizar nuestros demonios, el deporte también. Si de algo conoce un deportista es de esforzarse más allá de sus capacidades y descubrir que aún le quedan más para dar.
El cuerpo humano como un templo
Dentro nuestro habita la fortaleza espiritual, la voluntad, la determinación o cómo gusten llamarlo, capaz de mover todo lo que somos por fuera. Cuidar de él por dentro y por fuera es algo que desde siempre ha predicado la religión y el deporte también.
Ambos viven entregados para lo que creen
De otro modo no sería posible renunciar a tantas cosas, muchas de ellas incluso verdaderas tentaciones. Pero la idea de que lograrán al final inmortalizarse a través de la realización de sus sueños es lo que hace que todo valga la pena.
Ambos definen el carácter
La religión promueve comportamientos, prácticas, valores que buscan la adhesión de sus feligreses y el entrenamiento deportivo busca exactamente lo mismo. En ambos casos compartir esos ideales son los que fortalecen el carácter, algo indispensable para un deportista de alto rendimiento.
Despiertan el sentido de pertenencia
Al inicio mencioné que existen personas que llegan a la fe o al deporte como una salida a sus experiencias de vida, pues este punto corresponde a ese comentario. Tanto las iglesias como los recintos deportivos ofrecen la posibilidad de sentirse parte de ellos, y ese es un gran atractivo para quienes fuera de ellos sienten que no tienen nada.
Kyle Snyder, luchador estadounidense, el más joven en ganar una presea en este deporte. Steven López, de padre nicaragüenses, uno de los atletas más condecorados del Taekwondo, Juan M. Del Potro, tenista argentino, este 2016 dejó fuera al número uno del mundo. Mónica Puig, tenista puertorriqueña, primera en ganar una medalla de oro en la historia de ese país, todos ellos son la prueba de que la fe en lo que sea que la pongas puede mover montañas.