¿La mujer, inferior al hombre? Equidad de género desde casa

Esta es una guía práctica para que puedas promover la equidad de género en el hogar desde la primera infancia.

Marta Martínez Aguirre

“Arroz con leche, me quiero casar, con una señorita de San Nicolás, que sepa coser, que sepa bordar…” Así reza una canción infantil que no deja de ser eco de una violencia de género históricamente ejercida.

Los griegos sostuvieron que las mujeres éramos inferiores al hombre por naturaleza. Los romanos nos concedieron un estatus social bajo. Algunos padres de la Iglesia dijeron que solo el hombre fue creado a imagen de Dios. Pablo prohibió que enseñáramos en la Iglesia. En la Edad Media, por tener un gato negro, ojos verdes y tomar infusiones de hierbas, ya éramos candidatas a la hoguera; por lo cual agradezco a Dios haber nacido en 1963, dado que cumplo con los tres requisitos y soy de ascendencia vasca, lo que empeora aún más la cosa.

Con la Revolución Francesa no cambió nada, y Olympia de Gouges, quien abogó para que a las mujeres nos reconocieran nuestros derechos, fue considerada delincuente por tal osadía y llevada a la guillotina por orden de Robespierre, mientras que sus compañeras, que apoyaban el reclamo, fueron recluidas en un hospicio para enfermas mentales. En 1804, con el Código Civil napoleónico se nos delimitó el hogar como único recinto del que éramos dignas. Y así, a lo largo de los siglos se nos prohibió el voto, el sacerdocio en las iglesias, el disfrute en las relaciones íntimas, y todo lo que ya sabemos.

Las mujeres somos la mitad de la población mundial, pero nuestra participación a nivel laboral es menor que la de los hombres. Recibimos menos ingresos realizando el mismo tipo de trabajo. Hay evidencias de que en América Latina los ingresos alcanzados por una mujer son empleados en su totalidad para beneficio del hogar, mientras que los hombres contribuyen con solo una porción de sus ingresos al fondo familiar, utilizando el resto para beneficio personal. No tenemos las mismas oportunidades en las decisiones a niveles económico y político. La violencia doméstica va en aumento. La violencia sexual se hace presente en las noticias a toda hora, y trasciende casos individuales para penetrar en el entramado social.

La base de la violencia contra la mujer está en el orden del poder, como diceMichel Foucault, poder que está en todo; se hace presente en la esfera pública, privada, vincular y cotidiana. Poder, control, dominación, que trasciende el cuerpo, el psiquismo, el alma y daña el entramado social. Así, hay relaciones de poder asimétricas, en todas las esferas. Si logras comprender que el poder no es una propiedad (no se posee), que es una estrategia (se ejerce) y que no está fijo en un lugar o en alguien, sino que circula, entonces puedes modificar la inequidad y producir libertad para ti y tus hijas e hijos.

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En los primeros años se siembran las actitudes que se desarrollarán en la segunda infancia, y que se afianzarán durante la adolescencia. Por esta causa, mira cómo puedes ayudarles a crecer en equidad de género y sin violencia hacia otros:

A. Desarrolla su autoestima, sea niño o niña

  1. Ama a tu hija, hijo, por lo que es. Dale todo tu amor de un modo verbal y no verbal (gestos, miradas, sonrisas, abrazos), por el simple hecho de ser quien es, no porque sea el mejor o la mejor en algo.

  2. Ten expectativas positivas independientemente del sexo. “¡Tienes todo el talento para ser un gran bailarín de ballet!”, “¡estoy segura de que serás una excelente bombera!”.

  3. Resalta sus características personales positivas. “¡Cómo disfruto de tus ojos color café, tan dulces!”, “¿te he mencionado que aprecio tu esmero por mantener los juguetes en buen estado?”, “te felicito porque, aunque no has tenido un buen día, fuiste capaz de compartir una tarde de juego con tus primas”.

  4. Enséñale a disfrutar de los logros alcanzados. “¡Mira qué hermoso te ha quedado ese dibujo!”, “¡qué maravilloso cuánto has ahorrado!”, “¡has vuelto a bañarte solo!”.

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B) Promueve la tolerancia

  1. Cuida el lenguaje. No utilices etiquetas y estereotipos ante personas diferentes en función de sexo, raza y edad.

  2. No promuevas la revancha. Ayuda a que resuelvan los conflictos a través del diálogo y la búsqueda de nuevas alternativas

  3. Sé empática y fomenta la empatía en ellos. “Puedo comprender lo apenado que estás por el juguete roto, y tus deseos de golpear a tu hermano, pero ¿piensas que podrías hablar con él y expresarle tus sentimientos al respecto?, mientras él te pide disculpas”.

C) Evita la discriminación en función del sexo

  1. Invítalos a colaborar en las tareas del hogar. “¿Sabes, Tomás, hacer un dobladillo?, puede serte útil cuando yo no esté cerca de ti”, “María, ¿piensas que puedes darle una mano a tu padre? Toma ese rodillo y ayúdale”.

  2. Apoya la igualdad de oportunidades. “Tu hermana también merece aprender un deporte, así que nos sentaremos a establecer un plan de ahorro”.

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  3. Evitar el uso de expresiones sexistas. “Esto es de maricas”, o “solo un hombre puede hacer aquello”.

  4. Asume que los varones pueden ser: prolijos, pasivos, temerosos, tiernos, hogareños, seductores, soñadores y llorones.

  5. Asume que las niñas pueden ser: fuertes, valientes, osadas, decididas y enérgicas.

D) Enséñales a resolver los conflictos

No pierdas el control frente a ellos,no olvides poner límites, enséñalos a ser responsables; no insultes o descalifiques, y cede en aquellas cosas que pueden ser negociables.

E) Promueve los derechos

“NO” es un derecho individual, así que no tienes que ceder ante lo que otros digan. De este modo podrán defender sus ideas, creencias y espacios, y sentir que tener opiniones distintas y decidir por cuenta propia es importante. Del mismo modo, enseña a aceptar una negativa de parte del otro como un derecho fundamental de cualquier ser humano.

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La violencia sobre las mujeres en todas sus facetas recorre las páginas de la historia, desfila por las calles de la sociedad, penetra las paredes de los hogares y se enquista en todos los ámbitos; sin embargo, tú tienes el poder de marcar en la educación de tus hijos e hijas la equidad de género.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: