La mujer que quería ser la más obesa del mundo
Mientras el común de las personas tiene diferentes estados de ánimo, las personas tóxicas, felices o tristes, siempre quieren y viven para controlarnos.
Yordy Giraldo
Paty Sánchez es una mujer de 52 años que hasta hace no mucho tiempo tenía como meta personal ser la más obesa del mundo. En la actualidad ha desistido de tamaña idea y de la mano de su actual pareja ha logrado bajar 264 de las 661 libras que pesaba y que, según cuenta, fueron resultado de la influencia de su ahora expareja en su vida.
Para llegar a este peso la mujer, originaria de Nevada -oeste de Estados Unidos-, necesitó de tres cosas importantes: una baja autoestima, que le impidió cortar por lo sano una relación que la estaba lastimando; una pareja dañina a la que no le importó utilizar su dominio para llevarla al límite arriesgando su salud y, por último, ingerir alrededor de tres mil calorías por día.
Ante la noticia sobre cómo fue que Paty alcanzó tales medidas, las críticas no se han hecho esperar: para muchos parece inconcebible que alguien pueda hacer caso a un tercero que de forma tan evidente nos está dañando, pero muchos de ellos olvidan que casi todos lo hacemos. Las relaciones tóxicas existen, y no sólo de un tipo, sino de muchos y cada una daña de distinta manera.
La explicación de por qué terminamos siendo presa de estas personas es bastante simple, algo en nuestro carácter o circunstancia es el caldo de cultivo perfecto. Puede ser baja autoestima, dependencia, influencia sobre nuestro proceder, pero sobre todo la insistencia de terceros. Mientras el común de las personas tiene diferentes estados de ánimo, las personas tóxicas, felices o tristes, siempre quieren y viven para controlarnos.
Cinco tipos más comunes de relaciones tóxicas
“Tú mandas, yo obedezco”
Este es el caso de Paty. Este tipo de relaciones se caracteriza porque sólo uno de los miembros de la pareja toma las decisiones por los dos, y la otra persona sólo se limita a asentir aun cuando no esté de acuerdo. Es más común de lo que pensamos, y quizá muchos nos encontremos en una de esas relaciones en este momento. Bajo el argumento de los roles, los estereotipos o el miedo a la soledad tendemos a aceptarlas, pero en algún punto o nos asfixia o termina por quebrar nuestra voluntad.
“Sin ti me muero”
O al menos eso nos hacen creer, aunque no siempre ese es el argumento. Pero lo cierto es que, definitivamente, buscan hacernos sentir culpables de todas nuestras acciones. La manipulación es el pan nuestro de cada día para estas parejas, quienes dan la impresión de vivir en función de nosotros, pero en realidad es al revés, somos nosotros quienes vivimos en función de ellos.
Aman una idea que nunca se materializa
Muchas personas no son felices en sus relaciones, pero tampoco son capaces de pasar de ellas, porque lo que realmente los domina es el ideal que tienen alrededor de ese vínculo. Saben que están estancados, pero no se mueven porque están a la espera de un milagro que las más de las veces nunca llega. Estas relaciones son dañinas sobre todo porque lo que provocan es estancamiento, frustración y rencor.
“No te amo, te temo”
Aunque no se parece al amor, el miedo, cuando es muy intenso, adquiere una característica que lo hace tremendamente peligroso, y es que nos paraliza. El amor nos hace valientes casi siempre, pero el miedo siempre nos hace cobardes. Al menos cuando lo dejamos que nos domine, y esa es la verdadera toxicidad de estas relaciones, y el motivo de que logren convencernos hasta de lo que no queremos.
No es amor, ni miedo; es un vacío
Estas relaciones son una farsa de principio a fin. Los sentimientos que se presumen no son reales, las bases de la relación tampoco; se trata, sobre todo, de egoísmo. La persona que propicia este tipo de romances lo que está buscando es llenar su vida con la presencia de este otro que seguramente provee ciertos estímulos que pueden ser materiales o emocionales que son los que lo motivan a no querer salir de allí.
En el caso de Paty, el amor de una persona tóxica casi la sepulta, pero se dio cuenta de que esa unión de los dos caducó como caduca la comida que es vieja. Esta vez Cupido ha puesto en su camino a una persona que, lejos de transformarla en un problema, busca hacerla sentir cómoda de nuevo en su propia piel. Dejó de interesarle ser la más obesa del mundo y ahora sólo quiere recuperar su vida y de paso, su salud.