La violencia doméstica: Identifica el proceso, sal del círculo
Lo único que debes saber sobre la violencia doméstica, es que quien te maltrata, no te merece.
Yordanka Pérez Giraldo
Cuando hablo de que he vivido violencia, por lo general las personas me ven con cara de “¿Por qué lo permitiste? Yo nunca permitiría algo así”. Y tienden a culparme de mi suerte, por haber consentido eso. Sin embargo, quienes estamos o hemos estado en esta situación sabemos que no se trata de que nos guste ser maltratados, mucho menos que eso sea lo que queremos para nuestra vida. De hecho, la verdad es que quienes viven esa circunstancia son personas muy infelices con sus vidas y deseosas de salir de ese mundo.
El problema no es falta de voluntad para salir de esa zona de guerra que es una vida con violencia. El problema es que no sabemos cómo hacerlo, porque quienes nos someten son, para empezar, personas a quienes hemos confiado nuestra vida, en quien se supone creíamos y con quien tenemos un vínculo afectivo. El problema también es que esas personas han dedicado tiempo y toda su astucia para someternos física y emocionalmente, porque el proceso para violentar no es cosa de un día. Si así fuera, efectivamente nadie, pero nadie permitiría algo así.
Reconociendo la violencia
Quien se adueña de nuestra voluntad nos hace dependientes, creando la ilusión de que quienes son dependientes de nosotros, son ellos. Para esto, nos hacen sentir culpables de nuestras decisiones, nuestras actividades, nuestra independencia. Y as,í en nuestro deseo de ayudarles, de estar para ellos, de demostrarles amor y lealtad, nos aislamos convirtiéndolos en centro de nuestro universo.
Es común que dañen nuestra autoestima con comentarios misóginos y ofensivos. Uno recurrente en contra mía era que yo no podía pensar y respirar al mismo tiempo, así que, si me tocaba valerme por mí misma, lo más seguro es que terminaría en la calle. Lo más cercano a un cumplido era decir que era buena cocinera, que no chef, porque chefs son los hombres.
Cuando han tanteado el terreno con descalificativos y ofensas y aún seguimos allí es cuando viene la escalada, digamos es la señal de que estamos dispuestos a aguantar más, y es cuando la agresión física se hace presente, primero es sólo una demostración de fuerza, algo que una excusa y una disculpa pueda tapar, luego las excusas y las disculpas para cubrir lo que nos hacen serán nuestras.
Alguna vez platicando con una amiga, decíamos que el proceso de violencia es como domesticar a una pulga. Estos animalitos son capaces de saltar hasta casi dos metros de altura, sin embargo, para amaestrarlos los ponen dentro de un frasco, de tal manera que cada que quieren dar el brinco, topan con pared. Un día, cuando las sacan del frasco, son incapaces de saltar más allá de la altura del recipiente.
De eso se trata la violencia intrafamiliar, y para salir de ella hacen falta dos cosas: haber tocado fondo, y recibir ayuda de todos nuestros seres queridos. Así como ser sometidos toma tiempo, revertir el proceso puede ser incluso más complicado, porque reparar la fe en nosotros mismos requiere de todas nuestras ganas y nuestras fuerzas.
¿Cómo salir de una relación de violencia?
Busca ayuda profesional
Dicen que quien te daña una vez lo hará siempre, y si me preguntan, les diré que mi experiencia confirma este dicho. Sin embargo, se vale querer salvar nuestra relación, así que si aún quieren intentarlo, lo mejor es buscar ayuda profesional tanto para él como para ella. Si el agresor no está dispuesto a enfrentarlo, creo que eso lo dice todo.
Convéncete de que puedes superar el dolor
Debes estar convencida de que ya no deseas más esa vida, y debes confiar en que, después de tanto dolor, sólo hay una opción posible, y es que mejore. Para quien ha vivido violencia, la Ley de Murphy no aplica, porque ya nada puede ser peor. Pero es justo cuando se ha llegado a ese punto, que encontrarás las fuerzas para salir adelante.
No calles lo que te pasa
Cuéntale a tantos como puedas, de ese modo dejará de ser un secreto y podrás procesar tu dolor, concientizarlo y dar el primer paso para que deje de lastimarte. En el momento en que dejas de darle poder a un agresor, deja de ser poderoso. Nuestro miedo es lo que los alimenta.
Recupera la relación con tus familiares y amigos
El aislamiento es su mejor arma, así que sal de casa y recupera tu vida, tus amigos, la convivencia con tu familia.
Ocúpate en algo que te guste
Comienza a realizar una actividad que sea para beneficio tuyo: hacer ejercicio, aprender algo nuevo, ¡bailar! Esto reforzará tu confianza y voluntad, y pronto descubrirás nueva seguridad en ti.
Ve creando tu plan B
Ya sea solicitando ayuda a tus más cercanos para conseguir un trabajo, para que te den alojamiento temporal, haciendo tu propio “guardadito”, o lo que sea: la idea es que tengas una idea de qué hacer para no continuar sometida a una vida que ya no deseas más.
No des lugar a nuevas agresiones
Cualquier acuerdo o platica con la persona que te violenta, debes hacerlo en lugares públicos, con testigos, de manera que no te pongas en una situación vulnerable y no cuentes tus planes hasta que ya los lleves a cabo.
No te veas como una víctima
Simplemente es una circunstancia de vida como cualquier otra, como tantas otras que son igualmente difíciles. Piensa que ésta, a diferencia de muchas otras pruebas de vida, tiene solución y está en tus manos. Basta dar el primer paso, luego todo se vuelve mucho más fácil.
Y no sientas miedo de amar, ni de permitirte ser amada, pero recuerda en lo futuro las palabras de la poetisa nicaragüense, Gioconda Belli: “El amor de mi hombre no querrá rotularme y etiquetarme, me dará aire, espacio, alimento para crecer y ser mejor, como una revolución que hace de cada día el comienzo de una nueva victoria”.