Las cargas te ayudan a ser feliz
Una camioneta 4x4 funciona mejor con cargas pesadas. ¿Es posible que pase lo mismo con nuestras vidas?
Denhi Chaney
Entre las muchas cosas que compartimos como seres humanos es que todos tenemos cargas: unas livianas, otras tan pesadas que juramos que nos van a romper la espalda; pero al fin y al cabo son cargas, y todos las vivimos. Sin embargo, aunque todos las tenemos no todos lidiamos con ellas de la misma forma: en tanto que unos siguen con su vida mientras atraviesan por una situación difícil, otros muchos deciden sobrevivir y, como se ha dicho ya, deciden esperar a que asome el arcoíris en lugar de aprender a jugar en la lluvia.
El aprender a jugar en la lluvia es una habilidad que se desarrolla entendiendo que las cargas tienen su propósito, un propósito tan noble que es justo decir que sin nuestras cargas NUNCA seríamos felices. El líder religioso David A. Bednar cuenta esta historia, que lo explica a detalle: “Tengo un querido amigo que, en los primeros años de su matrimonio, estaba convencido de que él y su familia necesitaban una camioneta de tracción 4×4… Al poco tiempo de haber comprado el nuevo vehículo, mi amigo quería demostrar la utilidad de la camioneta y justificar sus razones para comprarla, por lo que decidió que cortaría y transportaría una carga de leña para su casa. Era otoño y ya había caído nieve en las montañas donde planeaba encontrar la madera. Al conducir montaña arriba la nieve se hacía cada vez más profunda. Mi amigo reconoció que las condiciones resbaladizas de la carretera representaban un riesgo, pero con gran confianza en la nueva camioneta siguió adelante. Tristemente, mi amigo avanzó demasiado por la nevada carretera. Al desviar la camioneta hacia un lado del camino, donde había decidido cortar la leña, se quedó atascado. Las cuatro ruedas de la camioneta nueva patinaban en la nieve. Reconoció de inmediato que no sabía cómo salir de esa situación peligrosa, y se sintió avergonzado y preocupado. Mi amigo decidió: ‘Bueno, no me voy a quedar aquí sentado’. Salió del vehículo y empezó a cortar leña. Llenó completamente la parte trasera de la camioneta con la pesada carga y luego decidió que intentaría salir de la nieve una vez más. Al poner la camioneta en marcha y empezar a acelerar, comenzó a avanzar lentamente. Poco a poco, la camioneta salió de la nieve y quedó de nuevo en la carretera. Finalmente, era libre para volver a casa, ahora como un hombre feliz y humilde”.
Esta sencilla pero poderosa historia nos ensena muchas verdades acerca de nuestras cargas.
1. Son necesarias
Para decirlo de forma sencilla y clara: necesitas de tus cargas si quieres vivir en lugar de sobrevivir. O en el contexto de la historia, según Bednar, “fue la carga de leña lo que le dio la tracción necesaria para salir de la nieve, para colocarse de nuevo en la carretera y para seguir adelante… Fue la carga lo que le permitió regresar a casa con su familia”. Nuestras cargas nos proveen la tracción necesaria, por así decirlo, para aprender a vivir y saborear los momentos que la vida nos da. Sin cargas no habría vida que vivir.
2. Nos proveen de felicidad
Tan solo al experimentar lo amargo podemos reconocer lo dulce, y es por esto que nuestros desafíos nos abren la puerta a la felicidad y el gozo. “A veces, quizás pensemos erróneamente que la felicidad consiste en no tener cargas –abunda Bednar–; pero llevar una carga es un elemento necesario y esencial del plan de felicidad”.
3. Nos convierten en mejores personas
Una vida en la que no tenemos que hacer ningún esfuerzo ni sufrir ningún dolor está destinada a crear al hombre o la mujer más egoísta de este mundo. Nuestras cargas liman las asperezas de nuestra alma, y nos invitan –y muchas veces fuerzan– a desarrollar lo humilde, lo paciente, lo comprensivo y lo amoroso; en verdad, nuestras cargas nos convierten en mejores personas.
Mientras nadie ha dicho que el pasar por vicisitudes es placentero, aprendamos a apreciar su valor, puesto que es infinito. Démosle la bienvenida a nuestras cargas, ya que traen consigo la posibilidad de vivir, de ser felices y de mejorar nuestras imperfecciones.