Las enseñanzas de la adversidad nos ayudan a bien vivir
Si te ha tocado perder a un ser querido, este artículo es para tí. Perder a tu papá es una situación muy difícil, sobre todo si pasó cuando eras niño. Pero hay una esperanza, lee más aquí.
Maia Fernandez
De pequeña me encantaba que papá y mamá me acompañaran juntos a dormir. No sabía que en pocos años él ya no estaría físicamente con nosotros. Nadie está preparado para perder a un ser querido, máxime cuando se es niño. Y menos al papá, o a la mamá. Fue una época muy difícil para todos. Es cierto, hay manuales que enseñan a superar el duelo por viudez, pero a mi mamá, que tuvo que enfrentarse a esa nueva realidad y afrontar sola nuestro cuidado, eso la fortaleció como mujer. En cuanto a mis hermanos, eran de muy corta edad y yo tan solo tenía once años. Sin embargo, a todos nos costaba entender lo que sucedía tras cuatro años de ver a papá enfermo, esperanzados en que iba a curarse.
A los seres humanos nos resulta difícil comprender la muerte, y más, lo reitero, a los niños. Pero, a través de los años, y con ayuda psicológica y espiritual, pudimos salir adelante. Puedo decir que esa terrible situación nos ayudó a unirnos como familia. En lo personal me llevó a entender muchas cosas que me hubiera llevado más tiempo, al verme obligada a crecer de golpe, a enfrentar el duelo en la infanciaal ver la crudeza de la vida así, por decirlo de algún modo, sin anestesia.
No todas las madres saben cómo hablar a sus hijos acerca de la muerte. Por ello quiero compartir con ustedes las cosas que aprendí de esta experiencia:
1. Perder el miedo
Poco a poco fui perdiendo el miedo a la muerte de todos mis seres amados, y aprendí a disfrutar cada momento con ellos.
2. Asombrarme
Comencé a hacerme muchas preguntas acerca de los misterios de la vida y de la muerte. Y preguntarme me llevó a ser una buscadora espiritual, a interrogarme en forma constante, a investigar para encontrar respuestas.
3. Fortalecerme
Superar la muerte de mi padre me condujo a poder ver los problemas de la vida con menos peso, con menos dramatismo y me fortalecí, como también lo hicieron mi madre y mis hermanos.
4. Expresar el amor
Aprendí que hay que decir “Te quiero, te amo” todos los días. Nunca deben faltar las demostraciones de afecto, como besos y abrazos.
5. Conocer la verdadera amistad
Descubrí que tenía grandes amigos que estaban dispuestos a acompañarme en las buenas y en las malas.
6. La vida es una escuela
Todo lo que nos sucede, por más doloroso que pueda ser, tiene una enseñanza para darnos. Ver la existencia como un salón de aprendizaje nos ayuda a ser más reflexivos, más despiertos y estar atentos a todo lo que nos rodea.
Para finalizar: La tanatología nos enseña que, si has pasado por lo mismo o por otras situaciones difíciles, todo dolor, por terrible que sea, puede ser superado, no es eterno, aunque hay cosas que es bueno saber para sobrellevar la muerte si hay un deceso y en la casa hay pequeños. No quieras que desaparezca la tristeza de golpe, vívela, llora todo lo que tengas que llorar. Algún día te despertarás y será una hermosa mañana de sol. Hay una historia muy conmovedora que me contaron una vez: cada 30 años, las águilas, para cambiar de plumaje, deben someterse a un proceso doloroso de renovación. Para esa edad su pico y sus garras se han deteriorado, ya no les son útiles para cazar a sus presas. Entonces se dirigen hacia lo alto de una montaña en busca de refugio. Allí comienza a golpear su pico contra la pared para arrancarlo. Luego espera a que le crezca de nuevo. Cuando esto sucede comienza también a arrancarse las uñas. Luego de 150 días ya está renovada y lista para vivir 30 años más. Así como el águila, que para cambiar de plumaje debe someterse a un doloroso proceso, esas circunstancias tan dolorosas que nos toca vivir sirven para fortalecernos y, al mismo tiempo, para sensibilizarnos con la vida, amarla, disfrutarla y para ayudarnos y ayudar a otros a vivir mejor.