Lo que debes saber si crías a tus hijos lejos de tu familia
“Donde Dios nos planta, es el mejor lugar para florecer” ¿Cómo sobrellevas tu vida lejos de tus familiares?
Emma E. Sánchez
Nosotros apenas teníamos un año de casados y una bebé recién nacida cuando mi esposo fue promovido a un mejor puesto en la empresa para la que trabajaba. Se trataba de una gran oportunidad con una excelente mejora económica y de desarrollo profesional, así que no lo pensamos, y comenzamos a hacer las maletas.
Llegamos a una nueva ciudad donde simplemente no conocíamos ni una sola persona. Vivimos dos semanas en un hotel hasta que pudimos rentar un pequeño departamento, entonces nos mudamos y nuestra nueva vida comenzó.
La primera semana pasó muy rápido y casi ni lo noté, pues me dediqué a recibir la mudanza, acomodar todo, y me sentía sumamente feliz de poder descubrir todo. Cuando mi esposo regresaba por la tarde solíamos dar una vuelta y comenzar a recorrer, para saber dónde estaba el supermercado y todo lo necesario.
A los 15 días de nuestro cambio de ciudad ya tenía amistad con mis vecinas y con personas de la iglesia
En una llamada con mi mamá, me manifestó mucha preocupación por saber si estaba extrañando mucho a la familia, la comida y las cosas de casa. Tras pensarlo un poco, le dije que no, que todo estaba muy bien.
Años más tarde, nos volvieron a mudar a otra ciudad aún más lejana de nuestra casa paterna; ahora nos mudábamos con tres hijas adolescentes, y nuevamente en poco tiempo hicimos amistades. Tras pasar 16 años en esta otra ciudad, puedo decirte que yo no sufrí estar lejos de mi familia.
Justamente platicaba yo mi experiencia con algunas amigas, cuando una joven madre que nos escuchaba se unió a la conversación diciendo lo mucho que ella está sufriendo por estar lejos de su familia criando su propia familia.
Esta joven mamá lleva un mes en la ciudad y aún no tiene amigas, extraña mucho a su familia y se siente muy sola en la ciudad, sin sus parientes cerca.
¿Qué hace la diferencia entre nuestras dos experiencias?
Si me permites, te voy a compartir algunas cosas que hicieron la diferencia en mi experiencia durante todos estos años que he vivido lejos de mi familia, y mientras crié a mis hijas.
Tu actitud es todo
Independientemente de las razones por las cuales estás lejos de tu familia, tu actitud es lo que hará que te adaptes y triunfes o fracases en tierras lejanas. Tu actitud positiva es lo único que hará la diferencia. Ten buen ánimo, sonríe y comienza a tener pequeñas conversaciones con tus vecinos, los comerciantes de tu barrio, y verás que pronto estarás rodeada de gente amable que te abrirá sus puertas.
Intégrate, nadie lo hará por ti
Ya sea por la escuela de los niños, el trabajo de tu esposo, tus vecinas, la comunidad, la iglesia o el lugar donde compras tu comida, tú eres la que formará amistades, tú te integrarás y le darás a tus hijos amiguitos, y podrán tener grandes comidas y paseos; pero tú eres la que busca integrarse o quedarse sola en casa lamentándote estar lejos de los tuyos. Inscríbete a una clase, ofrécete como voluntaria, siempre hay oportunidades para convivir con otros.
Tú eres el eslabón que unirá a tu familia con la sociedad. Tú eres la pieza fundamental
Conéctate con tu familia
Hoy en día no hay pretextos, la tecnología nos ha provisto de muchas formas de comunicarnos y hacernos presentes. Programa video-llamadas, visitas, escribe con frecuencia, haz cartas familiares, o grupos de chat ¡Usa tu creatividad!
Los pretextos de sentirte sola están en tu cabeza. Toma acciones concretas, esto también mantendrá tu mente ocupada evitando sentirte triste.
Busca grupos de madres como tú
Cada vez hay más oportunidades para conocer gente, clubs de lactancia, círculos de lectura, equipos deportivos, sociedad de padres de familia del colegio, voluntariado, ¡Hay tantas oportunidades! Busca trabajo o ayudar a otros, encontrarás amigos que se volverán familia, te lo garantizo.
Criar a los hijos siempre será mejor si tienes una red de amigos y gente solidaria, mis hijas no se criaron con los primos de sangre, pero los hijos de nuestras amistades cubrieron esa parte, hoy ellas tienen tíos y tías en 3 diferentes ciudades.
Tu familia es tu prioridad
Un error que muchas mujeres cometen es estar demasiado preocupadas por sus padres, sus hermanos y personas que dejaron atrás, olvidando a los seres amados que sí tienen cerca. Piensa un poco y encontrarás que tu prioridad son tus hijos y tu esposo, tu propia familia. Si no separas esto, estarás condenada a mucha tristeza y no lograrás ver todo lo maravilloso que tienes cerca de ti. En tu propio hogar encontrarás mucho por hacer ¡ya lo verás!
Vence los apegos enfermizos
Si tú lloras por tu papá o tu mamá tal vez tienes un problema con tus apegos o tu madurez, si no puedes manejar la separación normal y solo quieres volver a tu casa, amiga, busca un profesional en psicología.
Conviértete en una mujer adulta
Dicen que uno nunca se convierte en un adulto verdadero hasta que sus padres fallecen, aquí no es necesario llegar a esos extremos para que madures y tomes las riendas de tu vida. Tú puedes con éste y cualquier otro desafío. Sobreponte, acepta la situación y verás que todo comenzará a fluir mejor que nunca.
Visita a tu familia
Programa viajes para ir a verlos o para que vengan a verte, será divertido, ya lo verás. Solo una recomendación: disfruta visitarlos y pronto regresa a casa, si prolongas las estancias con tus familiares, muy probablemente se te dificultará volver a empezar una y otra vez la vida en tu propio hogar.
Toma la mejor decisión
Yo digo que siempre hay vuelta atrás, si definitivamente no puedes tras intentarlo y ya no estás dispuesta a sacrificarte, valora junto con tu esposo si es necesario regresar y entonces actúa. Aquí lo que no se vale es sufrir, no hacer nada y dañar a otros. Junto a tu pareja piensa en los pros y contras de estar lejos ¿Mejorará la situación económica? ¿Perderán algo? ¿Qué es lo qué ganarán?
Mi hija mayor se casó y se fue a vivir a otra ciudad con su esposo y ¿Sabes? Nada hay más divertido que tenerlos de visita y escuchar todo lo que están aprendiendo y los muchos amigos que han hecho. Cada vez que nos visitan en vacaciones, los disfrutamos, y cuando nosotros podemos, también vamos a verlos.
Con frecuencia la vida nos lleva a otras tierras, lejos de los que amamos, pero siempre recuerda esta frase: “Donde Dios nos planta, es el mejor lugar para florecer”