Lo que hemos perdido con las nuevas tecnologías… ¡A recuperarlo!

Este artículo invita a reflexionar y a recuperar lo esencial de la vida, que se ha perdido por el avance tecnológico.

Diana Cantor Martinez

Aunque no siempre en beneficio de la humanidad, gracias al cielo están a nuestro servicio. Me refiero a internet, los biocombustibles, las pruebas de ADN y el mapeo del genoma humano, a los teléfonos celulares y las computadoras, que son, entre otros, los descubrimientos más importantes de los últimos cincuenta años. Al reflexionar en lo que hemos ganado, en especial en materia de nuevas tecnologías, pienso también en lo que hemos perdido y me pregunto, ¿existirá algún punto de retorno? Si así fuera, qué hermoso resultaría regresar a muchas cosas bellas y necesarias que se han perdido:

  • El contacto físico con los seres queridos. Es quizás el costo más alto que hemos tenido que pagar por esta evolución tecnológica. Claro, a través de las redes sociales ganamos la posibilidad de mantenernos en contacto con nuestros seres queridos distanciados en la geografía; pero, ¿qué sucedió con las personas con las que convivimos a diario? Sumergidos en los juegos de video, en la televisión satelital o en los teléfonos celulares inteligentes nos hemos perdido, ya nadie reconoce al que tiene a su lado, vivimos en un mundo casi personal. El celular y la computadora son una extensión de nuestra personalidad, y se derrumba el mundo si uno de los dos falla.
    En algún momento tenemos que detenernos antes de que sea demasiado tarde, antes de que dentro de nuestra casa hayamos perdido lo más valioso que tenemos, nuestra familia; antes de que se extingan para siempre esos momentos y etapas de la vida que jamás regresarán. Así que solo por hoy apaga el teléfono celular, la computadora, el televisor, el videojuego por un rato, y busca a tus hijos, a tu esposo, a tu esposa, a tus padres, a tus hermanos, a tus abuelos y conversa, juega, abraza y escucha. Lee este artículo para reencontrarte con tu familia.
  • El romance y el poder de la conquista. No hay mucho qué decir, pues ya no hay cartas, no hay rosas, ahora con un mensaje es suficiente. Conquistar se ha vuelto cada vez más fácil, estamos a tan solo a un clic de “conocer” a muchas personas, que no tienen un interés verdadero por ir más allá de lo queremos mostrar, y de este modo las relaciones cada vez son más desechables, en especial entre nuestros hijos, que crecen aprendiendo a relacionarse de esta manera, olvidando lo esencial del amor. Hay que enseñarles que hay otras formas de expresar nuestros sentimientos cuando de amar se trata, y si hemos caído en esto recuperemos los pequeños detalles que hacían apasionante estar enamorado.
  • La privacidad. A nadie le molesta hoy fotografiarse y publicar esa imagen, o grabar un video sin camisa, en pijama, en su cama, etcétera; sin contar que otros en las redes sociales cuentan de forma abierta su vida y cada paso que dan. Esto, para mí, es como tener abierta la puerta de la casa siempre. No quiero juzgar, pero sí dejar el punto para que cada uno reflexione hasta dónde su vida es solo suya o ha permitido que otros entren en ella con su aprobación, opinen, supongan y saquen sus propias conclusiones para después señalar.
  • Dejamos atrás a los abuelos y a quienes nunca se tecnificaron. Y lo más absurdo de todo es que en las redes sociales no cesan los mensajes para abuelos, padres y madres que ni siquiera saben utilizar la computadora. ¿Por qué publicar al mundo lo que puedes decirles a ellos personalmente si los tienes dentro de tu propia casa? Deja el teléfono o el PC a un lado y asume tu necesidad de demostrarle a los demás que los quieres y habla con ellos, escúchalos, acompáñalos.
  • La creatividad. Todo está en la televisión o en el internet; entonces, ¿para qué crear? Nos hemos olvidado de buscar recursos en nuestro interior.
  • El contacto con el exterior. Pasan los años y los amaneceres con sus atardeceres, y ya nadie mira por la ventanilla del avión, del tren, del automóvil; los audífonos en los oídos han ensordecido los sonidos de la naturaleza y nuestros ojos no hacen más que repasar la vida de otros a través de las redes sociales o las nuevas aplicaciones, o quizás los nuevos juegos de video; hemos dejado de maravillarnos con lo que en realidad vale la pena. En este otro artículo encontrarás cómo el contacto con la naturaleza influenciará de modo positivo las vidas de tus hijos.

Solo espero que ese punto de retorno, de haberlo, no esté demasiado lejos y más temprano que tarde podamos reencontrarnos con nuestra propia esencia.

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Diana Cantor Martinez

Hay un momento de la vida en que descubrimos que necesitamos un cambio para poder avanzar y crecer reconoce el momento y no pierdas la oportunidad.