Los 5 principios para vivir una maternidad saludable
Te compartimos cinco principios que posees. Reconocerlos, potenciará tu seguridad y hará de tu labor de madre una experiencia orgánica y más saludable
Marilú Ochoa Méndez
Me duele todavía recordar los ojitos llorosos de mi hija de seis años. Acabábamos de discutir (por una tontería, como siempre). Esta tontería, hizo efervescencia en las dos. Ella, pequeña al fin, defendía lo que le parecía justo. Yo, con la espalda cargada de emociones y agobios cotidianos, no veía solo su desborde, sino mi sobrecarga.
El conflicto no terminó bien. Yo grité y ella lloró. Tuve que salir de la habitación, con las palabras: “qué mal me comporté“, taladrándome la cabeza y doliéndome el corazón.
Al cabo de unos minutos, calmadas las dos, pudimos hablar y recomponer las cosas. Todo terminó con mi niña desahogándose en mis brazos, yo disculpándome por mi reacción exagerada, y las dos cocinando brownies.
¿Te ha sucedido algo así?
A mí sí, y para mi pesar te confieso que me ha sucedido muchas veces. Situaciones como esta, me irritan y desaniman, porque lastimo a seres pequeñitos que lo único que dan es amor.
Quisiera sanar lo necesario para poder convertirme en la mamá que conecta, sana, promueve y construye.
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Cuando pasan las nubes de la culpa y de la impotencia y desánimo sobre mí misma, puedo ver con claridad que justamente mi añoranza por ecuanimidad, es la señal de que ya voy convirtiéndome en esa madre que añoro.
En el camino andamos
Todas queremos ser las mejores madres posibles. Nos frustra atorarnos y sentirnos impotentes, nos cuesta torear las exigencias constantes de nuestra vida y mantenernos estables emocionalmente para guiar a nuestros hijos.
Te comparto esta experiencia con mi hija para hacer tribu contigo, y recordarte que la maternidad saludable, la completa y la amorosa, está primero en tu intención y en tus nuevos intentos, está en tu trato amoroso hacia ti misma, y en tu confianza en que puedes.
En esta ocasión, quiero compartirte cinco principios que debes tener en cuenta para lograr una maternidad saludable. ¿Me acompañas?
1 Confiar en ti
Te has equivocado, y te volverás a equivocar. Pero tú amas más que nadie a esos pequeños. Tienes heridas, y a veces cargas tu mano sobre los que menos culpa tienen de que estésun poco rota. Pero también, a veces, das mucho, hasta que quedas hueca, y sigues dando.
Confía. Confía en que Dios te puso ahí porque eres valiosa, grande, rica en recursos, buena para recomponerte.
2 Evita juzgarte o juzgar la situación cuando estás abrumada
Cuando tengas tropiezos en tu crianza, detente ahí. Si te comportas de una manera no sana, primero date cuenta, y quédate un rato contigo misma, pensando qué detonó esa situación, y el por qué de tu reacción abrupta.
Deja a tu pequeño con el comportamiento que te inquietó y regálate unos minutos de introspección.
No tenemos que reaccionar siempre al momento ante las situaciones retadoras. Se vale retraernos para agarrar vuelo.
Nunca eres “mala”, “incapaz”, “inútil”. Tu hijo tampoco. Son personas hallando el modo de amarse más y mejor. Si dejas espacio temporal y físico entre el problema y tú, cuando te serenes, tendrás una perspectiva distinta y conciliadora.
3 Conectar es lo más importante
Me encanta la frase de Jane Nelsen, en la que nos cuestiona por qué -frente a un “mal comportamiento” del niño-, lo tratamos mal (castigando, gritando, amenazando). Te copio la cita: «¿De dónde sacamos la loca idea de que para que un niño se porte bien primero tenemos que hacerlo sentir mal?».
En su bella propuesta para la crianza: la disciplina positiva, Jane nos propone que un niño que se siente bien, se comporta sanamente, se muestra cooperativo y conciliador.
¿Cuándo te sientes bien tú con otra persona? Cuando existe complicidad, cuando recibes respeto, cuando hay empatía. ¡Creemos eso con nuestros pequeños! Muchas cosas cambiarán.
4 Buen trato, siempre
Es cierto que cuando nos desbordamos fluye el agua del coraje o la frustración, arrastrando a su paso todo lo que se encuentra cerca. Muchas veces nuestros hijos sufren por nuestra falta de autocontrol.
Si nos proponemos actuar siempre desde el buentrato, nos limitaremos a resolver, nunca a castigar, a imponer y a obligar.
El buen trato nos permite reconocer a los pequeños como seres dignos. Algo está mal en nuestra cabeza cuando los tratamos como nunca trataríamos a otro adulto.
5 Disculparnos, recomenzar y sanar
Al equivocarnos, siempre es bueno acercarnos a la altura de nuestros pequeños y reconocer que hemos caído de nuevo, pero que no es la vía que seguiremos en su crianza.
Esto los ayuda a conectar entre su desamparo ante nuestras reacciones insanas, mostrándoles que no deben permitir un mal trato ni una invasión a su dignidad nunca.
Es recomendable también buscar conectar de nuevo con ellos, realizando actividades que vuelvan a unir los corazones.
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Estás en el lugar correcto, en el momento correcto
Si en algún momento te sientes perdida, es porque te falta encontrar tu centro de nuevo. Date tiempo, detén tu cabeza y corazón juzgadores, relájate. Pon espacio entre tú y el problema, avisa a tus pequeños que hablarán del tema en otra ocasión, y ámate y ámalo.
Que ningún problema, ninguna situación inquietante logre quebrantar el inmerecido amor que nuestros pequeños nos profesan, y que su fe y confianza en nosotros nos impulse a ser cada día mejores madres de familia.
¿Agregarías algún otro principio a esta lista? ¿Los has puesto en práctica? No olvides comentarnos tus experiencias.