Los abuelos son la amalgama de las familias, cuidemos de ellos
Cuando un abuelo y un niño se funden en un abrazo, el mundo se vuelve un lugar mejor.
Danitza Covarrubias
La palabra “abuelo” en varios idiomas significa “el gran padre”. Ese padre mayor, que ya es padre del que se ha vuelto padre. Recuerdo bien el día que vi a mi padre como el gran padre, por primera vez disfrutando ser abuelo. Cada vez que traigo a mi memoria la imagen de un señor tirado en el piso, panza abajo, mirando a su primera nieta, empujándose en el piso para emprender los inicios del gateo, y él aplaudiéndole, vuelvo a vivir el impacto de ese instante. Recuerdo a mi madre, sabia experta, cargando y abrazando a mi sobrina y logrando sacarle el aire que nadie más podía.
Como hija, poder imaginar cómo mis propios padres me miraron, con aquella ternura, e hicieron cosas que me parecían imposibles y absolutamente insospechadas, me permitió comprender el enorme amor de mis padres.
Los abuelos cuidan de los padres
También, en el momento de convertirme en madre, pude tener una mayor comprensión de este hecho. Esto se fortaleció más cuando mis hijos crecieron, y ellos me pedían ir con sus abuelos.
En una ocasión, estaba personalmente abrumada por todas las responsabilidades que en el momento se aglutinaron frente a mí. Me pidió uno de mis hijos: “mamá, por favor vamos con los abuelos, para que así tú te relajes”.
En general, los niños perciben que sus propios padres son cuidados por los abuelos. Esto también les reafirma un contexto de seguridad, una estructura que les contiene.
De igual manera, conocer, convivir y ver a los abuelos les conecta con la línea histórica de su propia vida. Es, como dicen los autores españoles Triadó y Villar, la memoria familiar. Son los abuelos lo que dan elementos para comprender más de toda la historia de la familia.
Esto lleva a comprender personalidades, eventos, emociones, talentos propios. Las historias que narran los abuelos a los nietos también pueden derivar en una comprensión de la manera de ser de sus padres, y tener mayor empatía hacia ellos. Esos nietos suelen a veces reflejar la relación de sus padres con los propios padres, cuando nombran cosas desde su inocencia de lo que observan en la dinámica natural.
Por ejemplo, cuando los niños preguntan con naturalidad “mamá, ¿por qué te da miedo el abuelo?”. Esta simple pregunta puede activar temas no resueltos que inviten a revisar y crecer.
La función de los abuelos
Por otra parte, los abuelos tienen beneficios múltiples por recibir visitas de su familia, en concreto, de sus nietos. Es a través de ellos que pueden mirar los frutos de su arduo trabajo como padres, y ven cómo su linaje continúa.
Pueden fungir varias funciones:
1 Cercanía emocional
Los abuelos suelen sentir que pueden al fin disfrutar sin el peso de la responsabilidad de la paternidad, lo que les permite ser más cercanos emocionalmente. Este elemento suele provocar celos o desconcierto en los hijos, quienes al tener padres severos, encuentran abuelos dulces.
2 Participación y consejo en las normas
La experiencia de los abuelos suele dar luz a los padres en cuanto a normas y reglas que faciliten la formación de los hijos.
3 Mediadores
En algunos momentos suelen intervenir para relajar la tensión en la relación padres e hijos.
4 Cuidadores sustitutos
Son excelentes cuidadores en casos ya sea de emergencia, o para poder tener espacios de pareja. Cuando son cuidadores en casos especiales, suelen disfrutarlo mucho. Cuando se convierten en cuidadores fijos y diarios, genera confusión entre el rol parental de dar estructura y normas, y el rol de abuelos que miman a los nietos.
5 Ocio
Visitar a los abuelos, platicar, convivir, ayudarles en labores que por su edad ya no pueden realizar genera también uso del tiempo afectivo, generoso, formando en los hijos empatía hacia personas vulnerables.
Estos son algunos de los beneficios de la relación entre abuelos y nietos.
Niños y ancianos, una tierna e importante dupla
Los niños generan bienestar en los abuelos. Permiten condiciones de vida que auspician mejor salud y sentido de vida, de acuerdo a un estudio publicado en la revista científica Evolution and Human Behavior. “No tener contacto con los nietos influye negativamente en la salud de los abuelos“, dijo la autora principal Sonja Hilbrand, doctoranda del Departamento de Psicología de la Universidad de Basilea, en Suiza.
Cabe resaltar que la convivencia entre ancianos y niños no queda en la exclusividad de abuelos y nietos. En algunos países se han realizado proyectos donde unen asilo de ancianos con guarderías para poder unir el hilo de dos poblaciones vulnerables. En un mismo espacio pueden complementarse y darse mucho de lo que ambos necesitan.
Dicen las historias ancestrales que en las tribus los ancianos cuidaban a los niños. Estos venían recién llegados a la tierra, y tenían aún mucha conexión con su espíritu. Debían ayudar a los ancianos a recuperar su espiritualidad para partir. Mientras también los abuelos les compartían sus experiencias y sabiduría para la vida terrenal.
Si miramos a los ojos a niños y a ancianos, nos aviva la misma sensación: fragilidad, vulnerabilidad. Que siempre podamos ser sensibles a ambos, y unirlos para que se compartan. Que en ellos encontremos el camino de reconectarnos a nuestro espíritu.
¡Gracias queridos abuelos por tanto que nos dan!