Los amores otoñales pueden llegar a ser los más hermosos
"El amor joven vive del entusiasmo; el amor maduro vive de la armonía" Julieta Gómez Paz
Erika Patricia Otero
“…Después de todo, no estamos tan viejos como para dejar de soñar.
Ni tan jóvenes como para besar a cualquier sapo.
Estamos en una edad donde se sabe lo que se quiere,
lo que no quiere, y con quien quiere uno complicarse la vida”.
Autor desconocido
Hay noches en las que me desvelo preguntándome si algún día hallaré alguien a quien amar. Al igual que muchos, no tuve la fortuna de encontrar quien me amara o a quien dar amor, pero no pierdo la fe.
Sé que para los jóvenes, las personas que pasan de los 50 años parecen ridículas por esperar encontrar a una buena pareja. Eso es un error, porque mientras tengamos vida, todos tenemos la oportunidad de amar por primera o por quinta vez. Si, el amor puede llegar a cualquier edad. El amor no es una emoción de la cual solo son dignos los jóvenes.
Lo más bonito del amor maduro es que cuando llega tiene la ventaja de la experiencia. No es que los jóvenes no sean capaces de disfrutar del amor de forma pura, no es así. Lo que intento decir, es que la experiencia siempre es un apoyo para no cometer errores por inexperiencia.
Muchos de los errores que se cometen al amar a alguien en la juventud suceden por desconocimiento. Una mujer o un hombre maduro conocerá sus límites y se hará respetar; además, sabrá de prudencia, y es muy posible que no sienta dependencia emocional. Por el contrario, en la juventud por miedo a perder a quien se ama, es posible cedemos a cosas imposibles. Claro que no pasa en todas las relaciones; que una relación sea abusiva o sana y hermosa depende las personas, no es una generalidad.
Encontrar el amor en la madurez no es banalidad
Amar en la edad madura no es sinónimo de amor añejo, pero esto es lo que muchos jóvenes piensan. Creen de manera equivocada que por carecer de las fuerzas de la juventud, los adultos que encuentran el amor solo buscan compañía por necesidad. No es así, para muchas personas mayores hallar el amor puede ser inesperado; sin embargo, no es menos hermoso y no viene de la mano con una necesidad de compañía.
El amor maduro no es banal; es más, me atrevería a decir que es más serio que el amor de juventud. Pienso que es decidirse entre lo estable (familia y amistades), y lo impredecible que puede ser amar a alguien y no promediar las consecuencias.
Un aspecto interesante es que a las personas maduras poco les importa lo que sus familiares digan de esa nueva oportunidad en el amor. La situación es que muchos creen que es un capricho de momento; como si fueran niños que se antojan con un dulce para después abandonarlo cuando se aburren, pero no es así.
Cuando las personas maduras hallan el amor, lo aprovechan y disfrutan. No sufren por lo que otros piensan porque saben que es una oportunidad que no pueden perder.
El amor a lo largo de la vida
Afortunados son los que envejecen juntos y su amor prevalece a través de los años.
Por fortuna, este tipo de relaciones también existe. Estos amores pertenecen a personas que no se dan por vencidos al primer tropiezo. Quienes llegan a sus 60 años o más juntos, son personas que aprendieron a perdonar y reparar los daños; son amores dignos de admirar.
Lo más impresionante de estos amores es que pese al tiempo no pierden pasión, comprensión ni compenetración. Estos amores se mantienen renovados y fuertes; tanto que cualquier pareja joven los envidiaría.
No hay nada que más me llene de ternura que ver a una pareja de adultos mayores caminar de la mano. Para mí esa es quizás la materialización del amor real, del que bien merece la pena.
En la madurez todos sabemos lo que queremos
Si algo tiene de maravilloso madurar, es que los “golpes” nos enseñan a saber lo que queremos. También la madurez nos ayuda a tomar decisiones y a medir las consecuencias de nuestros actos.
Bien es cierto que el amor es un riesgo a cualquier edad, siempre merece la pena experimentarlo. Sin embargo, un punto a favor de las personas que encuentran el amor en la madurez, es que no se dejan llevar por primeras impresiones o atracción momentánea.
Con la edad todos aprendemos a discernir lo que queremos. Con esto presente pocas oportunidades hay para caer en el engaño; puede que nos equivoquemos, pero el error puede ser corregido antes de que el daño sea grave.
Cuando el amor llega en la madurez colma a quienes lo sienten, no de una pasión que demanda ser atendida, si no de la satisfacción de saberse correspondido y valorado. Quizás esto último sea lo que más valga, porque como sabemos, el fuego a veces quema tanto que desgasta. Por el contrario, el sosiego y la paz que llegan con el amor maduro dan una seguridad y certeza que toda pareja joven desea.
No es que le reste importancia al aspecto físico del amor, pero con el paso del tiempo pierde relevancia y cede espacio a algo más sublime: la conexión emocional y mental que surge por compenetración, y no por lo carnal de la relación. Una pareja se puede entender muy bien en la intimidad, pero ser un desastre para respetarse y comprenderse.
Puede ser que el amor en el otoño de la vida no sea tan enérgico, vital y pasional como en la juventud, pero ofrece algo que este no: veracidad y armonía.