Los cuatro puntos cardinales de una relación matrimonial sana
La vida es suficientemente problemática, y si alguien llega a facilitarla, ¡nos encanta! Lee aquí cuatro puntos que te ayudarán a tener un matrimonio sano
Marilú Ochoa Méndez
Pocas veces una fórmula funciona en situaciones sociales y humanas de manera completa y absoluta. Las personas somos sumamente distintas, y es difícil aplicar métodos mágicos que logren su cometido en el gran caleidoscopio de situaciones maritales. Sin embargo, existen unas pocas que en verdad pueden proveer resultados extraordinarios.
Queremos compartirte los cuatro puntos que puedes retomar o impulsar para lograr vivir una relación matrimonial sana, satisfactoria y fructífera. Son muy sencillos, pero te sorprenderás de su eficacia. ¿Iniciamos?
Son tan sencillos, que te sorprenderán
En la estructura de estos cuatro puntos encontrarás la ruta que te ayudará a redirigir tus esfuerzos cotidianos por llevar a buen puerto a tu familia, y especialmente tu relación matrimonial.
La psicóloga y orientadora familiar argentina, Liliana Olivieri, sugiere cuatro consideraciones para vivir una relación matrimonial saludable: dar, pedir, corregir y disfrutar.
1 Dar
¿Recuerdas cuando te enamoraste? Sin dudar, entregaste tu tiempo, tus pensamientos, y priorizaste todas tus actividades para brindar al otro tu compañía, contención y amor incondicional. Haz memoria y vuelve a vivir esos dulces momentos. No necesitabas convencer a tu hoy esposo para nada, lo mirabas con ojos amorosos y se doblaba.
No has perdido tu “magia”, lo que pasa es que ahora no estás tan dispuesta a darte. Tal vez estás herida, y no consideras al otro “digno” de recibir gratuitamente tu tiempo, tus atenciones y tu cariño incondicional. Tal vez estás ocupada, y como tu cónyuge “está grande”, y “puede atenderse”, te parece que sobran las tiernas atenciones que antes le prodigabas.
Pero es una realidad, que entregarnos desinteresada, amorosa y servicialmente, hace surgir en el otro sorpresa, cariño, deferencia, respeto…, incluso puede hacer resurgir el amor.
2 Pedir
Este punto es el número dos, por cuestiones casi pedagógicas. Las personas, naturalmente tendemos a abogar por nosotros. Si tienes hambre, la necesidad emerge como un ogro gritándote desde el vientre que la satisfagas. Hacerlo es saludable, y natural. Pero acostumbrarnos a atender solamente nuestras inquietudes, deseos y necesidades, puede hacernos también egoístas o cerrados.
Tratar de dar primero en nuestra relación de pareja, nos ubica, nos quita un poco el orgullo y el egoísmo. Una vez que hemos salido de nosotras mismas, podremos solicitar entonces lo necesario.
Aquí vale la pena hacer una importante distinción entre lo que pedirás, dividiéndolo en categorías: lo que necesitas, lo que quieres y lo que te gustaría.
¿Qué es aquello que necesitas? Es lo que te es básico. Lo que precisas tener para funcionar adecuadamente: atención, respeto, división equitativa de las labores. Lo que quieres, es aquello que te has marcado como un objetivo, como un ideal para ti, para tu relación de pareja y para tu familia. Lo que te gustaría se refiere a un gusto personal, posiblemente banal.
3 Corregir
La distinción arriba realizada es una herramienta maravillosa para corregir. Si tu esposo y tú se miden por esos tres grados de peticiones, pueden comprenderse a fondo. Me explico:
Tu esposo se encuentra urgido de que salgas a resolver un mandado que te ha pedido, pero tú necesitas ir al baño. Si él se enojara porque tú pospones su petición, por ir al servicio, es claro que su visión está mal. Como esta escala está fuera de sentimentalismos y malas interpretaciones, afirmar que necesitas algo, será la llave que mostrará a tu marido que tu petición necesita ser escuchada, y a ti te ayudará a mirar con perspectiva si en verdad harás un escándalo porque él siempre pierde un calcetín del camino de sus pies, al canasto de la ropa sucia.
4 Disfrutar
La claridad de los puntos arriba mencionados se extenderá como una armadura que reforzará su relación, permitiendo que ambos se disfruten. Y permíteme que te diga que este punto es el que más huella dejará en tus hijos, así que presta atención por favor.
Liliana Olivieri, afirma: “No hemos sabido manifestar la felicidad ni hemos tenido la capacidad de disfrute del amor conyugal, por eso el matrimonio tiene tan mal cartel. Prestamos mucha atención la sensibilidad y poca a la inteligencia, racionalidad y autodominio”. Y esto va marchitando en nuestros hijos el ideal por vivir ellos un matrimonio y formar una familia.
Si lo único que miran en sus padres son pleitos, quejas, incomodidades y malas caras, huirán lo antes posible de este panorama desolador. Si somos lo suficientemente fuertes emocionalmente para vivir relaciones matrimoniales sanas, fluidas y con buena comunicación, les haremos un favor de por vida.
El aceite que lubricará el engranaje de la familia
El Papa Francisco nos dice que “no existe ninguna relación perdurable en el tiempo si no está bañada a diario con el perdón”. Este es el aceite que permitirá que los roces se vayan superando y que el engranaje familiar fluya, se reacomode y sea eficaz.
Porque tú y yo, como madres de familia, sabemos que lo que mas importa es siempre el amor, la unidad y el recomenzar. Los problemas vienen y van, pero cuando cambiamos y sanamos el corazón, y somos astutas para promover dinámicas saludables, garantizamos la paz, mediante la resolución de cuanto conflicto enfrentemos.
Deseo de corazón que estos cuatro puntos te sean útiles para recalibrar tu dinámica conyugal y familiar. ¡Déjanos saber si te son útiles!