Los hijos que maltratan a sus padres son la tristeza para el mundo
Es mejor corregir con amor a los hijos a tiempo, que sufrir las consecuencias de la falta de disciplina.
Erika Patricia Otero
Vivo en un vecindario muy conocido en la ciudad de donde soy, porque es de los primeros que se inauguraron. Debido a esto, es muy común ver personas de todas las edades, condiciones e incluso nacionalidades. Sin embargo, una en particular me conmueve mucho.
Se trata de una mujer de tal vez unos 60 años, quien vive con su perro. Aunque es propietaria de una vivienda en este barrio, es habitual verla deambulando por las calles del lugar. Siempre me pregunté por qué lo hacía, pero jamás me imaginé que las razones que la llevaban a hacerlo tenían que ver con su hijo.
Hace unos dos meses me enteré que ella prácticamente vive en la calle y de la caridad de las personas, porque su único hijo espera a que ella cobre su pensión para quitarsela. Dirás entonces que por qué ella no se defiende; la realidad es que ella sufre de algún tipo de enfermedad mental que impide que sea consciente de su situación.
Ella no es la única
Lo triste de todo es que esta historia se repite una y otra vez en muchas partes del mundo.
Hay padres que no solo son robados de manera descarada por sus hijos. También hay quienes son golpeados y maltratados de manera cruel por ellos; incluso, hay otros que en lugar de robarlos o maltratados, se olvidan de ellos y los abandonan.
Supongo que hay una razón para que los hijos terminen por tratar a sus progenitores de esa manera; sin embargo, siempre hay una opción para pagar bien con mal cualquier error o falla atroz que un padre o madre haya cometido en contra de sus hijos. Pero ¿y los hijos que son bien tratados y aun así maltratan a sus padres? Desde mi punto de vista, no hay justificación.
¿Por qué los hijos maltratan a sus padres?
Las razones pueden ser muchas. Una de ellas, puede entenderse desde la mala crianza; por ejemplo: un padre que complace a sus hijos y luego se niega a darles todo lo que quieren, pueden ser víctimas de malos tratos.
También por la falta de poner límites durante la crianza, una mala supervisión o incluso la pérdida de la autoridad como padre o madre. El maltrato filio-parental también puede ser fruto de una venganza por efecto del rencor causado por los malos tratos que durante la infancia los padres les dieron a sus hijos.
Las actitudes de violencia contra los padres pueden presentarse durante la niñez, adolescencia, la juventud o la edad adulta. Además pueden causar o no un daño evidente, y lo que puede ser peor es que algunos padres ni son conscientes de lo que están viviendo con sus hijos; el daño emocional es evidente con el tiempo, pero lo peor es que la conducta dañina puede subir de nivel y llegar a un punto donde el daño de los hijos hacia sus padres puede hacerse más violento.
Etapas del maltrato filio-parental
Aunque la violencia y los malos tratos de los hijos hacia los padres pueden llegar a darse en la adultez, eso no descarta el hecho evidente de que muchos niños en edades entre los 5 y los 17 años son propensos a ese tipo de comportamientos. Las etapas son 3:
1 Acumulación de tensión
Se da cuando hay un enfrentamiento con los padres y los hijos. Esto lo que hace es que lleva a los niños a acumular sentimientos de rabia que muchos reprimen. Sin que haya un estímulo que haga que esa tensión salga, y al no saber cómo manejarla, las consecuencias se hacen inminentes.
2 Explosión
Es la situación violenta como tal: palabras groseras, agresiones físicas, comportamientos dañinos. Hay una gran gama de la que los padres pueden ser víctimas.
3 Arrepentimiento
Viene como consecuencia de la situación violenta. Sin embargo, ese arrepentimiento no es genuino. Lo peor es que no es más que el comienzo de otra etapa de acumulación de emociones y tensión que va a desencadenar en otro episodio de violencia. Básicamente es un círculo vicioso.
Cortando de raíz las conductas dañinas
El comportamiento dañino de los hijos hacia los padres es mejor zanjarlo desde la niñez. La razón es que si no se hace a tiempo, difícilmente se resolverá cuando se pierde autoridad sobre los hijos.
Los expertos recomiendan que la mejor manera de evitar que esos comportamientos dañinos se den dentro de la familia es previniendo. Es decir, los hijos deben comprender desde pequeños que los padres son “la cabeza de familia”. Esto no se logra haciendo que los niños sientan miedo a sus padres, sino que les deben tener respeto.
Es por eso que se insiste mucho en que las familias deberían eliminar cualquier tipo de violencia hacia los hijos. Si hay que castigarlos, pues se castigan, pero de forma asertiva, sin pegar ni gritar. El respeto se gana con respeto, no con malos modos.
La clave es saber enfrentar los problemas
Lo que se pretende es que tanto los padres como los hijos aprendan a enfrentar los conflictos y solucionarlos con inteligencia, y no echando mano de la violencia.
Cuando una familia habla de forma honesta de lo que les molesta, más fácil se llega a una comprensión del problema; por lo tanto, más rápida es la solución del mismo.
Ahora bien, dar afecto es fundamental en los hogares. Parece trillado y obvio decirlo, pero es que aun repitiéndolo, muchos padres olvidan que para sus hijos vale más una buena tarde de paseo compartiendo un helado, que mil juguetes caros en Navidad y cumpleaños.
Siempre es mucho mejor prevenir que curar. Es mejor buscar la solución a ese comportamiento dañino de los hijos en la infancia, donde todo es más simple de resolver, que dejando que todo pase y se quede sin solución. A la larga, el daño será terrible para los padres, y no hay nada más triste que una vejez en soledad, pobreza y maltrato provocado por los hijos.