Los niños: lo más vulnerable de la humanidad
Los niños necesitan que hablemos por ellos, que en todo lo que hagamos pongamos su bienestar por encima de nuestros intereses egoístas de los adultos. ¿Los niños son el futuro? Son el testimonio activo de nuestra forma de actuar
Rafael Vázquez
Recientemente hemos sido testigos de horrores indecibles derivados de la guerra, y en todos los casos, las imágenes más tristes, impactantes, indignantes y dolorosas son las que muestran a niños padeciendo algún tipo de sufrimiento, físico o emocional, derivado de las circunstancias en las que están viviendo. Son imágenes desgarradoras.
Hoy quiero que te des cuenta, sin embargo, de que la guerra no es la única forma en que la inocencia, la ternura, la esperanza y la sonrisa de los niños pueden ser despedazadas.
Hace unos años, Dallin H. Oaks, uno de los más reconocidos expertos en leyes y derecho de Estados Unidos (fue ministro de la Corte Suprema del estado de Utah), presentó un discurso sobre la responsabilidad que tenemos, como adultos, de proteger a toda costa el bienestar de los niños: “Ninguno debería resistirse a la súplica de que nos unamos para aumentar nuestra preocupación por el bienestar y el futuro de nuestros hijos: la nueva generación”.
Los niños están expuestos a nuestro actuar
Las decisiones que tomamos como ciudadanos, como personas con capacidad de actuar de manera independiente, las acciones que toman los funcionarios públicos y las empresas muchas veces tienen repercusiones mucho más allá de lo que consideran sus áreas de influencia.
Y aquí es donde creo que es urgente hacer conciencia; cito las palabras del ex ministro Oaks: “Los niños son muy vulnerables. Tienen poco o ningún poder para protegerse o asegurar su sustento, y poca influencia en lo mucho que es vital para su bienestar. Los niños necesitan que otros hablen por ellos, y necesitan personas que tomen decisiones poniendo el bienestar de ellos por delante de los intereses egoístas de los adultos”.
Mi madre dice que un niño es un ser tan indefenso, pero a la vez tan noble, amoroso y lleno de confianza, que te dan la mano si se la pides y así, tomados de tu mano, son capaces de seguirte a un peñasco y arrojarse al vacío si se lo pides.
Algunos datos terribles
Son muchos los niños abandonados por sus padres, hay otros que padecen la violencia, los maltratos, los abusos y los crímenes de los adultos. Hay gobiernos que reclutan niños para usarlos como soldados, así como hay organizaciones que los explotan sexualmente (datos tomados de informes de la UNICEF).
“En el orden mundial, casi ocho millones de niños mueren antes de cumplir los cinco años, la mayoría por enfermedades tanto tratables como prevenibles”, cita el ex ministro Oaks de un informe de la UNICEF. Una cuarta parte de toda la población infantil mundial nunca alcanza la plenitud de su desarrollo mental ni físico por la inadecuada nutrición.
Dentro de la familia también hay datos duros
Aunque se debe enseñar el valor del trabajo, la explotación laboral infantil es un crimen tan severo como cualquier otro tipo de abuso. No creas que estoy hablando de cosas alejadas de nuestra realidad: conozco muchas madres que, pensando en gozar de las rentas de sus hijos, dejaron de enviarlos a la escuela y los pusieron a trabajar como esclavos, de sol a sol. Los finales de sus historias no son nada alentadores. Son más bien tristes.
Por otro lado, aunque a veces la disolución de una unión conyugal es inevitable o quizás necesaria, incluso en esos casos los niños quedan expuestos a un vendaval de confusión, dolor, culpa y desolación de la que muchos padres simplemente no se enteran. Desde ese simple abandono psicológico hasta la alienación parental, otra vez, los niños están expuestos, vulnerables, sin posibilidad de defenderse.
Los niños son nuestra responsabilidad
Como puedes ver, un niño no necesita ser víctima de un bombardeo o de un fuego cruzado en una batalla para estar expuesto a los horrores más graves. Todo en ellos es frágil, tierno y deben ser preservados lo más íntegros que sea posible con nuestro cuidado y amor.
Me viene a la mente un pasaje del Nuevo Testamento, palabras de Jesús, el centro y motivo de ese volumen de escritura sagrada, refiriéndose a los niños: “Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe. Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno y que se le hundiese en lo profundo del mar” (Mateo 18:5-6).
Lo diré de nuevo: “los niños son el sector más vulnerable de toda población”. Nunca debes olvidarte de eso ni cuando estés actuando como padre, ni en tu papel de empleado o de jefe o de empresario o de líder eclesiástico o de líder social, ni mucho menos en tu rol de funcionario público.
Los niños son responsabilidad de todos. Ellos son nuestra esperanza de un mundo mejor, pero también serán, en el futuro, el testimonio activo de nuestra forma de actuar en el presente.