Mamá: cuando seas pequeña, como yo, quiero que juguemos.
"Cuando seas pequeña yo quiero que juguemos": una frase que escuché de mi niño esta semana. Puede sonar incongruente, pero, para su mundo no lo es, porque para él todo es posible. Tus hijos piden a gritos que salga el niño que hay en ti.
Laura Abbott
Los niños no entienden como los adultos el tiempo lineal. No saben que nosotros fuimos, y mucho menos que seremos. Para ellos, gracias a Dios, lo único que existe es un presente perfecto donde son, juegan y reciben amor. Y papá y mamá, en el mejor de los casos, son los superhéroes de la historia.
No hace falta irse muy atrás en el tiempo para recordar una infancia perfecta y hacer lo posible para que la de nuestros hijos también lo sea:
Cuando seas pequeña yo quiero que juguemos.
Esto me hizo pensar. “Mamá, necesito que seas pequeña”: hoy necesito que te olvides de las rutinas y de los hábitos, necesito encontrarte en espacios donde los dos podemos disfrutar, necesito que seas como yo.
Los niños se vinculan a través del juego
Una parte fundamental e imprescindible de sus vidas pasa a través del juego. No entienden otra forma de vincularse y aprenden muchas más cosas de las que imaginamos a través de este. Para ellos existe el juego, o nada. Todo lo otro es aburrido, impuesto y muchas veces nos obliga a ser creativos para llegar a ellos a través del juego. Pero, en el mejor de los casos, podemos ser favorecidos todos.
A veces también necesitamos ser pequeños
Entender su mundo y las cosas que son importantes nos hacen darnos cuenta de nuestro presente y disfrutarlo. Tal vez estemos agobiados con los horarios y las tareas diarias, y sincronizar con nuestros niños nos hace darnos cuenta de que en ese momento hay una parte de sus historias que es importante. Hay que demorar más tiempo en ir a dormir porque nuestra pequeña de seis años tarda un poco en leer por primera vez un cuento a sus hermanos lleva más tiempo, más, pero a la postre resulta impagable.
Nos desestructura
Y sin embargo, nos hace más felices. Nuestros pequeños no están esperando que seamos perfectos de acuerdo con nuestras expectativas. Nos están esperando para compartir y vivir más abrazos y besos. No nos van recriminar porque no seamos los padres de manual. Nos están esperando para que disfrutemos de la vida junto a ellos y nada más.
No es tarea fácil volverse pequeño
Vincular nuevamente con nuestro niño interior, sin dejar de ser el adulto que marca límites y restricciones, no es imposible. Y a veces es necesario. Nuestros niños necesitan sentirnos cerca y sentir que la vida es juego. No les neguemos esa posibilidad porque estaremos negando, también, una gran posibilidad de comunicación con ellos. Más bien abramos nuestras posibilidades y volvamos a nuestra esencia. Busquemos un equilibrio en el que todos podamos salir beneficiados. Si tus hijos lo están necesitando te invito a que vuelvas a ser pequeño en el juego. Ellos estarán felices y tú quedarás agradecido de verlos así.