¿Mamá que trabaja? NUNCA OLVIDES estos detalles
Sí, ya lo sé, los tiempos han cambiado y muchas cosas son diferentes, pero estas siguen siendo muy importantes. De los olvidos que como madre cometes al criar a tus hijos.
Emma E. Sánchez
El mundo ha sufrido cambios significativos de una generación a otra. Mujeres y hombres de mi generación todavía fuimos criados por madres que no trabajaban fuera de casa, que se dedicaban al hogar y a los hijos únicamente. La gran mayoría de nosotros fuimos alimentados con comida cien por ciento hecha en casa, con verduras y poco refresco (gaseosas). Salíamos a jugar a la calle y nuestra madre estaba por las tardes con nosotros para ayudarnos, o por lo menos vigilaba que hiciéramos las tareas (deberes); pero los tiempos han cambiado y hoy, nosotras, las nuevas madres, enfrentamos un escenario muy diferente.
Hoy son más las madres que trabajan fuera de casa, que son cabeza de familia y que se esfuerzan todos los días por “estirar” los tiempos para cuidar de sus hijos. Hay muchas actividades que en definitiva ya no se pueden hacer y otras que, pase lo que pase, no debes darte “el lujo de no hacer”. ¿De qué estamos hablando?
1. Hacer, por lo menos, una comida en familia
Si bien es cierto que como mujeres la parte de la preparación de los alimentos recae sobre nosotras, también es una realidad que hoy hacemos y damos lo “más rápido”, “lo más práctico” y lo que se puede con los recursos a la mano. Pero dejando de lado por un momento la nutrición de los niños, hay una cuestión todavía más importante: los sentimientos y emociones que se generan y transmites durante la ingesta de alimentos. Ninguna comida debería ser momento para regaños y discusiones. En mi labor docente es muy fácil saber cuándo un pequeño tuvo una mala mañana, si lo regañaron o discutió con sus padres: su rendimiento lo dice todo. No importa cuál de las comidas sea la que compartas con tus hijos, tal vez solo sea la cena o los domingos, mas procura que sea amable, amena y alegre. El manjar más delicioso puede ser el más amargo y el alimento más humilde un suculento manjar si se comparte con amor.
2. Revisar con frecuencia su vista, dientes y pies
En nuestro apresurado ir y venir vemos sin observar, y muchos y serios problemas pueden estar frente a nosotras y no verlos hasta que ya se han convertido en daños irreversibles. Por ello, verifica que todos tus hijos vean bien, sí, revisa que su visión sea saludable. Por lo regular son los maestros quienes detectan estos problemas antes que los padres, porque tienen la oportunidad de pasar más tiempo con ellos en ejercicios que implican cierta agudeza visual como la lectura.
Con los dientes pasa algo similar: una vez que el niño muda de dientes, la madre o los adultos que le rodean pronto se olvidan de supervisar su higiene y en la adolescencia es cada vez más frecuente que presenten problemas como gingivitis, o caries avanzadas que les llevarán a perder piezas dentales a temprana edad. Si está dentro de tus posibilidades, haz que tus hijos reciban tratamientos de ortodoncia; muchos adultos se sienten acomplejados y presentan inclusive problemas respiratorios considerables porque no se atendieron con oportunidad a este respecto.
Y los pies no se quedan atrás: te sorprendería saber la cantidad de maestras que detectan a pequeños con “pie plano” o alguna otra malformación ortopédica. Sucedió, por ejemplo, que el maestro de educación física notó que uno de sus estudiantes de quinto año de primaria caminaba con una perceptible cojera; el hecho se reportó a sus padres y cuando el niño llegó a manos de un ortopedista el daño estaba hecho: su columna ya estaba deformada notablemente, nadie había notado que nació con una pierna más larga que la otra, y una situación que pudo haberse corregido con cierta facilidad en el pasado ya era un daño irreversible.
Si alguien te comenta que tu niño tiene alguna dificultad, no te sientas culpable ni lo tomes a mal, solo actúa y verifica que todo esté en orden.
3. Buenos modales
Cuando un niño se está criando “solo” se nota, y lo mismo sucede cuando hay una madre que está educando a sus hijos, pues estos son educados y considerados con los demás. Aquí te voy a decir un secreto: para educar a un hijo no necesitas estar todo el día con él, solo requieres ser consistente, congruente y constante con tus palabras, tus pensamientos y tus actos. El poco o mucho tiempo que pases con ellos les mostrará el modelo correcto y confiable que habrán de imitar.
Hay muchas cosas que puedes dejar a un lado, no hacer y hasta delegar a otros, pero la formación y crianza de los niños siempre será tu mejor trabajo y tu mayor fuente de gozo. Y entonces date tiempo para disfrutarlos.