Me casé hace poco y ya me arrepentí, ¿qué puedo hacer?
Pocas decisiones son tan importantes como la de contraer matrimonio, pues implica la vida de otra persona, y porque nuestro futuro tomará forma por esta decisión.
Emma E. Sánchez
En el imaginario colectivo, tenemos la idea de que una pareja que está enamorada planearán seguramente casarse, de tal forma que su boda o unión legal solo es el inicio de una gran felicidad para ellos y sus familias. Sin embargo, las cosas no siempre son así.
Puede ser que uno de los contrayentes no se sienta ni tan enamorado, entusiasmado o tan feliz de casarse, y ahí hay que tener cuidado y detener la marcha un poco, pues se puede revisar si seguir o no adelante.
Lo malo o lo duro viene cuando la persona que dudaba se casa o que una vez casado, al poco tiempo de la relación se arrepiente de haber tomado este camino.
Si es tu caso, y ya sea que haya sido antes de casarte o en los pocos meses próximos que te sientas arrepentido de haberte casado, permíteme darte un poco de tranquilidad e invitarte a hacer estas reflexiones personales:
¿Por qué te arrepientes de haberte casado?
Trata de pensar seria y profundamente en tu respuesta, busca ser lo más claro y concreto posible. Haciendo esto puedes dar con la verdadera razón de fondo que te hace sentirte arrepentido.
Piensa en dónde o en qué momento sentiste esto por primera vez y las consecuencias que se han derivado desde entonces o de la supuesta equivocación.
Si fuera posible ¿hay algo específico que podrías cambiar para que la relación continúe?
Esta pregunta va encaminada a descubrir si hay algo que se pueda cambiar, corregir o mejorar ¿es algo posible? ¿está en tus manos? ¿depende de la otra persona?
¿Hay algo que puedas hacer antes de separarte?
Cuando alguna persona o pareja viene conmigo para ayudarle en la mediación de su divorcio, siempre pregunto si ya han hecho todo lo que está a su alcance para salvar su relación, sobre todo lo pregunto cuando una de las dos partes quiere continuar o se nota que son jóvenes, que se aman y que posiblemente estén pasando solo por una mala racha.
Tomar la decisión de separarse nunca es fácil, sobre todo porque posterior a esta puede caerse en remordimientos y hasta depresiones, de ahí que, como suelo decirlo, hasta para separase hay que hacerlo bien.
¿Qué implica el “hacerlo bien”? Considero que lo más importante es quedar con la conciencia tranquila, después de haber hecho lo humanamente posible para salvar la relación o para evitar lastimar más a la otra persona o ambas partes.
Es sorprendente que muchas parejas llegan a los tribunales sin haber hablado con sinceridad entre ellos. Se quieren divorciar pero nunca han hablado sobre lo que les molesta o sobre los que están experimentando con desagrado en la vida conyugal.
En mi experiencia, de cada 50 parejas solo una ha intentado la terapia conyugal, por ejemplo, solo 3 han hablado con sus padres o un guía espiritual, religiosos o consejero.
Y no es que al hacerlo la pareja tenga un cambio radical y el amor resurja y sigan felizmente casados para siempre, no, pero sí es cierto que ambos salen fortalecidos personalmente para tomar una decisión con más claridad y perspectiva.
No está de más también consultar un mediador para efectos de la división de bienes y un abogado para los trámites del divorcio y las legalidades correspondientes, sobre todo si hay hijos o vienen alguno en camino.
En verdad, hablen entre ustedes y con alguien de su confianza
Hablar en la pareja y por separado con alguien que les pueda orientar o simplemente escuchar sin juicios, les ayudará a ambos a entender mejor su situación y pensar en posibles soluciones.
Te recomiendo que escojas con cuidado con quién hablar tus asuntos, debe ser alguien que garantice la discreción de tu situación y conservar confidencial toda conversación. Busca a alguien que sepas te dirá lo que necesitas saber no lo que quieras escuchar y sobre todo, que pueda ver la situación de manera completa y no sesgada por amor o cariño a alguna de las partes.
Cada pareja y cada historia es única y diferente, sin embargo, es muy posible que lo que están pasando, otros lo hayan vivido y hayan salido abantes y esas experiencias les pueden servir a ustedes.
Afrontar la situación
Cuando ya has o han hecho todo lo anterior y han encontrado que la separación es la mejor opción para ambos, el siguiente paso es afrontar la situación y comenzar la separación.
Nunca es fácil, nunca es sencillo y los sentimientos siempre estarán presentes y a flor de piel.
Ambos pueden llegar acuerdos para que la separación sea bajo sus propios términos, de discreción, de pasos a seguir, finiquitar compromisos etc.
Recuerda y comprométanse que en esos momentos duros mostrarán lo mejor de ustedes, que actuarán de manera coherente, sin escenas dramáticas, lastimarse u ofenderse.
El tiempo de las recriminaciones ya pasó, ahora es tiempo actuar con la cordura que la ocasión requiere. Los familiares y amigos podrán ayudar sin invadir o intervenir, finalmente dejar el domicilio conyugal o deshacer lo que fue “nuestro en tuyo y mío” requiere de mucha fortaleza emocional.
Tómate tu tiempo para pensar y cambiar
Así como en algún momento hubo una ”luna de miel”, para que la pareja regrese a la vida ordinaria como una pareja conformada tras un divorcio es recomendable que ambas partes se den un tiempo lejos y fuera de su rutina para descansar, pensar, reorganizar su mente para luego regresar y retomar la vida con mucha mayor calma.
Tras la separación, considera visitara un psicólogo o terapeuta para que te acompañe durante algún tiempo a procesar este nuevo cambio y la readaptación de vida que tendrás.
Tal vez te hayas dado cuenta de que hay algo en ti que te está haciendo repetir patrones y que tus historias de amor siempre caen en lo mismo pero con diferentes personas.
Entonces este es el gran momento de sanar, cambiar y crecer.
¡Ánimo! La vida recién inicia una vez más para ti.