Mi hija se cae y siempre se golpea el mismo sitio. ¿Que está pasando?
Si tu pequeño se cae constantemente o percibes que su caminar o andar tiene dificultades, este artículo te dará luces para que sepas qué está sucediendo.
Emma E. Sánchez
Me encantan las madres que constantemente observan a sus hijos. ¡Y es que descubren tantas cosas al hacerlo! Esa es la clave para llegar a conocerlos a profundidad, detectar posibles problemas y no perder de vista la realidad que tus hijos viven. Una madre observadora es una mujer a la que difícilmente sus hijos le podrán engañar o mentir, la que siempre sabrá lo que sucede dentro del hogar y, por lo tanto, tendrá las mejores soluciones.
Una de estas madres observadoras y curiosas notó cierto día que su pequeña de tres años con frecuencia presentaba un golpe en la frente. Al principio, creyó que era una casualidad que se golpeara en el mismo lugar, pero de pronto también notó que el golpe no terminaba de sanar cuando ya se había golpeado de nueva cuenta.
La mujer habló con la educadora de su hija y con su niñera, pero ninguna de las dos le dio una explicación que la dejara satisfecha. Pero mientras platicaba con las amigas en el cumpleaños de un amiguito de su hija, se detuvo a observarla detenidamente mientras corría tras sus amigos y vio que se cayó, se levantó y volvió a correr, pero acto seguido ¡volvió al suelo!
¡Ahí, delante de ella, estaba la información que había estado buscando! ¡La niña tenía problemas para caminar! Si alguno de tus pequeños tiene el mismo problema, te recomiendo leer con calma los siguientes seis puntos:
1. Pie plano
Este es el problema más común en los niños cuando presentan dificultades para andar, se cansan muy rápido o tienen una mala postura. De modo que pon un poco de tinta en los pies de tu hijo y hazlo que pise sobre una hoja blanca; si se imprime todo el pie, inclusive donde deberá de manifestarse el arco, hay que visitar al ortopedista.
Alguno padres no consideran importante atender el pie plano en sus hijos o los dientes chuecos, pero ambos casos, de no atenderse con oportunidad, traen consecuencias en la salud física y emocional de los niños. Por favor, tómalo en serio.
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2. Tobillos torcidos
Los tobillos son de vital importancia. Viste a tu pequeño con un pantalón corto que te permita ver sus tobillos y rodillas, hazlo andar de un lado a otro y observa detenidamente si estas articulaciones se mueven de manera armoniosa con todo su cuerpo mientras se mueve; revisa su espalda, que sus hombros estén a la misma altura y que su columna vertebral no presente curvaturas o deformidades. Si detectas alguna anomalía, no des lugar a la desidia y haz cita de inmediato con el ortopedista.
3. Pies con malformación no visible
Observa los pies y toca los huesos de cada pie, verifica su alineación y si presenta dolor o molestia mientras revisas, amiga, acude con el ortopedista, quien de seguro te pedirá que saques algunas placas de rayos X para descartar que algún huesito o nervio esté fuera de lugar.
Compagina tus labores fuera de casa y tus preocupaciones familiares:
¿Eres mamá que trabaja? ¡No puedes olvidar estos detalles!
4. Zapatos inadecuados
A veces, los padres confiamos en las palabras de nuestro hijo cuando dice que los zapatos que se está probando ¡le quedan muy bien! -Porque son justamente los que quiere y no está dispuesto a ver otros-, y a los pocos días encontramos callos en sus dedos y tobillos, talones cortados y malas posturas. Pon atención y remedia la situación.
Otras posibles causas
5. Problemas visuales
No está de más revisar la vista del niño una vez por año, o si la maestra sospecha que no está viendo bien o que no percibe la totalidad de su campo visual.
6. Problemas en su oído
Los niños que suelen enfermase con frecuencia de infecciones en la garganta, pueden llegar a presentar afectaciones en su oído y, por ende, problemas con su equilibrio. Pide a tu hijo que camine sobre una línea pintada en el piso, que dé saltitos de un lado a otro y observa si se mueve sin problemas y no pierde el equilibrio en movimientos sencillos.
Observar a nuestros hijos con calma puede hacer la diferencia en su sano desarrollo. No sólo de pequeños, porque cuando sean adolescentes y se enamoren, ¡lo sabrás aún antes que ellos mismos! Y al llegar a la edad adulta, no tendrán una mejor amiga que los conozca profundamente y les dé los mejores consejos.