¿Mi hijo en prisión? Las cosas que como familia aprendimos de esa experiencia
Este artículo habla acerca de a dura tarea de permanecer enteros como familia, en una circunstancia adversa, y ser útiles, sin morir de dolor en el intento.
Rita Ibars
¿MI HIJO EN PRISIÓN? Mientras mi esposo estacionaba el auto, entre lagrimas yo leía el cartel que decía: “Penitenciaria”. Simplemente no podía salir del auto, mi esposo me extendió su mano y me ayudó a cruzar la calzada, que me pareció la más ancha de mi vida, me abrazaba y me decía, “no es un cementerio, de aquí va a salir”, y yo le preguntaba: “Amor: ¿en que fallamos? ¿Por qué tenemos que venir a ver a un hijo nuestro aquí?” No me respondió. Él también lloraba y creo que tampoco tenía la respuesta. Mientras esperábamos que alguien nos atendiera, recordaba la escena del día anterior, cuando recibimos la terrible noticia de que nuestro hijo iría a prisión, era 22 de Diciembre, y una de las cosas que decíamos con nuestros otros hijos, todos reunidos abrazados y llorando por tan dura noticia, era que iba a ser la peor Navidad de nuestras vidas. De repente se abrió una puerta y un policía intentaba calmarme, mientras yo repetía tiene que ser un error, con lástima en los ojos, el oficial me ofreció ver a mi hijo aunque sea un rato. Iba a hacer una excepción, ya que me vio tan desesperada y que era víspera de Navidad; un día tan especial para las familias. Fue una de las imágenes más tristes de mi vida, mi hijo esposado que me decía: “Perdón mamita. Por favor no llores más”. Lo abracé muy fuerte y le dije: “Amor, por favor que esto no sea sólo una mala experiencia; que esto sea la lección de tu vida”. ¿Cuáles son algunas de las cosas que aprendimos de esa lección? ¿Cuál es la mejor manera de reaccionar como familia? Comparto lo siguiente, como algunas cosas que tal vez puedan servir a quien pase por una situación semejante:
Buscar aprender de esa experiencia
Le repetí esa frase muchas veces en esos eternos cuatro meses y dieciseis días de prisión: “Amor, por favor que esto no sea sólo una mala experiencia; que esto sea la lección de tu vida”. Días muy duros, siempre pensando si lo lastimarían, si comería, cómo se sentiría y mil cosas más.
Buscar la unidad de la familia
Entre nuestros hijos y nosotros, nos turnábamos para que no le faltara la presencia de alguno de nosotros en cada visita, que tuviera nuestros besos, abrazos, risas, conversaciones;
Hacerle sentir que no deja de ser parte de la familia
Queríamos que supiera las últimas novedades de sus sobrinos, a los que ama con todo su corazón.
Tratar de hacer más humana su estadía en prisión
Juntábamos todo el dinero que podíamos entre todos para comprarle provisiones y todo lo necesario para su aseo personal y hasta para que pudiera compartir con sus compañeros de celda y su vida se hiciera mas fácil en ese espantoso lugar.
No perder la esperanza
Cómo transmitir lo difíciles, tristes y desesperantes que fueron esos meses, pero lo que sí puedo expresar es que hoy, a poco más de un año de tan triste suceso, cuando lo veo feliz y hasta que ha formado una hermosa familia, creo firmemente que fue la lección de su vida y que nunca más va a cometer un error que lo lleve nuevamente a ese lugar.
Detectar los problemas a tiempo
Además, yo también tengo la respuesta a la pregunta que le formulé a mi esposo aquel fatídico día: ¿en qué fallamos? Sí, es verdad, fallamos en muchas cosas, como cualquier padre, porque los hijos no vienen con un manual de instrucciones debajo del brazo, sólo que no pudimos ver nuestras fallas a tiempo, como falla cualquier ser humano porque esa es nuestra condición: somos fallos.
Nunca perder la fe en Dios
Aprendimos que el único que no falla es Dios y que con fe, podemos ver Su mano, Su poder, Su guía.
Buscar incrementar el amor en la familia
Ahora que ha pasado la experiencia, nos enorgullece nuestra hermosa familia y que nos dimos cuenta más que nunca debido a esta experiencia que nos tocó vivir: que sea cual sea el error que cometa cualquiera de nosotros, o sea la más linda noticia que tenga que dar cualquiera de nosotros, ahí estaremos todos los demás para apoyarlo, para reír o llorar sin juzgar ni reclamar, solo estar ahí y eso es lo mejor que le pudimos transmitir a nuestros hijos y que ellos lo aprendieron y lo brindan con tanto amor como una verdadera FAMILIA que somos, lo mejor que tenemos en esta vida.