Mi hijo sigue llegando en la noche a dormir a nuestra cama, ¿debo preocuparme?
Terrores nocturnos, falta de cariño y otros males que se curan en el colecho.
Emma E. Sánchez
Mi hijo sigue llegando en la noche a dormir a nuestra cama, ¿debo preocuparme? Si haces esta pregunta a tu abuelita, es muy probable que te diga que estás haciendo algo mal en la crianza de tu hijo, pues “no es sano ni normal” que un niño que ya debe ser más independiente siga yendo a la cama de sus padres por la noche.
Y si están sus amigas o hermanas, ¡hasta te darán dos o tres castigos para corregirlo!
Hoy en día y tras muchos estudios, tenemos muchos elementos para poder decir que el dormir con nuestros hijos está muy lejos de hacerlos débiles o dependientes.
La práctica de dormir con nuestros hijos se le llama colecho, esto es, compartir el lecho junto, y no hay una edad específica para dejar de hacerlo, aunque regularmente los niños comienzan a buscar su propio espacio y privacidad allá de los ocho o nueve años.
Es muy común ver o leer en los grupos de madres primerizas en las redes sociales que piden ayuda porque sus hijos de vez en vez llegan en la noche a su cama, cuando esta situación es normal.
La cama de papá y mamá
Este lugar, en una familia emocionalmente sana, representa un sitio de paz, calor y seguridad. ¿qué tan seguro será para un niño si ve que ahí sus padres que lo protegen de todo mal pueden dormir y descansar sin peligro?
En la cama, se recupera un enfermo, se le rodea de amor y cuidados, se cuentan cuentos todos abrazados, se ríe, se descansa y hasta se puede ver la tv.
Entonces…
¿A dónde iría un niño espantado o con miedo tras una pesadilla si no es a la cama de sus padres?
Cerca de papá y mamá los terrores nocturnos desparecen, las pesadillas se van y los monstruos de los sueños nunca llegan ahí.
Si uno de tus hijos regresa alguna noche a tu cama, no lo despidas, algo ha pasado en su mente y él ha confiado en ir contigo y mostrarte su miedo.
Creo que todos nosotros como padres, nos sentiríamos muy aliviados si nuestros hijos adolescentes o adultos hicieran lo mismo cuando pasen por dificultades.
Así que, ¿por qué romper con este buen habito familiar? Si tu hijo, a la edad que tenga, va a contigo a tu cama, recíbelo, pregunta que le pasa y luego ofrécele la seguridad y el consuelo que busca.
Cuándo no debes preocuparte
No debes preocuparte si tu hijo va de vez en cuando a visarte, el proceso de acostumbrarnos a dormir en nuestra propia habitación a solas toma su tiempo, inclusive si en la misma recámara se tiene la compañía de un hermano.
No debe sorprenderte si pasa que un hermano se pasa a la cama del otro. Tampoco los regañes, recíbelos con amor.
Hay veces que los niños temen el regaño por ir contigo, pero su miedo a estar en su habitación es mayor y prefieren quedarse dormidos al pie de tu recámara para poder sentirse cerca, por eso no los limites cerrándoles la puerta con botón de seguridad.
Esta práctica de encerrarlos para que no se salgan o cerrar tu puerta para que no entren y dejarlos llorar hasta que cansen o decidan irse a su cuarto, no tiene nada de bueno. Esto sí puede ser mucho más traumático. Imagina despertarte en medio de la noche espantado por un ruido o un mal sueño y no poder salir de tu cuarto ¡qué terrible! Niños han muerto así, intentando salirse por la ventana y provocar un accidente mortal.
Cuándo debes comenzar a preocuparte
Un motivo de preocupación es si tu hijo está reportando pesadillas a diario o más de dos veces por semana.
Si está presentando enuresis u orinar de manera involuntaria durante el sueño, en su cama solo o inclusive cuando duerme contigo.
Si te dice que algo malo le pasa en la noche, si te habla de miedo a algo que no ve pero que escucha en su cuarto.
Cuando ha pasado mucho tiempo, más de dos años sin regresar a tu cama vuelve, y tiene otro tipo de regresiones, como querer volver a hacer las cosas que hacía de más pequeño.
Este tipo de situaciones pueden ser los síntomas de algunas complicaciones emocionales o psicológicas más serias que deben atenderse y nunca ignorarse.
Pueden ser, desde un momento difícil hasta una situación tan grave como un abuso. Por favor, consulta un especialista y descarta cualquier problemática.
¿Y qué pasa con la intimidad de la pareja?
Sinceramente, no pasa nada que no pueda recuperarse en otros momentos. Un matrimonio sano, fuerte y emocionalmente comprometidos como padres, entenderá el nivel de prioridades que tienen, se volverán más ingeniosos y creativos para demostrar su amor y mantener su actividad íntima.
Si alguno de los padres se siente desplazado porque el otro presta mayor atención a los hijos, o inclusive siente que su pareja usa de pretexto a los niños para no tener intimidad, ese es otro problema y deberán ser sinceros y hablarlo con claridad.
Puede ser que la esposa, por ejemplo, no desee más estar con su esposo y lo esté evitando por todos los medios y ella ponga a los hijos en medio de ambos como una muralla.
Si es el caso, hay algo más profundo que está ocurriendo entre ellos y que debe atenderse, me atrevo a decir, por un terapeuta de pareja, un mediador o hasta un médico.
Esta situación es más peligrosa aún que el hecho de que un hijo vaya a dormir con sus padres de vez en cuando.
Por lo tanto, si tus hijos están yendo contigo algunas noches, recíbelos con amor. Algunos padres los regresan a su cama cargándolos una vez que han vuelto a conciliar el sueño, unos más llegan a acuerdos para que se queden un rato y luego los acompañan a su cama, todo se vale si es a partir del amor y la comprensión por y para el niño.
Va llegar el día en que no vuelvan más
Mi hija mayor, la noche previa a su boda, llegó a nuestra recámara y nos preguntó si se podía dormir con nosotros, fue muy especial esa noche tenerla cerca de nosotros por última vez como cuando era pequeña.
Por eso, te digo: disfruta a tus hijos, abrázalos, duerme con ellos, juega, vean la TV, lean cuentos y si pueden ¡brinquen en la cama todo lo que puedan!