Mi madre: mi ejemplo para ser una mujer justa
Hacer lo correcto no es fácil pero te permite vivir de manera digna.
Erika Patricia Otero
Todos tenemos una mujer a la que admiramos por su capacidad para ser justa; yo tengo a mi madre. Cuando solo era una adolescente, mi madre pasó por una situación muy difícil que la marcó con una fortaleza envidiable.
Una tragedia
Mi abuelo murió cuando mi madre solo tenía 14 años; en ese momento ella supo que tendría que hacer enormes sacrificios para ayudar a mi abuela.
Según me cuenta, ella terminó el año escolar e inmediatamente buscó la manera de trabajar para ayudar a mantener a la familia. Pero las cosas no continuaron así por mucho tiempo.
Una vida nueva
Mi abuela, devastada por la muerte de su esposo, quiso un cambio radical de vida; así que decidió vender la casa donde vivía con sus hijos y mudarse a la capital del departamento (estado).
La familia de 8 integrantes tuvo que pasar por muchas dificultades. Mi madre por su parte, dejo de estudiar y abandono su sueño de ser una médico, para trabajar a tiempo completo en una fabrica de alfombras y así ayudar a mi abuela.
El sacrificio de mi madre
El trabajo de mi madre era extenuante ya que pasaba todo el día de pie frente a un telar. Al terminar, regresaba a casa a ayudar a mi abuela, ya fuera con las costuras que hacía para mantener a la familia, o con los quehaceres. Su día a día era: acostarse tarde para levantarse temprano y dejar casa arreglada para ahorrarle tiempo mi abuela, ir a trabajar y regresar a casa para seguir con la rutina. Así fue a diario y por varios años más.
La verdad es que cuando ella me cuenta esa historia, noto una sombra entremezclada de satisfacción, nostalgia y tristeza en su mirada al recordar esos días. Mi madre dejó de lado sus sueños y metas, hizo lo que no hicieron el resto de sus hermanos: SACRIFICARSE POR SU FAMILIA.
El mayor de todos un día solo se fue, mi tía también trabajaba y un día se fue a estudiar a Bogotá y allí se casó, y pues siguió con su vida. Los hermanos más pequeños de mi mamá estudiaron y cada cual tomó su propio rumbo.
Cuando mi mamá se casó con mi papá, se llevó consigo a mi abuela y a mi tío, el más pequeño de todos; que solo tenía unos 3 años cuando murió mi abuelo, pero para ese tiempo quizás contaba unos 11 años.
Mi ejemplo a seguir
Mi madre actuó de manera justa y correcta y yo la admiro por ello. Cuando le pregunto si lo volvería a hacer, ella sonríe y dice que sí, que en ese momento su madre y hermanos lo eran todo.
Para ser franca, no lo dudo. A lo largo de mi vida la he visto sacrificarse una y otra vez por nosotras y por tantas otras personas a las que jamás he visto voltearse para decirle: “gracias”; pero sé que ella lo hace con buen ánimo.
Una influencia eterna
Debo decir que sin querer, lo que mi madre hizo y ha hecho a lo largo de su vida me ha influenciado de manera positiva en mi forma de actuar.
Desde que comencé a trabajar, mi única visión ha sido sacar a mi familia adelante, servir a quien esté a mi alcance, ayudar a quien lo necesite sin importarme si lo van a agradecer o no.
La mejor recompensa que he recibido es saber que estoy haciendo lo correcto, que soy coherente con lo que mi mamá me enseñó; y eso siempre me hace muy feliz.
Hacer lo justo no es fácil, requiere olvidarse de uno mismo a favor de otros por la sola convicción de saber que lo que estás haciendo es lo correcto.
No importa por quien sea que decidas actuar de manera justa o lo que sea que hagas, mientras sea correcto; merece mucho la pena porque otros van a seguir tu ejemplo.