Mi vida gira alrededor de los horarios de mis hijos
Mi vida social gira en torno a sus horarios. Soy madre, ¿no debería ser así?
Fernanda Gonzalez Casafús
Hace unos días leía a Catherine Dietrich y me sentí totalmente identificada con ella. En uno de sus artículos, la bloggera cuenta cómo sus horarios los manejan las siestas de sus hijos. ¡Vaya! pensé. Al parecer no era yo la única que programaba mi manicure en la siesta de las 3, o que preparaba la cena aún cuando no habíamos siquiera almorzado, aprovechando los 15 minutos que dormiría mi bebé antes de pedir su “nana”.
Las madres planificamos en función de nuestros hijos. Cuando son bebés en función de sus siestas, y cuando van creciendo, de acuerdo a sus actividades. Ayer, por ejemplo, necesitaba salir a hacerme unos chequeos de rutina, y el laboratorio cerca de casa estaría abierto sólo hasta las 10am.
Cuando antes calzaba mis zapatos y salía, ahora debo convertirme en celadora y despertar a mis hijos a las 9 para salir a tiempo, o rogar que mi madre pueda venir a cuidarlos. Los encuentros con amigas, una invitación de mi vecina a salir a caminar, o una visita al médico de urgencia, también son motivos para revisar en mi agenda imaginaria y planificar de acuerdo a las actividades de mis hijos y mi familia.
Ellos manejan mis días. Y no quiero sonar como una madre que no tiene vida propia (como alguna vez me dijo alguien), pero lo cierto es que vivo para ellos y no sé cuándo será la última vez que tenga el placer de quedarme sentada en el patio viéndolos correr, aunque no haya podido ir a mi clase de zumba.
Aún recuerdo cuánto sufrí cuando salí a festejar con mis amigas el día del amigo hace algunos años. Mi hija mayor tenía apenas seis meses. Jamás la había dejado de noche. Yo iba a salir a cenar por primera vez sin ella y sabía cuánto me angustiaba el sólo hecho de pensarlo. Programé la salida, aún a sabiendas de que por las noches ella no podía dormir sin mamá. Y cuando volví a casa ya dormía, pero había estado llorando mucho.
En mi agenda ella era mi prioridad. Y lo sigue siendo. Pero las mamás también necesitamos tiempo para nosotras. Leer, salir a caminar, mirar el techo o hacer scrolling sin ton ni son en la pantalla del celular.
A veces sentirás que ser mamá acapara toda tu agenda. Y así es, pues aunque seas una madre ajetreada, con mucho trabajo o vida social, de repente te encuentras pensando en tu hijo en el trabajo, en el autobús, en la espera del médico, en la ducha, y la lista sigue. No, no estoy siendo exagerada. Ante todo, somos mamás.
Tal vez tengas miles de cosas que hacer en el día, pero si tu hijo de repente amanece enfermo entonces ya no tendrás más que una: estar a su lado. Y entonces, reprogramas una reunión, postergas una salida, cancelas un turno. Y la agenda vuelve a estar supeditada a tus hijos. Porque ahora tú lo eres todo para ellos. Más tarde habrá más espacios en blanco en tu agenda, pero mientras tanto puedes dar por hecho que lo estás haciendo muy bien.
Ahora que mis hijos están creciendo ya me doy algo más de tiempo para mí misma. Ya no toman siestas, pero van a la escuela, y ése es el momento que puedo usar para programar, decidir, realizar, proyectar.
Mi agenda la manejan los horarios de mis hijos. Y estoy feliz que así suceda, porque pronto volarán alto, lejos del nido, y las hojas de mi agenda volverán a tener mucho espacio en blanco. Mientras tanto disfruto de ver esas hojas cargadas de pegotes de chocolate, dulces, colores y dibujos improvisados.
Porque ser mamá es mi mejor pasatiempo.