¡Mis hijos detestan levantarse por la mañana! Tips para resolver la situación

Marilú Ochoa Méndez

A las siete y media en punto suena la alarma, pero parece que soy la única que la escucho. Mis pequeños de 15 y 11 años podrían sufrir un tsunami o una avalancha, y aún así, seguirían roncando.

Los levanto con todo el amor que puedo, no salgo del cuarto hasta escuchar su voz ronca que afirma que dejarán sus camas, pero inevitablemente debo regresar una, dos y hasta cuatro veces para “despertarlos”. ¡Es agotador! ¿Te ha pasado?

Cansada de esta situación, he de confesarte que busqué una “fórmula mágica” para resolver esta situación, pero -como siempre- descubrí que en la educación nunca hay soluciones instantáneas.

Cada reto vivido en familia, saca a flote una necesidad que es preciso atender de manera precisa. En mi búsqueda, descubrí aportes muy interesantes que te compartiré a continuación.

Lo primero, ¿por qué levantarse?

La paternidad puede ser una lucha, y también un recorrido sencillo. Todo está en los papás y nuestras prioridades.

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Si estás leyendo este texto, es porque te importa que tus hijos se levanten a la hora asignada, y que aprovechen al máximo cada uno de sus días. Mi primer sugerencia, es que te cuestiones la importancia, valor y validez de este deseo o necesidad que exiges a tus hijos.

¿Es necesario que se levanten a la hora que les pides?, ¿por qué?, ¿a quién beneficia esta norma familiar?, ¿a quién afecta?, ¿cumplir con esta condición nos hace crecer como personas y como familia?

Ahora, conciliar mi deseo-necesidad con el deseo-necesidad de mis hijos

En mis quince años de mamá, he vivido algunas veces lo que denominan “ceguera de taller”. Este término se refiere a nuestra incapacidad de mirar con claridad la realidad por estar demasiado inmiscuidos en ella.

Uno de mis primeros “descubrimientos”, impactantes por la claridad y sencillez del mismo, fue que al dirigir y mandar a mis hijos, es importante considerarlos. No elegir a priori todo “por su bien”, sino hacerlos partícipes para buscar juntos el bien para todos.

Para lograr esto funciona exponer los motivos de los padres, y escuchar los de los hijos. Y no solo eso, también escuchar a los expertos.

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El sueño y los hijos, ¿qué dicen los expertos?

Hay varios sitios donde los expertos nos sugieren el tiempo adecuado que nuestros hijos deben dormir de acuerdo con su edad. De acuerdo con la página Guía Infantil, un pequeño de 5 a 8 años debe dormir un promedio de 10 a 14 horas, mientras que a partir de los 10, las horas que requieren disminuyen, aunque siempre recomiendan que descansen al menos nueve.

Los adolescentes, por sus cambios físicos y emocionales, enfrentan un cambio en sus necesidades de sueño. La página Kid’s Health nos indica con claridad a qué se debe: “el ritmo circadiano del cuerpo (una especie de reloj biológico interno) se reajusta e indica al adolescente que se duerma más tarde por la noche y que se despierte más tarde por la mañana. Este cambio en el ritmo circadiano parece obedecer a que los adolescentes fabrican la hormona cerebral melatonina más tarde por la noche que los adultos y los niños, lo que hace que les resulte más difícil conciliar el sueño“.

Descubrir las razones detrás del comportamiento

La oportunidad de mostrar a nuestros hijos el motivo por el que deseamos que se levanten a cierta hora, compartida a través del diálogo en el que nuestros hijos también mostrarán sus necesidades, nos invita a encontrar las razones en los comportamientos, para conseguir una solución apropiada, empática y útil.

Tal vez nuestro adolescente no se levanta temprano justo porque no ha podido descansar, y necesita una o dos horas extra. Y es aquí donde entrarían nuestra creatividad y nuestra cercanía con ellos, para resolver la situación de fondo.

Abrir la mente para ver nuevas formas de actuar

Una solución valiosa que aportó mi esposo a la situación fue delegar en ellos mismos, la labor de despertarse. Estaban acostumbrados a confiar en que yo estaría encargada de insistir diariamente, y el resultado final, estaba en mí. Así que inicié responsabilizándolos a ellos.

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Sin embargo, aunque la idea es que vayan creciendo en responsabilidades es valiosísima, no fue emocionante para ellos, y me tardé un poco en conseguir que se apropiaran de esta responsabilidad con gusto y buen ánimo. Eso sucedió por algunas razones que no había previsto, que me vino excelente analizar, y quiero poner en común contigo:

¿Dejar la cálida y deliciosa cama? ¡no!

Nietzsche acuñó una frase maravillosa: “aquel que tiene un por qué vivir se puede enfrentar a todos los ‘cómos'”. Me encanta.

Los hijos -con razón- se preguntan por qué sus padres se empeñan en hacerlos sufrir, alejándolos de su dulce y cálida cama solamente por maldad.

¿Te has preguntado tú qué motivación tienen los tuyos para levantarse cada día? ¿les alegra vivir un nuevo día, lo agradecen y desean aprovecharlos? A veces, damos por sentado los regalos que tenemos, y vivimos cada día como una pesada carga, en vez de como una oportunidad.

Diario recibes un cheque

Invita a tus hijos a imaginarse que cada día reciben un cheque de 24.000 dólares. Aunque por la noche su cuenta vuelve a quedar en cero. Anímalos a soñar qué harían con esa cantidad para mejorar su vida y la de los suyos.

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Cada día se nos regalan 24 horas, que jamás volverán. Sí importa el uso que le damos al tiempo.

Bendita negación de nuestros hijos a dejar la cama, ¿te das cuenta de todo lo que hemos aprendido en el proceso? Seguro nosotros nos sentimos más seguros de nuestras indicaciones, ellos se sienten considerados y todos sabemos más sobre sus necesidades y hemos trabajado en las motivaciones. Estoy segura de que las cosas irán mejor en adelante, ¿no lo crees?

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.