Mujeres al borde de un ataque de excesismos

¡Qué verdad tan brutal! No vas a hacer tu siguiente compra sin recordar esto. Si estás a punto de naufragar en el mar bravío de tus emociones, este artículo puede ayudarte.

Marta Martínez Aguirre

No hay excesismo que no sueñe con ser el capitán a bordo.

A Magali, su madre le negaba todo, siempre tenía un “No podemos” delante de su nariz. “Somos pobres”, era el emblema familiar. No podían festejar un cumpleaños, comprar una golosina o salir de paseo en el verano. En realidad no eran tan pobres como decían serlo, ambos padres tenían trabajos bien remunerados, no pagaban alquiler (renta) y sus necesidades básicas estaban cubiertas.

Al finalizar sus estudios de liceo (preparatoria) decidió entrar en la Facultad de Derecho y Notariado; una vez que ingresó a la universidad hizo nuevos vínculos y se dio cuenta de que no era tan pobre como su familia decía, ahí conoció la realidad social y económica de otras jóvenes. Entonces comenzó a darse cuenta de que sus padres ejercían el control sobre sus hijas mujeres, limitándolas en los gastos, impidiéndoles reunirse o vincularse por motivos económicos; pero que con su hermano varón no sucedía lo mismo, ya que a él le dejaban gastar y nunca le limitaban nada. Así empezó a tener resentimiento y rabia hacia sus padres. Buscó un trabajo de tiempo parcial, obtuvo una beca para sus estudios y los fines de semana ayudaba a una vecina en un almacén barrial.

Luego de seis años se recibió de escribana con calificaciones excelentes. En menos de un año era una escribana de éxito y tenía un buen empleo. Con el paso de los años comenzó a ascender dentro de la empresa y llegó a lugares que nunca imaginó. Fue en esa etapa donde decidió iniciar terapia. Ya iba por el tercer divorcio y sus hijos estaban fuera de control.

Magali había caído presa del excesismo de decirse a sí misma, “Sí te lo mereces”. De ese modo, siendo una novel escribana empezó a acumular carteras, zapatos, ropa, que nunca estrenaba porque siempre lograba enmaromarse de otro objeto más bonito. Acumuló amores, mascotas, viajes a través del mundo y multitud de heridas. (El Dr. Gregory L. Jantz, en su libro ¡Lo quiero ya!, dice que el excesismo surge cuando los excesos se convierten en “necesidades”. Que se buscan los excesismos como una recompensa; un mecanismo de supervivencia y como una respuesta ilusoria al dolor que enfrentamos).

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Las publicidades del tipo “Llame ya” logran tener éxito en aquellas personas que creen que pueden decirle “¡Sí!” al niño herido de sus recuerdos, y de alguna manera mandar a pasear a sus padres castradores, aquellos que no dejaban hacer ruidos, tener amigos, comprar golosinas; que los limitaban en todo, incluso en tener sueños propios.

Entiendo cuando dicen que no es fácil adquirir autocontrol o dominio de sí, es cierto, es esa absurda decisión de decirse frente al trozo del postre favorito, “No, gracias, ya he comido lo suficiente”. Abrazar y besar las ofertas, ir por otra copa de alcohol con los mismos ojos que descubrir el paraíso, no dejan otra cosa que el sabor amargo de saberse vencidos y dominados por la pérdida de control.

¿Recuerdas aquello que mencionaba Pablo a los Romanos, “De hecho no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero” (Rom 7:19 BLA, 2005)? Lo más asombroso es que la mayoría de los excesismos no son cosas “tan malas”, pero son actos de ilusión que te roban el control de tu vida:

Decide vivir tu vida

Es decir, sé protagonista de tu vida, de vivir a tu modo y como tú lo deseas, y no bajo las decisiones que otros toman por ti. Cuando veas esa cartera que tiene un gran cartel de oferta, piensa, ¿realmente la deseo o es un objeto que llena algo que está vacío dentro de mí? Si es así, piensa y actúa, ¿será que hoy me siento sola?, ¿que extraño a mis hijos?, ¿que estoy cansada de este trabajo? ¿Qué necesidad dejas que la publicidad llene dentro de ti?

Ejercita la paciencia y la perseverancia

No dejes que la prisa de las emociones y la necesidad de la satisfacción inmediata controlen tu razonar, piensa y sé paciente contigo misma, date tiempo y reflexiona sobre eso que te “tienta”. Tal vez las primeras veces fracases y te digas, “No puedo”, pero sé perseverante; puedes ir practicando en diferentes áreas, tu enojo, el comer, las compras y, a medida que vayas dominando áreas, podrás trabajar en aquellas que más te cuestan.

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Identifica las señales físicas

que provocan que tus emociones se desborden. ¿Momentos antes de comprar tienes la boca seca, mueves tus pies más deprisa al pasar por la heladería? Observa tu cuerpo y analiza cuáles pueden ser las alarmas que te advierten para no dejarte manejar por la emociones.

Examina qué situaciones o vínculos te refuerzan

la continuación de una emoción determinada o te acompañan en el descontrol. ¿Compras cada vez que tu suegra te visita?, ¿comes en exceso cada vez que tu esposo te dice que llega tarde a casa?, ¿tus amigas te admiran por esa colección de esmaltes de uñas?

No niegues tus emociones,

como la tristeza, el enojo y el miedo. Reprimir las emociones, al tratar de controlarlas, puede generarte mayor ansiedad. Es muy válido sentir todas las emociones, el inconveniente está cuando las exteriorizas de manera impropia.

Ora a Dios

¿Te has dado cuenta de que los excesismos se suben al barco de tu vida, navegan junto contigo, arrastrados por las olas de la libertad y cuando menos lo piensas, se introducen en tu camarote y te dejan del lado de afuera? Por eso, toma el timón, aférrate al autodominio y no dudes en desalojarlos.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: