Nadie es inmune a las terribles consecuencias de no ser honesto

El hogar es el sitio donde se debe aprender el principio de la honestidad, y donde más inalterablemente se debe vivir. Nadie es inmune a las terribles consecuencias de no ser honesto.

Rafael Vázquez

La “inocente” mentira

He sido profesor por más de doce años. Pero he sido alumno por mucho más tiempo. Por eso, cuando los chicos que se sientan en la parte más lejana del salón están distraídos en alguna actividad ajena a la clase resulta muy evidente para mí, no tanto porque sea yo un profesor experto, sino porque soy un alumno redomado.

En ocasiones me doy cuenta de que están comiendo frituras o pasteles a pesar de estar prohibido por el reglamento. Entonces, llamo a quien esté haciéndolo y le digo: “Señorita, por favor deje de comer y continúe usted la lectura en voz alta”. Lo divertido llega cuando, para disimular, se atragantan con el bocado y me dicen, con la voz estropeada por la comida en la boca: “No, profesor, no estoy comiendo”.

El asunto se pone serio

No siempre es tan evidente el engaño. Por desgracia, es frecuente que objetos de valor se extravíen y al preguntar si alguien sabe qué pudo pasar, nadie responde nada. En años anteriores se hacía una búsqueda minuciosa, y a veces se daba con el objeto y se ponía en evidencia al responsable. Hoy hacer eso está prohibido en casi todo el mundo, porque se busca proteger a los posibles culpables del señalamiento público.

Las consecuencias

La falta de honradez genera una herida en todos los niveles de la confianza, y a veces no es posible restaurarla.

Lee este artículo sobre: todo lo que ocurre después de defraudar a alguien.

Advertisement

¿Qué medida se toma entonces? ¿Cómo enfrenta una fábrica, una empresa o una tienda las pérdidas generadas por lo que se conoce como “robo hormiga”, ese robo en pequeñas cantidades perpetrado por personas que esconden en el portafolios o la bolsa mercancía o materiales de cierto lugar?

Por ejemplo, el precio de todos los productos comercializados, se trate de fruta, harina, ropa, papelería, artículos electrodomésticos y aparatos electrónicos –como televisores y gadgets–, incluye un porcentaje destinado a pagar un seguro contra robo y otras “pérdidas”, como eufemísticamente le llaman. Es así como las grandes corporaciones hacen frente a la altísima probabilidad de que alguna “pérdida” ocurra con cierta periodicidad.

El hogar: la escuela de la honestidad

Es el hogar el sitio donde se debe aprender el principio de la honestidad, y donde más se debe vivir. Con frecuencia sé de maridos o esposas que nunca le dicen a su cónyuge cuánto dinero perciben en realidad. Esconder ese dato de los amigos, reclamar el derecho de no dar a conocer en público la cantidad exacta que ganamos es una prerrogativa en cierto modo sensata, pero ocultarlo de nuestro compañero, de aquella persona que nos ha confiado toda su vida, resulta inconcebible, y en muchas ocasiones es el primero de muchos actos de deshonestidad que se cometen al interior del matrimonio y la paternidad.

La mayoría de los cónyuges y novios que incurren en la infidelidad (lo cual es necesariamente una falta de honestidad) han estado habituados a otras formas de falsedad: algunos son asiduos tramposos en los trabajos escolares, otros robaban dinero del bolso de su madre, algunos más contaban historias falsas sobre su familia para que la gente les diera regalos, etcétera.

Lee este artículo sobre: todas las formas en que eres deshonesto con tu pareja.

Advertisement

“A como dé lugar”

Muchos son los casos en que los padres exigen de los hijos buenos resultados académicos, culturales, deportivos y hasta profesionales, sin importar si el medio por el cual lo van a lograr es honesto o no: “A mí preséntame notas altas, a como dé lugar”. Por desgracia, los niños y jóvenes (y para mayor desgracia aún, debo decir que muchos adultos) no tienen bien estructurado su perfil ético, y con tal de obtener el resultado exigido son capaces de mentir, hacer trampa, robar e incluso consumir sustancias dañinas, con tal de no perder el amor de los padres, ciertos favores económicos o permisos, o conservar el trabajo.

Si enseñamos con palabra y ejemplo el valor de la honestidad, entonces lo primero y más importante que buscaremos nosotros y nuestros hijos será salvaguardar la tranquilidad de conciencia y la dignidad, y todos los esfuerzos emprendidos serán correctos.

Toma un momento para compartir ...