Ni feminismo, ni machismo: Equidad de género
Un niño no es menos por jugar con muñecas y una niña no está mal por gustar del fútbol. Hombres y mujeres son capaces de ser fuertes y débiles como la situación lo presente.
Erika Otero Romero
Hace unos días me di de cara —y fue muy agradable— con un discurso que una joven actriz británica de nombre Emma Watson, más conocida por haber dado vida al personaje de Hermione Granger en la saga de Harry Potter. Emma, quien ya tiene 24 años, se ha convertido en vocera de buena voluntad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en pro de los derechos de la mujer y, como tal, es promotora de un movimiento que ha recibido el nombre He-for-She.
Hace poco fue invitada a dirigirse a las autoridades de la ONU para referirse al tema que ella defiende. Entre sus ideas, hay una que deseo recalcar en este artículo y hacer énfasis, ya que nos concierne a todos como seres humanos.
Para dar inicio, y antes de citarla, quiero resaltar que el feminismo no es una lucha por la supremacía femenina sobra la masculina. Se trata más bien de la igualdad de derechos y oportunidades para ambos géneros, así que teniendo lo anterior en cuenta, citaré a Emma Watson en dos párrafos de su discurso ante la ONU:
“…Hombres, me gustaría aprovechar esta oportunidad para hacerles llegar una invitación formal. La igualdad de género también es su problema. Hasta la fecha, veo cómo el rol de mi padre es valorado cada vez menos por la sociedad, pese a que ha sido igual de importante en mi vida que mi madre. También he visto a hombres aguantando el dolor de una enfermedad mental por miedo a pedir ayuda, porque eso los haría ver menos masculinos. De hecho, el suicidio en el Reino Unido es lo que más hombres mata… Los he visto asustados de lo que se les indica que es el éxito para un varón, porque los hombres tampoco tienen los beneficios de la igualdad.
“No hablamos sobre hombres encarcelados por los estereotipos de su género, pero allí están. Si al hombre no se le hace creer que tiene que ser agresivo, la mujer no será sumisa. Si al hombre no se le enseña que tiene que ser controlador, la mujer no será controlada. Ambos, hombres y mujeres, deben sentirse libres de ser fuertes. Es hora de que veamos a los géneros como un conjunto en vez de como un juego de polos opuestos. Debemos parar de desafiarnos los unos a los otros. Ambos podemos ser más libres y de esto es de lo que se trata la campaña: de libertad…”
Y yo me atreveré a añadir a lo dicho por ella que hay necesidad de libertad como de igualdad en todo el sentido de la palabra. Un hombre no es menos hombre porque la muerte de su esposa o el abandono de la misma lo deje a cargo de tres hijos, una casa y a la vez deba trabajar para sacar adelante a su familia. Una mujer no es “marimacha” (masculina) por el hecho de trabajar en el área de la construcción para sacar a sus hijos adelante y a su esposo enfermo. De igual manera, una niña no es menos femenina porque le guste el futbol, así como un niño no debe ser encasillado como “aniñado” por jugar con las muñecas de su hermana.
El problema de nuestra sociedad es básicamente de estereotipos, de imágenes mentales que se han enraizado en lo más profundo de la cultura de nuestros pueblos, según la cual, hombres y mujeres deben cumplir con roles específicos, que si son de una manera u otra contradichos y derrumbados, están generando un conflicto contra lo que se espera que hagan una mujer y un hombre.
La meta es criar niños que lleguen a ser tan valientes como para cuidar de un bebé, mantener la casa en orden y además preparar la cena y no sentir vergüenza al mostrarse débiles porque una enfermedad o un problema los supere. De igual modo, debemos aprender a educar niñas capaces de arreglar su auto, y a la vez que no tenga miedo de aspirar a un alto cargo en una gran compañía.
Señores, la meta es evitar la violencia hacia los dos géneros, permitir a hijos e hijas que sueñen, luchen y ambicionen ser felices sin miedo a ser juzgados por querer hacer de este mundo un mejor lugar para vivir.