Niños mentirosos: una oportunidad para enseñar sobre la honradez
Mentir no es normal y nunca será mejor que ser honesto y verídico. Ser una persona honesta es posible y hoy en día ¡necesitamos de más gente así!
Emma E. Sánchez
Los seres humanos aprendemos a mentir alrededor de los tres años de edad, aproximadamente, pues en ese tiempo comenzamos a distinguir entre lo que hacemos y que hace felices a los adultos, y aquello que les provoca malestar. El niño entiende que recibe mimos si cumple las expectativas que se tienen de él. O viceversa. Conforme crece, también se da cuenta de que cuando no cumple esas expectativas hay desagrado y malestar. Como decir mentiras.
Y mentir, también es una conducta aprendida. Los niños mienten para escapar de problemas, evitar trabajos desagradables como las tareas (los deberes escolares) y otros más complicados; mienten para culpar a otros por algo que hicieron como es el caso de quienes tienen hermanos y están en constante competencia con ellos.
Algunas personas sostienen que mentir es una cuestión normal, y que inclusive es una habilidad que se debe desarrollar en la vida. Sin embargo, la experiencia nos dice que esto no es cierto, que mentir tiene serias consecuencias personales y sociales.
En mi experiencia docente, es muy común encontrar niños que exageran, mienten, que ocultan la verdad o que la dicen a medias a sus padres y maestros. Cuando entrevistamos a los padres junto con sus hijos, a los primeros nunca deja de sorprenderles cuando a uno de sus hijos se le sorprende en una mentira frente a ellos.
¿Qué podemos hacer para evitar que esta debilidad de carácter se convierta en un problema serio? En principio, trata de vivir de manera cotidiana estos principios y hacerlos parte de tu vida:
Evita mentir a tus hijos
De cualquier tipo, los niños saben cuando se les dice una mentira. La verdad puede ser dicha en el momento correcto, de la manera apropiada y con las palabras precisas. Decir a un niño la verdad le ahorrará muchos problemas en su vida adulta. Decir una mentira necesitará de una más para cubrir la primera, y así sucesivamente hasta que el problema ya sea lo bastante grande que se te escape de las manos irremediablemente.
No justifiques “las mentiras piadosas”
No hay piedad en mentir por muy romántico que suene la frase de “mentir para hacer feliz” a alguien; al final, sólo se trata de una mentira.
No les pidas que mientan por ti…
…A tus acreedores, familiares, amigos, maestros, vecinos y conocidos. Si haces de esto una práctica habitual aceptable, no te debe sorprender que tu hijo te mienta a ti también.
Explicar sencillamente las consecuencias de mentir…
…Por medio de una fábula, un cuento, una experiencia de la vida real; de cualquier cosa puedes valerte para enseñar lo correcto.
Demuéstrale a tu hijo que lo amas por ser quien es
Separa a la persona de sus actos y hazle entender que el amor por él no cambia aun cuando haya cometido un error. Los errores se aceptan, se asumen, se corrigen y se sigue adelante.
Fortalece y enaltece el valor de la honestidad
No te concentres en los errores, trabaja en las fortalezas y en la resolución de conflictos.
Al momento de imponer consecuencias…
…Puedes reducirlas cuando tu hijo es sincero, honesto y reconoce la verdad de sus actos. Decir la verdad a veces no es fácil, pero como todo lo que vale la pena, con esfuerzo y practica se desarrolla y se fortalece.
Lean historias o platiquen de personas honestas
Hace tiempo escuché esta hermosa frase: “Vive de tal manera que cuando tus hijos piensen en un ejemplo de integridad, sea en ti en quien piensen”.
Imagina que no habrá mayor satisfacción para un hijo adulto que recordar a un padre o madre honorables y honestos, quienes les servirán de ejemplo y guía a lo largo de toda su vida.