No debes tolerar la agresividad de nadie, si alguien no te quiere en su vida, déjalo ir

Nada puedes hacer cuando alguien ya no te quiere en su vida, solo aléjate, quizás algún día se dé cuenta de su error.

Erika Patricia Otero

“No hay que forzar las relaciones.

Ni las amorosas, ni las familiares, ni las de amistad.

Las personas que te demuestran que no quieren estar en tu vida

debes dejar que se vayan”.

Algo que no comprendo es por qué, cuando una persona ya no ama a su pareja, comienza a maltratarla. Lo triste es que pasa en las amistades, en el amor y hasta relaciones familiares.

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Yo lo viví con alguien a quien amé mucho. También sufrí mucho por las amistades que me trataron mal para luego alejarse y, desde luego, hasta con familiares muy preciados me pasó. Lo que quizás puede llegar a ser peor, es que pasa sin que te des cuenta. Mientras tú crees que las cosas van bien, en realidad no, y sin previo aviso todo se desmorona.

La agresión tiene muchas caras

Las razones por las cuales alguien a quien aprecias decide que ya no te quiere más en su vida son variadas. Envidia porque conseguiste algo que deseó por mucho tiempo, competitividad por la atención de alguien, mala interpretación de algo que hiciste o dijiste; en fin, pueden ser muchas las causas.

La agresividad puede ser directa o indirecta. Las directas van desde tratarte mal de frente, sin evasivas; desde decir groserías hasta -incluso- agresiones físicas. La agresividad indirecta  aplica más a acciones más disimuladas: chismes, desprecios, mentiras sobre ti, insinuaciones, miradas airadas y distanciamiento.

La hostilidad no tiene edad

Te contaré lo que me pasó. Cuando comencé a estudiar el bachillerato tenía 11 años. Todos los niños que estudiaban conmigo rondaban por la misma edad, así que entablar amistad fue relativamente fácil; sin embargo, conocí a una niña mayor que yo un año, con la que simpaticé mucho, al punto que por casi dos años iba a su casa a hacer tareas y jugar.

Por casi dos años la consideré mi mejor amiga, hasta que simplemente ella decidió que no le convenía que yo estuviera en su vida.

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Un viernes, en medio de la clase de biología, me dijo que ella ya no sería más mi amiga. No quería que fuera más a su casa a jugar o a hacer tareas. Según ella, alguien le “había leído las cartas” y le advirtió que una amiga de ella la iba a alejar del amor de su vida.

Yo, con 12 años no tenía cabeza para novios y cosas de esas. Además, tampoco tenía una apariencia que le fuera atractiva a los muchachos que a ella solían gustarle.

Argumentó que según las características que le dio “la bruja”, yo era esa persona. Honestamente, me quedé con la boca abierta y me rompió el corazón. Al terminar la clase, salí del laboratorio llorando como nunca antes lo había hecho.

La resolución

Ese día llegué a mi casa hecha un mar de lágrimas. Mi mamá luego de un rato pudo calmarme y fue cuando le conté lo que había pasado.

Ese fin de semana fue eterno porque el lunes tendría que volver a verla. Nuestros escritorios estaban cerca, así que decidí que si no quería ser mi amiga, no volvería ni a mirarla. Y eso fue lo que hice.

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Llegué el lunes y  le pedí a una compañera cambiar de puestos; ella no tuvo problema y así lo hicimos. Cuando llegó quien había sido mi amiga y vio que no estaba cerca a su escritorio fue a hablarme para saber porqué yo había cambiado de puesto. Le dije que me había quedado claro lo dicho y eso era todo. Me dijo que había entendido mal y que si bien no quería que fuera su amiga, sí que quería seguir hablándome. Recuerdo que la miré con una sonrisa triste en mi rostro, me levanté y salí del salón. En lo que a mí concierne (y hasta el día de hoy) si alguien no me quiere cerca, simplemente lo dejo ir y punto.

El distanciamiento que puse no lo tomó bien y ella comenzó a burlarse de mí. El asunto es que jamás tuve genio para aguantar las agresiones de nadie y le respondí como se lo merecía.

Ese año se terminó y mi madre me cambió de escuela. Las cosas fueron mejor en el nuevo colegio y conseguí nuevas amigas. Sé que lo que pasó fue fruto de la inmadurez, la ignorancia y los prejuicios. Pero si de algo sirvió lo que viví, fue a aprender a escoger mejor mis amistades y a ser más fuerte.

La hostilidad como falta de habilidad social

Para ser más clara, si alguien es hostil (agresivo) contigo, es porque no sabe cómo hacerte saber que hiciste algo que le molesta. Actuar de forma agresiva con un ser querido, lejos de llevar a solucionar la situación, la empeora y termina.

Las pocas habilidades sociales pueden tener su fuente en la infancia. La persona incapaz de decirle a alguien que algo le molesta, por lo general sufrió abandono; mismo que le causó mucho dolor y jamás supo cómo hacerle frente.

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También pasa que a veces se actúa sin pensar, por impulso. Y el mal genio, lejos de arreglar algo, lo pone peor.

En muchas otras ocasiones, también confunden la franqueza con la ofensa. Las cosas que molestan bien se pueden decir sin herir a nadie, pero al no tener buenas habilidades sociales, lo que se hace es hablar sin filtro terminando por herir a la víctima de su “franqueza”.

Lo que pone peor el asunto, es que la persona agresiva no espera que el ofendido reaccione a su agresión. Sin embargo, no se puede pretender herir a alguien, ofenderlo y que la persona en cuestión no se defienda.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.