No dudes, mamá: sabes lo suficiente
Como madres es inevitable dudar con respecto a si estamos haciendo un buen trabajo. Sin embargo, existen dudas que motivan y dudas que paralizan, este artículo te ayudará a diferenciarlas.
Denhi Chaney
Aunque es mucho más común en mamás primerizas, en tanto se es madre, hay circunstancias y momentos en los que toda madre termina por dudar de sí misma. Es como una enfermedad de la mente o del espíritu que nos acongoja de forma constante y nos roba la felicidad, ya que la incertidumbre nos hace preocupamos demasiado por el futuro y por las consecuencias de nuestras acciones.
Por supuesto, incluso cuando nuestro rol como madres es de suma importancia y siempre tenemos una lista de mil cosas pendientes por hacer, es posible disfrutar de este “trayecto cotidiano”. Sí, siempre y cuando no nos estemos cuestionando de continuo qué tan competentes somos como madres.
Es importante mencionar que existen dos tipos de dudas: aquellas que te motivan a investigar y aquellas que te dejan paralizada. El ex presidente de operaciones de vuelo de Lufthansa, Dieter F. Uchtdorf, señaló: “Es natural tener preguntas. La semilla de la duda honesta por lo general germina y madura hasta convertirse en un gran roble de entendimiento… Algunas veces las preguntas surgen debido a que simplemente no tenemos toda la información y sólo necesitamos un poco más de paciencia.”
Al leer sus palabras me llené de aliento, al saber que algunas de mis dudas pueden desaparecer si me tomo el tiempo de obtener más información y tener paciencia conmigo misma y mi proceso de aprendizaje. Por otra parte, existen dudas que nos hacen sentir fracasadas. Éstas últimas nos paralizan e impiden que hagamos un buen trabajo como madres, por temor a salir decepcionadas. A continuación te presento algunas sugerencias para discernir los dos tipos de dudas, a fin de utilizar las primeras para ser mejores madres y eliminar las segundas.
Sentimientos
Es importante identificar lo que sientes al dudar. El sentir preocupación, ansiedad, y hasta un poco de temor es normal e incluso ayuda a salir de la duda, pues al estar en un nivel no muy elevado, producen la adrenalina que necesitas para lidiar mejor con la situación. No obstante, si tienes altos niveles de ansiedad, caos interior, extrema frustración y enojo, entonces tus dudas te están perjudicando.
Pensamientos
Cuando tenemos una duda positiva, por así decirlo, nuestros pensamientos tienden a ser entusiastas. Por ejemplo, pensamos que aunque no sabemos la respuesta en ese preciso momento, podremos investigarla, o sentimos que mientras estemos haciendo nuestro mejor esfuerzo, nuestras dudas no dañarán a nuestros hijos. Sin embargo, el segundo tipo de duda crea pensamientos negativos, haciéndonos creer que somos un fracaso, que nuestros errores están arruinando a nuestros hijos, o que nunca vamos a ser el tipo de madre que ellos necesitan.
Acciones
Es claro, por los sentimientos y pensamientos que genera cada duda, que la duda positiva nos lleve a hacer cambios, obtener información, y aplicar lo nuevo que hemos aprendido; mientras que la duda negativa nos lleva a no intentar nada y quedarnos paralizadas.
Es común hacer la asociación del dudar con no saber nada; sin embargo, el no saber algo nos abre la puerta a instruirnos y a aprender. Me permito parafrasear este consejo de Dieter F. Uchtdorf: “primero duda de tus dudas, antes que dudar de tu conocimiento.” Sabes más de lo que crees saber y muchas veces eso es suficiente. Pero si no lo fuera, usa tu duda para algo productivo y no para quedarte estancada. Infórmate, aplica lo que sabes, y ten paciencia. Te garantizo que notarás la diferencia.