No lastimes a tu cónyuge: esas frases que destruyen el respeto y hieren el amor
No lastimes a tu cónyuge: esas frases que destruyen el respeto y hieren el alma.
Marta Martínez Aguirre
Quiero recordarte, te agrade o no, que quien los unió en matrimonio los ligó también en el conflicto. Cuando dices “sí” entregas también tu aceptación a sus temores, sus arrugas, sus imperfecciones y sus manías.
Otra vez él dejó la ropa sucia sobre la cama, sabe que te irrita, pero lo volvió a hacer. Su capacidad para molestarte ya está agotando tu paciencia y tienes ganas de irte lejos.
Ahí está, reiteradamente ensimismado, jugando a las escondidas con sus pensamientos. La duda te carcome y sientes que vas a estallar. Te deja de lado en sus preocupaciones y no te comenta nada, siempre cree que eres incapaz de sostenerlo en momentos así y francamente ya no sabes qué hacer.
Su desconsideración ha trepado a tus espaldas y te sientes agotado; ella nuevamente se fue de compras y ni siquiera se acordó de tu falta de calcetines.
No soportas más esa sonrisa irónica que dibuja en su cara cuando le comentas que no está ocupándose de tu hijo y que el niño ha vuelto al colegio con el uniforme sucio y roto a la altura de las rodillas.
El día de tu boda tu corazón saltaba de alegría, estaba dispuesto a vivir en la pobreza, en la enfermedad y a comer pan y cebolla todos los días hasta que la muerte viniera por alguno. Pero cuando la ropa sucia y las cuentas de la tarjeta pudieron más que las promesas, supiste que el amor no era solamente un anillo en el dedo y una torta (un pastel) de siete pisos, con la fotografía de la suegra incluida.
Por eso, no creas que una buena dosis de silencio, cuatro gritos locos y algunos portazos van a solucionar las diferencias con tu cónyuge, mucho menos esa lista de cosas que sueles decirle para que se acuerde de lo que sufres.
Según Judy Ford, psicoterapeuta y autora del libro Every day love: “hablar con amabilidad es una habilidad que las parejas tienen que aprender”. Por lo mismo, te comparto tres tipos de frases que debes evitar por completo en una discusión, porque quedan grabadas con fuego en lo más profundo del corazón de tu pareja:
1. “No vas a cambiar nunca” y “Eres igual al resto de tu familia”
Este par de frases demuestran tu talento para dañar en lo más hondo y profundo de su psiquismo. Sé que cuando dices esas palabras, dejas que tu enojo guíe incluso tu tono para remarcarlo. Tus frases se tornan letales en sus recuerdos infantiles, y aceleran las huellas de dolor muchas veces negado. Si tú no pones freno a tu lengua, no pidas que el amor triunfe antes de fin de año. Cuando una frase de este estilo sale de tus labios, los besos que antes diste se tornan un recuerdo borroso. Quien ama de verdad, busca que la otra persona triunfe, logre cambios y crezca, pero quien destila veneno de esta forma no hace otra cosa que darle la palada inicial para que sepulte todo deseo de superación.
2. “¿Te crees una belleza?”
La vida de tu cónyuge es demasiado valiosa para que intentes destruirla con una expresión tan humillante. Dañar la estima personal es hacer daño al alma de quien te acurruca por las noches y vela por tus sueños. Escúchate antes de hablar, haz que el amor instale airbags (bolsas de aire que resultan útiles ante un choque) en tu boca y proteja a quien amas. Recuerda que algo de su apariencia externa provocó un tsunami (maremoto) dentro de ti.
3. “Ya no me interesa nada de ti, por mí muérete: márchate…”
Esta frase afecta a ambos, porque si consideras seriamente lo que estás diciendo te darías cuenta de que una vez que no le veas, vas a sufrir. Aun cuando el amor esté marchito el otro es un ser humano que ha formado parte de tu vida, de modo que es casi imposible que su ausencia no te afecte.
Busca desafiar al resto de las parejas que tratan de herirse mutuamente. Elévate por encima de los nubarrones del dolor y trata a tu cónyuge con respeto cuando surjan defectos, errores y diferencias. Busca siempre que tu amor sea amable.