No te olvides de ti cuando sacrifiques todo por tus hijos

El amor por los hijos es inmenso, tanto que damos la vida por ellos, pero ¿Realmente alcanzaste tu propia felicidad?

Adriana Acosta Bujan

El amor más hermoso, maravilloso e inigualable es el que sentimos las madres por nuestros hijos; somos capaces de dar la vida entera por el bienestar y felicidad de ellos, de quitarnos el abrigo cuando tienen frio, de no comer por darles alimento, incluso de olvidarnos de sus propias necesidades con tal de que ellos estén bien.

Sacrificamos todo, absolutamente todo; el tiempo en pareja, la salud, el trabajo, las relaciones con nuestros amigos y familiares; no dudamos en desequilibrar la economía familiar con tal de que ellos obtengan lo que desean. Nos convertimos en “madres heroínas”, como si tuviéramos poderes del otro mundo para anticiparnos a las necesidades de nuestros hijos para cuidarlos las 24 horas del día, incluso, activamos nuestro sexto sentido para identificar cuando ellos están en problemas.

Así es el amor de una madre, nunca dudaremos en protegerlos, cuidarlos y proveerlos, porque es algo innato. Por más que los hijos sean adultos y hayan formado sus propias familias, ellos siempre serán nuestros pequeños; esas personitas que han venido al mundo para amarnos, alegrarnos y motivarnos, provocando sacar lo mejor que hay en nosotras mismas.

Demasiados sacrificios pueden frustrar a cualquiera

El día que nació mi hijo fue el más maravilloso, desde el primer segundo de vida me dediqué en cuerpo y alma a cuidarlo, procurando su bienestar. Con el paso de los años me di cuenta que todo mi mundo le pertenecía a él, ya que todo giraba y se movía con relación a mi hijo, cada decisión, cada pensamiento, cada angustia y preocupación; como si no tuviera una vida propia, olvidándome de mí por completo.

Una gran felicidad rodeaba mi corazón al estar con mi hijo y saber que se encontraba bien a pesar de los errores que cometí a lo largo de su crianza; sin embargo, en mi interior crecía una gran tristeza, frustración y dolor, era algo inexplicable porque al parecer tenía todo lo que deseaba.

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En aquel entonces comencé a descuidar mi salud por completo, ya que nunca encontré el tiempo para ejercitarme, también empezaron los conflictos maritales que me demandaban tener mayor convivencia con mi pareja, porque sin darme cuenta estaba menguando el amor y la pasión; incluso puedo confesar que me volví una ermitaña dejando a un lado los compromisos sociales, porque prefería estar en casa cuidando a mi hijo.

Mi historia es un ejemplo de cómo vamos olvidando que tenemos una propia vida al convertirnos en madres. Sin duda, ser mamá es una gran bendición que llena nuestra alma de amor y le da sentido a nuestro vivir, pero que desafortunadamente si no pensamos en nuestras necesidades, sueños y anhelos a la par de la crianza, nos irá apagando la magia interior, y provocará un sentimiento de culpabilidad y frustración.

El amor a los hijos y a uno mismo

Es normal que los padres quieran lo mejor para sus hijos y que muchas veces antepongan su propia felicidad, pero debemos aprender que la crianza no se trata de olvidarnos de nuestros sueños y necesidades, por ello será preciso reflexionar sobre los siguientes aspectos:

1 Tiempo en pareja

Seguramente deseabas con muchas fuerzas y anhelo convertirte en madre, así como tú, también lo quería tu pareja. Para los dos, ser padres es lo más importante en sus vidas, por tal razón deberán luchar y esforzarse el doble para cubrir no solo con las necesidades de su hijo, sino las de ambos.

Es común que cuando nace el pequeño se desatienda la vida en pareja, pero será conveniente reflexionar sobre ello, puesto que tu esposo es una base sólida familiar que te ayuda, cuida, protege y te hace sentir amada y especial. Recuerda que tu esposo es tu cómplice, el amor de tu vida y que tu hijo representa el amor que existe entre los dos. Así que deberás comprometerte para que la relación se fortalezca día a día, brindándose tiempo de calidad para mantener vivo el amor.

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2 Tu bienestar es importante

Algunas veces pensar que cada minuto que reservaba para uno mismo, es un minuto menos que estamos con los hijos, eso puede llenarnos de culpabilidad. Sin embargo, comprender y aceptar que también es importante contar con un tiempo para cubrir con nuestras necesidades y realizar nuestras cosas, no es un acto de egoísmo, sino una acción para sentirnos bien, tanto físicamente como emocional. Ya que si no lo haces, entonces no estarás en óptimas condiciones para dedicarte a tu hijo.

El tiempo que demanda tu hijo es valioso sobre todo cuando es pequeño, pero deberás aprender que tú también necesitas un tiempo para hacer lo que te gusta; por ello no está demás en apoyarte con tu pareja, para que te ayude a tener un tiempo libre, así te sentirás mejor contigo misma.

3 Los hijos crecen rápido

En un cerrar y abrir de ojos verás cómo tu hijo ha crecido y que tal vez pronto dejará el nido, para ser una persona independiente que tiene sus propios sueños y deseos por conquistar. Es la ley natural de la vida, lo hiciste tú también. Por tal motivo, deberás aprender que la crianza y tus sueños no están compitiendo, sino que se pueden lograr a la par.

Si quieres seguir estudiando, trabajar, iniciar un curso o cualquier otra cosa, ¡hazlo!, recuerda que cuando los hijos van creciendo ya no son tan demandantes, incluso puedes administrar tu tiempo y el de tu hijo para hacer lo que quieras sin necesidad de descuidarlo.

Es casi inevitable que los hijos vuelen y dejen su hogar para construir el suyo. Por eso, es importante que mantengas tus relaciones sociales, tu vida en pareja, hacer lo que te gusta y dedicarte a ser feliz. Conquista tus sueños, alcanza tus metas y nunca te detengas. Los hijos siempre estarán contigo aun en la distancia, ellos nunca dejarán de amarte por hacer tu vida. ¡Sigue sacrificándote por tus hijos, pero también por ti!

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Adriana Acosta Bujan

Adriana Acosta estudió comunicación, es madre y abuela, y actualmente se dedica a la enseñanza e investigación a nivel universitario en Puerto Vallarta. Publica sus escritos esperando que ayuden a las personas que leen sus útiles vivencias.