No temas envejecer, teme no vivir
Desde que naces estás envejeciendo, por eso disfruta cada día como si del último se tratara.
Erika Patricia Otero
Esta mañana mi madre hizo un comentario que me puso a reflexionar. Ella me dijo: “La gente celebra los cumpleaños como si se tratara de un gran evento, cuando en realidad lo que pasa es que están envejeciendo”. Tiene su punto, no lo voy a negar, pero porque a mí o a ella no nos guste celebrar con bombos y platillos nuestro cumpleaños, no quiere decir que las otras personas no puedan.
Sí, a mi no me gusta cumplir años. Eso de celebrar que tengo un año menos de vida, como que no me entusiasma mucho. Mi problema no es la vejez, es mucho más complicado que eso o la muerte. Es más, si tengo suerte y salud, quisiera llegar hasta los 70 o más; sin ponerle problemas a nadie, claro.
El asunto es que quiero darle un sentido a mi vida. No deseo solo llegar a la vejez así sin más; eso no es vivir, eso es solo ocupar un espacio en el mundo y listo. La vida para una persona hasta la vejez debe ser mucho más que nacer, crecer, reproducirse y morir.
Vivir hasta la vejez, pero con un sentido
En efecto, vivir va mucho más allá de esos aspectos. Es más, desde el mismo momento en que nacemos existe la posibilidad tangible de morir; así que la vida es frágil, pero pocos son conscientes de eso.
Algunos de los que son conscientes de su vida, pasan toda su existencia temiendo a la muerte. Para ellos, morir es la pérdida de la oportunidad para seguir respirando. Entonces, esto me lleva a otras preguntas: ¿Qué hacemos con nuestra vida?, ¿De verdad le sacamos todo el provecho que deberíamos? La respuesta corresponde a cada uno de nosotros.
El misterio de existir
La realidad supone mucho misterio que no todos comprenden. Un día puedes levantarte y pasar todas las 24 horas sin hacer mucho más que ir al baño y prender el computador para navegar por la red, igual estás existiendo. Pero… ¿Esto es realmente existir?
La realidad es que no. Se supone que has venido con un propósito, y el meollo del asunto es que logres descubrir el sentido de tu vida ¿Cómo se logra? Pues experimentando, errando, cayendo y levantándose una y otra vez hasta encontrar aquel oficio o labor con el que te sientes pleno y feliz.
Para algunas personas el sentido de su vida es acumular muchos bienes materiales, para otros es dar su vida al servicio altruista, otros más sueñan con tener una gran familia, otros quieren entregar su vida por completo a una creencia religiosa, y así hay gente en todo el mundo persiguiendo un propósito que al final de sus días les permita sentirse realizados, que les diga que su existencia valió la pena.
Seamos como un buen vino
Todos hemos escuchado que el vino, entre más añejo es, más calidad y sabor tiene. Pues así deberíamos hacer como el buen vino: envejecer con calidad.
¿Cómo se envejece con calidad?, pues haciendo que la vida valga la pena, envejeciendo con dignidad y actuando acorde a la edad que tenemos. Sé que con los años muchas personas desean sentirse jóvenes de nuevo, y por supuesto que se puede, siempre y cuando no se olvide que “querer no es igual a poder”.
¿A qué me refiero con que querer no es igual a poder? Con que a los 50 o 60 ya no se tienen las mismas fuerzas de los 20. Igual puedes viajar, ejercitarte, reencontrar el amor, estudiar, siempre y cuando seas consciente de tus limitaciones.
Siempre se puede llegar a una edad avanzada, disfrutando al máximo de la vida sin ponernos ni en riesgo ni en ridículo.
Saber quemar etapas
Es importante que sepamos que con cada edad, hay experiencias por vivir. Aunque te sientas joven, no es lo mismo montar una motocicleta vestido por entero de cuero a los 20 que a los 55.
Ni el amor, la educación o la diversión están restringidos por la edad; para nada, solo que debes procurar que todo lo que hagas sea acorde a tus fuerzas y a tu edad, para que tengas una vejez productiva, digna y feliz.
No es que importe o no el “qué dirán”; de hecho, nadie puede controlar lo que los demás piensen o digan de uno. Sin embargo, lo que sí es importante es lo que pienses y sientas de ti mismo en cada experiencia de tu vida.
Al final, lo que vale es lo que viviste e hiciste por los demás
Se dice que al morir, rememoramos cada episodio de nuestras vidas, todo. Lo que amaste, serviste, enseñaste, aprendiste, compartiste e incluso lo que sufriste; porque de todo eso está hecha la vida.
Por eso hay que hacer que cada día valga aunque sea un poco ¿Cómo hacerlo? Puedes vivir como siempre lo haces, seguir tu rutina y tan pronto como tengas una oportunidad ayuda a quien lo necesite, lee un buen libro -o uno malo-, enseña a alguien con una de tus experiencias, abraza, besa, ama, di a un ser querido que le quieres.
Todo eso es importante porque desde el mismo momento en que nacemos, comenzamos a envejecer y no sabemos cuándo la muerte llegue a nosotros o a la vida de un ser amado.
No temas envejecer, teme lo que dejas de hacer por tener miedo.
Arriésgate un poco, y cuando tu intuición te hable fuerte acerca de no hacer algo, déjate guiar, porque solo tú eres tu mejor o peor enemigo en la vida. Y recuerda: ¡Disfruta tu vida!