Nuestros hijos son lo que comemos
Los problemas de alimentación de nuestros hijos generalmente son causados por nosotros mismos.
Emma E. Sánchez
Hace unos pocos días dando acompañamiento en la crianza de sus hijos a una joven madre, ella me decía que no entendía el por qué sus hijos tenían sobre peso. En algún momento de la conversación y tratando de no hacérselo sentir como una falta de respeto pero sí como algo fuerte que le hiciera tomar conciencia tuve que decirle: Corazón, tú también tienes sobre peso ¿por qué crees que toda tu familia lo tiene?
Ella lo pensó un poco y me dijo que era una cuestión familiar, que eran de “huesos grandes”, que era una cuestión “hormonal” y la escuché hasta que ella misma ya no tuvo más excusas y al final dijo: mi familia tiene sobre peso porque comemos muy mal y no hacemos ningún tipo de ejercicio. En ese momento ya podíamos comenzar a trabajar en los cambios alimenticios.
Hasta que como padres no aceptemos que nosotros tenemos la responsabilidad de enseñar a comer a nuestra familia correctamente, no podremos hacer ningún cambio real en la nutrición de nuestros hijos.
Hoy en día, son muchos países en el mundo o que enfrentan el problema de la obesidad infantil y muy pocos han tenido buenos resultados para controlar o disminuir el problema, pues no es una responsabilidad gubernamental sino familiar.
Generalmente los problemas alimentarios de los hijos son en realidad nuestros propios problemas y los malos hábitos que hemos desarrollado y transmitido a la siguiente generación.
Medline Plus determina que la obesidad se caracteriza por la acumulación de grasa en el cuerpo siendo esto nada saludable.
La comida y la alimentación casi siempre está ligada a los recuerdos de nuestra infancia, sean buenos o sean malos y muchas veces nos alimentamos y alimentamos a nuestros hijos de manera subconsciente. Nuestros comportamientos relacionados con la alimentación son una respuesta condicionada por algo que sucedió en nuestro pasado y que en el presente lo repetimos con nuestros hijos.
Muchos de nosotros fuimos criados con frases como:
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Eres una buena niña, ¡te comiste todo!
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Cómete todo, muchos niños quisieran tener esa comida
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No hay postre si no te terminas tu plato
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un bocado más y te doy postre
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no te puedes para hasta que no te comas todo
Frases como estas moldearon nuestro carácter e inconscientemente creemos que somos buenos si nos comemos todo, sentimos culpa si dejamos algo en el plato, comemos cuando nos sentimos tristes o comemos siempre para celebrar, comer nos hace sentir bien.
Este tipo de ideas debemos dejarlas de lado y ya no trasmitirlas a nuestros hijos.
Si en casa tu familia tiene problemas de obesidad o sobrepeso, permíteme hacerte algunas recomendaciones:
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junto con tu esposo, revisen quien es el que promueve el consumo de alimentos chatarra
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identifiquen quien es el que compra golosinas o bocadillos
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hablen de los sentimientos que experimentan al comer y tomen consciencia de eso
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tracen una meta familiar sobre la comida y las actividades físicas que realizarán
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incluyan en su alimentación frutas y verduras
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poner una meta para dejar de consumir o bajar su consumo de refrescos o golosinas
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desayunen diario
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nunca usen la comida como un premio o un castigo
Piensa en esto:
Si no ponemos un alto a la mala alimentación de nuestros hijos. Seremos la primera generación de padres que verá morir a sus hijos por enfermedades cardiovasculares, diabetes e hipertensión.