Para que el matrimonio NO naufrague, debes remar con tu pareja
El matrimonio es un poco como una playa paradisiaca en el mar caribe, muchas veces será apacible y reconfortante, pero otras veces los problemas y las dificultades investirán como las fuertes olas del mar profundo.
Diana Cantor Martinez
Tú y tu esposa se han ido de viaje a una isla en el Mar Caribe. Una tarde deciden salir a remar y se alejan un poco de la playa. La noche empieza a caer y de repente las olas suben su nivel y chocan bruscamente contra la canoa, presientes que algo no está bien y es hora de regresar. Mientras luchas infructuosamente por remar en medio del brusco oleaje, tu esposa toma el otro remo y trata de remar, pero no llevan el ritmo, cada uno lo hace en dirección distinta y en tiempos diferentes, la canoa empieza a girar en círculos ¡no pueden salir de allí!. Agotada tu esposa tira el remo a un lado mientras angustiada y confundida piensa que no hay salida. Tú sigues remando, no te das por vencido. La noche cae inevitablemente y el mar se ha vuelto cada vez más agresivo. Tu angustia se está convirtiendo en frustración, sabes que si ella no te ayuda, ¡morirán!, así que de lo más profundo de tu corazón se desgarra un grito: “¡Necesito que remes conmigo o nos hundiremos!”
El matrimonio es así, el compromiso de sacarlo a flote es de los dos. Ninguno puede bajar los brazos y dejar al otro solo en medio de una lucha que a la larga será infructuosa.
Se necesitan el uno al otro en toda esta travesía
El matrimonio es un poco como una playa paradisiaca en el Mar Caribe, muchas veces será apacible y reconfortante, pero otras veces los problemas y las dificultades investirán como las fuertes olas del mar profundo. Los dos deben caminar esta travesía tomados de la mano y conscientes del compromiso.
La crianza de los hijos, las tareas del hogar, la comunicación, la toma de decisiones, la resolución de los conflictos, las expresiones de afecto, las dificultades. Todos, absolutamente todos los aspectos y dimensiones que abarcan el matrimonio necesitan de la disposición de los dos.
Desde muy temprano aparecen los conflictos en un matrimonio donde uno de los dos no asume con responsabilidad su nuevo rol. Muchos se casan sin considerar todo lo que implica el matrimonio. Una vez enfrentados a las situaciones cotidianas, las evaden y vienen entonces los problemas con el otro miembro de la pareja, que termina asumiendo lo que el otro no hace.
Quiero invitarte a que leas este artículo para que profundices un poco en el compromiso que el matrimonio exige: El divorcio no es una posibilidad
Muchas personas soportan en silencio la falta de reciprocidad a su entrega y dedicación, se convierten en el sostén del matrimonio, luchan y se desgastan por los dos. Sin embargo, en lo más profundo de su corazón yace el resentimiento, la frustración, o la soledad. Las responsabilidades del hogar deben ser compartidas. Este es el punto de quiebre de muchos matrimonios, la falta de sincronización, la falta de acompañamiento. Cuando el que da se cansa de dar, muchos matrimonios se naufragan.
¿Qué ruta debo tomar?
¿La disolución del matrimonio?, quizás esa sea la salida corta y a lo mejor la que menor esfuerzo requiere. Pero esta es sin duda alguna la ruta que mayor costes emocionales tiene, ¡todos pierden!, esposos e hijos. Entonces ta vez te preguntes, ante una persona que no quiere seguir adelante, ¿qué puedo hacer?, o tal vez sí quiere seguir, pero sin asumir el costo y la responsabilidad que implica, ¿debo entonces, acaso, resignarme? Estas preguntas son difíciles de responder y solo tú lo puedes hacer. El objetivo de esta nota es hacer un llamado, invitar a reflexionar sobre el significado del matrimonio y sobre el compromiso que este implica.
Cuando los dos van al frente en el matrimonio, muchas son las rutas y las salidas que le pueden hallar a sus baches y dificultades: asistir a una terapia de pareja, cambiar algún mal hábito, renunciar a comportamientos que los alejan, reinventarse como pareja, vencer la monotonía, etc. En fin, todo es posible si el compromiso es mutuo. No se trata de un simple viaje de vacaciones, en donde puedes cambiar la ruta a mitad del camino o decir: “¡Me embarque, pero ya quiero bajarme!” Aquí hablamos de hijos y sueños compartidos.
Si tu matrimonio está a punto de hundirse porque estás confundido, cansado, agotado, ora a Dios Todopoderoso, para que te dé fuerzas y sabiduría. Toma el remo y junto a tu esposo o tu esposa eviten el naufragio y no olviden nunca sus promesas frente al altar.
Encuentra en este otro artículo, una fórmula para salvar tu matrimonio: Ser amigos, amantes y esposos: el secreto de la pareja perfecta.