Perdona siempre, y libérate de la carga del rencor
Cuesta perdonar a quien te hace daño, pero es más fácil hacerlo, que tener que lidiar con la carga del rencor toda la vida.
Erika Patricia Otero
“El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la tierra.
Es dos veces bendito;
bendice al que lo da y al que lo recibe”.
William Shakespeare
Cuesta perdonar a quien te hace daño, pero es más fácil hacerlo, que tener que lidiar con la carga del rencor toda la vida.
Por mucho tiempo confundí lo que era el perdón. Para mí era mucho más simple llevar en mi el peso de la herida carcomiendo mi mente. Eso de ser humilde, de “olvidar la ofensa” era simplemente algo para los débiles y no, yo no era débil.
Sí, me envenené por años y eso me amargó más de lo que debía. Sí, también me hizo fuerte, pero además de ello solitaria y desconfiada. Sin embargo, esto cambió de forma radical hasta que comprendí el poder liberador del perdón.
La vida te muestra el camino
Hay que aprender lo que es el perdón. Perdonar no es tolerar hasta la humillación cada afrenta sin decir nada en lo absoluto. Ningún ser humano, por muy humilde y bueno que sea, puede tolerar eternamente tanto veneno. Perdonar tampoco es olvidar la ofensa. Olvidar es realmente imposible para las personas.
Perdonar es ser capaz de recordar la ofensa sin que el recuerdo de la ofensa genere dolor o deseos de venganza. Para mí, descubrir lo anterior fue revelador.
En un principio cuesta superar el dolor, no lo voy a negar; sin embargo, el tiempo y la resiliencia ayudan a ser capaz de comprender las cosas. Además, se aprende a dejar en manos del tiempo o el destino la situación.
No es karma, es cuestión de física
A manera de broma siempre le digo a mi familia que “Nadie se va de la tienda sin pagar lo que compra”. A lo que me refiero con esta expresión es que ninguna persona muere sin que la vida le cobre las ofensas o el daño hecho a los demás.
Es que la misma naturaleza lo enseña la tercera ley de Newton, cuando dice que “Cada acción genera una reacción, y esta última tendrá la misma fuerza que imprimiste a la primera”.
Es lo mismo con la justicia a manos de la vida. Ninguna persona puede escapar de las consecuencias de sus actos; todo, todo en lo absoluto, tanto los actos buenos como los malos, reciben la recompensa merecida. Es por esa razón que no perdonar y guardar rencor es dañino y un sin sentido.
Ahora bien, tampoco se trata de que “como la vida se cobra todo, entonces esperaré vigilante a que pague lo que me hizo”, tampoco.
La cuestión es perdonar el daño que nos hicieron y seguir la vida lo mejor posible. Si deseas seguir hablando o no con la persona que te dañó o no, es cuestión de cada uno de nosotros.
La naturaleza liberadora del perdón
Perdonar requiere que lo decidas. Una vez hayas tomado la decisión de perdonar, dejas salir todo tu dolor. No necesitas tener a la persona que te lastimó frente a ti, solo llora si necesitas descargar la rabia, el dolor de la traición, la tristeza y la frustración y luego ora por fortaleza para conseguir tu propósito.
Te va a costar un buen tiempo; sin embargo, poco a poco te irás dando cuenta que recordar que ese evento que te marcó tanto con dolor y rabia, pues ya no duele.
Otra cosa importante del perdón, además de su efecto sanador y liberador, es que además aprendes la lección. Es magnífico darse cuenta que no volverás jamás a cometer los errores de antaño.
Deja que el universo se haga cargo
La vida sigue, puedes o no tener cerca a quien te dañó, pero la realidad es que te des cuenta o no, la vida se encargará de pasar la factura por la herida que te hicieron. Lo importante es no esperar esa “revancha”, eso no sería ni de cerca perdonar.
Lo que sí es cierto es que la vida continua. Pueda que el daño causado haya dejado en ti mucho sufrimiento, pero no debes hacer que nadie pague por tu desconfianza, es como hacerle pagar a esa persona lo que alguien más te hizo, no es justo de ninguna manera. Esta es una parte importante de sanar gracias al perdón.
La vida te enseña a que sin importar cuanto tiempo pase, estamos acá para aprender valiosas lecciones de vida. Algunas se pueden aprender por el ejemplo que los demás nos dan con sus vivencias; sin embargo, el perdón es algo que solo se aprende por experiencia propia y se logra con el tiempo y la fuerza de voluntad.
Ya se trate de una enseñanza de un familiar, que sigas el consejo de un libro sagrado o la guía de una enseñanza espiritual, el perdón jamás dejará de tener esa magia reparadora que libera y te llena de luz el camino al amor.