Por qué antes de entender a tu pareja, debes entenderte a ti mismo
A veces batallamos para entender a nuestra pareja, sentimos que nunca podremos comprenderla. Muchas veces lo mejor es empezar por comprender cómo funcionamos en nuestro interior. ¿Quieres saber cómo hacerlo?
Oscar Pech
Hay un hecho fundamental en la comunicación, que es acaso el centro de su funcionamiento: eliminamos la posibilidad real de comunicación cuando queremos ser escuchados en vez de escuchar y entender a nuestra pareja, hijos, padres, etcétera. Y más todavía: fallamos en el intento de comunicarnos cuando pensamos que todo gira en torno a nosotros; es decir, al asumir que lo que nuestra pareja dice o hace es por causa nuestra. Ese es el origen de las distorsiones cognitivas, de cómo malinterpretamos lo que nuestros seres queridos nos dicen.
Los autores Ellis y Harper, en 1975, dieron una lista de las más comunes distorsiones cognitivas. Todas ellas tienen un mismo origen: el pensamiento irracional de que todo lo que hace nuestra pareja, lo realiza para uno, o sucede en torno a uno. Esto, por lo general, acontece en un proceso de tres pasos:
1. Nuestra pareja hace algo.
2. En nuestro interior tenemos un monólogo irracional en el que le adjudicamos ciertas intenciones a esas acciones.
3. Experimentamos una emoción hacia nuestra pareja
basándonos en ese monólogo irracional, no en los actos realizados por él o ella. Es decir, que casi todas las cosas que nos irritan o molestan de nuestra pareja no están en ella, sino en la manera en que entendemos sus hechos, gestos y palabras.
Las dos formas más comunes de monólogo irracional son variantes de dos tipos:
1. Frases que te victimizan o hacen de la otra persona un victimario, como “Esto lo hace mi esposo sólo para molestarme”.
2. Generalizaciones absolutas que implican un “siempre”, “nunca”, “jamás”, del tipo: “Desde ahora en adelante…”, “Nunca más yo podré…”, y esas dos toman varias formas. Menciono a continuación solo las más comunes:
Polarización
Tiene que ver con el perfeccionismo. Se da cuando cualquier error en tus hijos o tu pareja hace que consideres que todo en él es un fracaso total. Quien padece esto olvida que todos los seres humanos estamos hechos de luces y sombras. Y esta distorsión nos lleva a la segunda:
Filtro mental
Nos concentramos de tal manera en un detalle negativo de nuestra pareja que nos volvemos ciegos por completo al resto de sus cualidades positivas. He conocido personas que tienen a la pareja casi perfecta, y por solo un detalle que no les gusta son infelices, teniendo todo para una vida plena.
Lectura de pensamiento
Es la tendencia a creer que sabemos lo que los demás piensan y sus motivaciones más ocultas, y a creer que el centro de esas acciones es uno mismo. Quien lo sufre por lo general ni siquiera se preocupa por comprobar si dichas intuiciones son correctas. De esa manera crea profecías que se cumplen a sí mismas por causa de la propia interacción negativa con la pareja, que genera el cumplimiento de nuestras expectativas.
Generalización excesiva
Se da cuando tendemos a extraer conclusiones generales, partiendo de un solo incidente. Lo peor es que se trata de conclusiones absolutas y categóricas: “Nunca podré volver a…”, “Todos los hombres son iguales”, “Nadie me querrá nunca”, “Siempre será un fracasado”. Ese tipo de pensamiento nos niega el albedrío y la posibilidad de cambiar, tanto a nosotros mismos como a nuestra pareja o hijos.
Personalización
Surge cuando nos situamos como el centro de cualquier problemática. Esto puede tomar dos formas:
El perfeccionismo
Se suscita al tener ciertas expectativas de nuestra pareja, y queremos que él o ella se ajuste a las nuestras, y, cuando no concuerda, nuestra respuesta es amargura, frustración, cinismo, en vez de ser más flexibles en nuestras expectativas.
Etiquetación
Podría resumirse en la frase “la medida de un ser humano son los errores que comete”. Le pegamos una etiqueta a nuestra pareja, hijos, suegros o cuñados, y de allí en adelante ya no vemos a los seres humanos como vivos, cambiantes, sino solo la etiqueta; los cosificamos y nos fijamos casi siempre en aspectos externos y parciales.
Ahora, una vez más: lo que importa no es únicamente saber cuáles son nuestras distorsiones cognitivas más importantes (aunque sí, claro, identificarlas es un gran avance en el proceso de mejorar nuestra comunicación con nuestra pareja). Es fundamental sin embargo reconocer que casi todos los problemas de comunicación que tenemos con nuestra pareja provienen de esos diálogos internos, que distorsionan la manera en que percibimos las cosas y dañan nuestro sistema emocional.
Es muy importante darse cuenta de que nuestros sentimientos se ven modificados por nuestros pensamientos y, por lo mismo, es bueno estar consciente de que las emociones y los factores adecuados se desprenden de dos factores:
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La apreciación realista de las diversas circunstancias, experiencias y estímulos ambientales.
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Distinguir entre preferencias o deseos y necesidades reales, a fin de mantener una perspectiva adecuada y proporcionada.
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En 2001 se estrenó una película muy hermosa, que en español fue titulada Una mente brillante. El filme cuenta la vida de John Forbes Nash, ganador del Premio Nobel de Economía en 1994, quien desarrolla esquizofrenia paranoide. Lo interesante de la vida de este genio es que él llegó a estar consciente de su demencia y, dado que esta enfermedad es incurable, con mucho esfuerzo pudo vivir una vida más o menos normal, o controlada. Ahora, ¿cómo se une esta historia con nuestro tema? La manera en que Nash superó el estado crítico de su esquizofrenia no fue por medio de la negación o eliminación de su lado ilusorio; sino que él logró sobrellevarlas, al dejar de alimentarlas. Él dijo: “Todavía veo cosas que no están allí, pero decido no verlas. Es como una dieta para la mente, decido no ser indulgente con ciertos apetitos”. Esa es, creo, la mejor manera de evitar las distorsiones cognitivas que todos tenemos: tomar conciencia de ellas, y obligarnos a no verlas, a no alimentarlas.