¿Por qué Dios permitió que mi relación fracasara, si me empeñé en ella?
A veces nos suceden hechos inesperados que nos rompen por dentro, sin embargo, Dios nos toma siempre de la mano. ¡Recibirás consuelo!
Marilú Ochoa Méndez
Al casarnos, todos deseamos que nuestra historia tenga un final feliz. Cuando a pesar de todos los esfuerzos un matrimonio fracasa, nuestro mundo se resquebraja.
Caen los trozos uno a uno sacudiéndonos el piso y dejándonos en el más completo abandono. Entonces, como acto reflejo, miramos al cielo, preguntándole a Dios el por qué.
¿Por qué Dios permitiría que nuestro matrimonio que pretendía formar un gran hogar, estallara de esta manera?, ¿por qué si con lágrimas le has pedido muchas veces su intervención, las cosas no se arreglaron al final?
En este artículo queremos reflexionar contigo al respecto, y ayudarte con algunas respuestas a estas inquietantes preguntas.
Hay alguien detrás tuyo que te ama como nadie
Recuerda que Dios está fuera del tiempo, y que siempre ve con perspectiva lo que a ti te abruma y agobia.
Una foto hermosa que he visto por ahí explica perfectamente esta idea: en ella se encuentra Jesús frente a una niña pequeña pidiéndole que le entregue su pequeño oso de peluche. Ella se niega preocupada, temiendo alejarse de su compañero fiel. Lo que puedes mirar detrás de Jesús es una metáfora hermosa de Su amor: Él tiene detrás suyo un gran oso mucho mayor, más cálido y bello para dárselo a cambio.
Reconocer que ante cualquier cosa que te suceda, tienes un Padre todopoderoso detrás tuyo, es un gran consuelo. Es doloroso y triste vivir un fracaso matrimonial, pero nunca estás sola. ¿Lo mejor? Él conoce a fondo el corazón humano, y si te acercas lo suficiente, podrá abrazarte cálidamente.
¿Qué hacer ante la ruptura?
La respuesta la encontramos en la Biblia, y para nuestra fortuna, es una respuesta universal que aplica a todas las situaciones de la vida: ”Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios”, 1 Corintios 10:31
Lo mejor siempre está por venir. No pierdas nunca la esperanza. Jesús nos pidió sufrir con Él y por Él, para ayudar a muchos pecadores a conocerlo. Esta es una ocasión que puedes dedicar a ello.
Además, ten por seguro que Dios utilizará tu dolor -si se lo entregas- de las maneras mas insospechadas, y enriquecerá la vida de muchos con tu generosidad.
Él te permite elegir, pero nunca te abandona
Tú sabes que Dios no es intervencionista. Te ha dado la libertad, y respeta cada decisión que tomes. Lo que nunca deja de hacer, es colocar sus manos debajo de nosotros para evitar que caigamos.
Definitivamente, en tu relación ha sucedido algo que ha hecho que se rompa.
Es siempre enriquecedor analizar la situación vivida. ¿Por qué factor relacionado contigo pudo deberse la ruptura? Hacer eso te permitirá saber en qué áreas puedes concentrarte para crecer humanamente, además de fomentar la oración al máximo.
Se requiere valentía para hacer este análisis, pues el dolor y la carga a veces nos impiden mirar a fondo la herida.
Procura sanar tú
Si puedes, acércate a quienes te ayuden a sanar tu corazón, tu afectividad y tu autoestima. Este “apapacho” es muy importante para volver a estar de pie.
Podrías ir con un psicólogo, un terapeuta de parejas o incluso con un pastor o sacerdote con experiencia en trabajo con familias.
Aprenderás a amar más y mejor
Si has experimentado el enamoramiento y luego el amor maduro, comprenderás que hay diversos tipos de amor. El más sublime es el que ama sin esperar nada a cambio, como indica el mandamiento del amor: Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo.
Conforme vaya sanando tu alma, procura amar a tu pareja que ha decidido separarse de ti como Dios la ama.
Es un proceso difícil, pero como dice el Evangelio de Lucas:
“¿Qué mérito tienen ustedes al amar a quienes los aman? Aún los pecadores lo hacen así. ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Aún los pecadores actúan así. Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados. Sean compasivos, así como su Padre es compasivo” (Lc 6, 32-36).
Dejar atrás los juicios te hará libre
No vas a creerlo, pero orar para aprender a amar a quien te ha herido es sanador. Nos permite quitar el lugar al rencor, y evitar los juicios.
También nosotros hemos pecado muchas veces; y si Jesús, que dio su vida por ti y por mí, nos perdona cada vez que vamos a Él con el corazón arrepentido, ¿no debemos hacer lo mismo?
Cada persona actuamos condicionados por nuestra forma de ser, experiencias pasadas o heridas. Tal vez si tú estuvieras en el lugar de tu pareja, habrías hecho lo mismo. ¿Lo habías pensado?
Esto no es justificar la actuación de quien te ha herido, sino aprender a mirar los hechos, sin juzgar y sin que sientas mas dolor.
Mientras haya vida, hay esperanza
En el Evangelio de Mateo, leemos una cita llena de esperanza: “No quebrará la caña cascada, ni apagará la mecha que humea, hasta que lleve a la victoria la justicia” (Mt 12:20).
¿Quiénes somos nosotros para conocer lo que sucederá mañana?
Tu vida no termina porque vivas una separación matrimonial. Confía en Dios, y acomete valientemente los días que te quedan con alegría y serenidad. Cada día es una bella oportunidad de ser feliz, de buscar tu plenitud.
No te atormentes, serás feliz de nuevo, solo ten paciencia y sigue avanzando. Recuerda otra hermosa cita: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán; cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará” (Is 43: 2).