¿Por qué mi esposo NO puede ser mi mejor amigo?
Iniciar la vida del matrimonio implica cambios y ajustes en la relación. Aquí tres cosas que tienes que hacer para que tu esposo siempre sea tu amigo.
Elitania Teresa Ruvalcaba Blancas
En tu vida existen personas importantes, cada una en su espacio y momento tienen su lugar, desempeñan un rol y se diferencian de todos los demás. Eres hija, eres hermana, eres madre y eres esposa y en cada uno de estos papeles, no lo dudo, te enfocas en dar lo mejor de ti.
Por ejemplo, en tu rol de hija habrás querido ser siempre un orgullo para tus padres; como hermana, te habrás enfocado en dar un buen ejemplo y seguir el de tus hermanos; como madre, aprendiste a tener en tus manos la más grande responsabilidad, y ¿cómo esposa? Como cónyuge te ha tocado desempeñar tu lado multifacético para lograr la estabilidad económica, personal, profesional y la más complicada de todas, la sentimental.
Vivir en pareja, en principio, conlleva un cambio radical en tu existencia. Vives una transformación de aquello que tal vez idealizaste como la aventura de tu vida para dar paso hacia la realidad, donde lo cotidiano se convierte en una lucha diaria por salvar aquellos obstáculos que se van presentando; retos que, sin duda, con amor y paciencia podrás vencer.
Tu esposo, el hombre que elegiste, a estas alturas también ha vivido el trance de adaptación, y ambos han experimentado una nueva etapa en su relación, una más de muchas que vendrán. Por muy radicales que sean los cambios y a pesar de que sientas que aquel que era tu mejor amigo ha cambiado por completo, ten presente que la época de ser amigos y enamorados ahora se complementa con otras situaciones:
La organización del hogar y reestructuración de hábitos
Cuando comenzaste a tener noción de las cosas en tu casa paterna, ya había un orden establecido, ya existían reglas, normas y costumbres que fuiste aprendiendo conforme crecías. En el caso de tu hogar, que compartes ahora con tu esposo, por principio de cuentas hay que ponerse de acuerdo sobre cómo se va a organizar todo: la disposición de los muebles, los días dedicados a la limpieza y cómo se compartirán los deberes; ahora la responsabilidad del mantenimiento del hogar será de los dos. Nunca hay que llegar al punto en que uno de los dos funja como patrón y el otro como sirviente.
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Administración de las entradas económicas
Es muy común que se susciten roces por cuestiones económicas. Lo recomendable es hacer un plan de administración de gastos, elaborar una lista de aquello que se tiene que solventar de la casa: transporte, vestido, alimentación, educación, lo que se pretende ahorrar y de vez en cuando destinar parte del sueldo a vacaciones y entretenimiento. En este rubro, es muy importante dejar en claro cuáles son las prioridades de pago, de este modo evitarán pleitos y presiones que te distancien de tu pareja por lo económico.
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Mantener la comunicación siempre y en todo lugar
Un punto básico e indispensable será siempre mantener una comunicación estrecha y cordial; la convivencia, el erróneo manejo de información y las situaciones imprevistas pueden romper ese canal de comunicación y provocar un distanciamiento con la pareja. Ante todo, y pese a todo, hay que hablar las cosas en su momento. Cuando expresen mutuamente lo que les desagrada y pongan manos a la obra para cambiarlo se sentirán mucho mejor. No olvides que si es importante expresar cuando algo te desagrada, es mucho más importante hacer lo mismo cuando hay algo con lo que estás feliz y conforme.
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Nadie dijo que la vida en pareja fuera fácil, porque presenta muchos retos, satisfacciones y en ocasiones decepciones; habrá situaciones que te hagan sentir que quien fuera tu mejor amigo ahora es un desconocido por sus nuevas actitudes. Recuerda que la vida marital implica pasar por muchas etapas, fases que una a una les dejarán en pareja grandes enseñanzas.