¿Puedo cambiar mi destino?

Juan Ángel Escobar es un hombre que ha luchado día tras día para salir adelante. Dejó las pandillas para prepararse como luchador olímpico, aunque atravesó etapas realmente difíciles. Conoce su historia.

Arturo Leonardo

Juan Ángel Escobar es un hombre que ha luchado día tras día para salir adelante. Dejó las pandillas callejeras y se preparó como luchador olímpico. Hubo momentos difíciles, pero nunca perdió de vista su objetivo.Nació en Aguascalientes –centro de México–, pero a los tres años su madre lo llevó a vivir a la ciudad de Monterrey, en el norte mexicano. Creció en un barrio muy peligroso, con pandillas y drogadictos, en el que quería ser “el más ratero” de todos.

Recién había llegado a la adolescencia cuando Escobar se topó de frente con la muerte. “A los trece años me dieron once puñaladas con un pico de botella. Eso me hizo pensar sobre qué iba a pasar con mi vida, qué si de pronto acababa muerto y perder todo”. Tras el hecho se vio obligado a pasar una semana hospitalizado. En esos días evaluó qué estaba haciendo con su vida, por qué a tan corta edad ya tenía amplia experiencia en peleas callejeras. Decidió entonces canalizar su ira y fortaleza en una actividad deportiva, y se inclinó por la lucha grecorromana; dicho sea de paso, a sus rivales no les gusta enfrentarlo.

“Soy una persona pacífica ahora –dice–. Al entrar a la lucha empecé a estabilizar mis sentimientos, porque tuve una infancia difícil, en la que tenía que correr por las calles, defenderme, pelear con quien se me pusiera enfrente, y no me importaba. Ahora soy un guerrero, pero consciente. Uso mi energía y dejo mis frustraciones en el deporte, porque pelear por pelear no lleva a nada bueno y no puedes dar ese ejemplo a los niños”.

Escobar jamás olvidará el año 2007 –y no porque por fin se hayan acordado de su cumpleaños–, porque durante su participación en la Olimpiada Nacional fue expulsado por “rudeza innecesaria”; posteriormente, su rodilla sufrió una complicada lesión. Ante tal panorama, las becas que tenía le fueron retiradas, y no pudo asistir a los Juegos Olímpicos de Beijing; por si esto fuera poco, sufrió un accidente automovilístico.

“Fueron momentos difíciles, tuve un accidente en automóvil, debía 40 mil pesos, que si no pagaba en tres meses acabaría en la cárcel. Mi hermana entonces me convenció para convertirme en un bailarín, y me fue muy bien, además de que hacía cosas diferentes. Tuve mucho éxito, y eso me ayudó a salir del problema; pero ese tipo de dinero no me gustó”.

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Sus amigos le decían que era un cobarde por haber dejado la lucha e irse por el dinero “fácil”. Juan Ángel decidió regresar, y en los Juegos Panamericanos de 2011 en Guadalajara obtuvo la medalla de bronce en la categoría de los 74 kilogramos de lucha grecorromana, tras imponerse a un colombiano con su mismo apellido, José Escobar.

“El Vale”, como también es conocido Escobar, ha ganado ya seis medallas de oro y una de plata en la Olimpiada Nacional; ha sido medallista de bronce en Juegos Panamericanos y obtuvo el quinto lugar en el Torneo Internacional de Lucha Olímpica, en Nueva York. Escobar espera cumplir su sueño de participar en unos Juegos Olímpicos. Sin embargo, habrá que esperar hasta el año 2020, porque en esa justa olímpica la lucha grecorromana regresará al programa oficial de los juegos.

¿Qué podemos aprender de la historia de Juan Ángel? ¿Qué aplicar de su historia de vida en nuestra historia personal y en el núcleo familiar? Todos, por principio de cuentas, tenemos la oportunidad de cambiar nuestro aparente destino y el de los nuestros, solo hace falta decisión y aprender unos cuantos pasos de baile, no obstante que tengamos “dos pies izquierdos”.

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Arturo Leonardo

Comunicador fanático de sus hijos a quienes les relata día a día sus aventuras de música y deportes, gusta de leer lo que se cruce en su camino, piensa que el acto más revolucionario que puede existir es el de reír.