¿Qué hacer si sabemos de un caso de violencia intrafamiliar?
Existen síntomas que pueden ser un llamado de auxilio para personas cercanas a una víctima de violencia intrafamiliar. A fin de que puedas identificarlos, en este artículo menciono algunos de ellos.
Camila Ignacia Gómez González
Lamentablemente la violencia intrafamiliar o doméstica es una realidad con la que convivimos como sociedad todos los días, y en algunos casos incluso tiene como consecuencia la muerte de su víctima.
Tristemente estos hechos están lejos de ser aislados. Sin embargo, muchas personas parecen desconocer que esta realidad no distingue clase social, sexo o religión y que al igual que cualquier enfermedad, presenta cierta sintomatología por parte de la persona que es sometida a algún tipo de abuso físico, emocional, sexual o económico. Es por esta razón que muchas organizaciones a nivel mundial están organizando campañas en contra de la violencia intrafamiliar. Ante esta realidad no podemos quedarnos fuera, por lo que hemos preparado un listado de síntomas o llamados de alerta a los que debemos como sociedad estar atentos:
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Víctimas silenciosas. Lo primero que debe saber es que muchas personas que son víctimas de la violencia se sienten culpables de ello y por tanto, sienten vergüenza de contarlo, sin embargo en muchos casos es posible evidenciar a nivel físico: heridas, huellas de golpes, hematomas, etc., y al preguntarles por estos detalles, suelen contar una historia que discrepa con la realidad de las lesiones.
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Comportamiento errático. También se puede notar a nivel psicológico, que quienes la sufren presentan estrés, ansiedad, angustia, confusión, depresión y/o agitación.
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Aislamiento social. Como consecuencia de los síntomas ya mencionados, comienzan a dejar de frecuentar a su círculo social, se aíslan y tienen poca o nula presencia en actividades familiares en las que antes participaban activamente. Esto se da porque la dinámica entre el abusador y la víctima tiene mecanismos para su perpetuación, llegando incluso a justificar la violencia por ambas partes. Este es el principal motivo del por qué los familiares, amigos y muchas veces hasta la propia víctima, no son capaces de diagnosticar ni percibir la violencia.
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Miradas evasivas. Las víctimas al conversar evitan el contacto visual, se sobresaltan al menor ruido, miran inquietas la puerta y presentan reticencia a responder preguntas personales o que involucren a su pareja o agresor, ya que esto puede dejarlos en evidencia de la situación a la que se enfrentan. En la mayoría de los casos las víctimas nunca se encuentran solas, los agresores siempre buscan la forma de estar presente en las interacciones y conversaciones que puedan mantener con su entorno. Incluso pueden llegar a prohibir a su víctima que trabaje, que salga a hacer cosas cotidianas como comprar o que mantenga conversaciones telefónicas.
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Decaimiento de la salud. Además comienzan a presentar quejas acerca de su salud. Dicen tener migrañas frecuentes, en mujeres existen abortos espontáneos, padecen de insomnio y también comienzan a presentar disfunciones sexuales, derivadas del estrés post traumático.
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Depresión. Se muestran tristes, decaídos y parecen no tener ningún motivo de alegría.
Si luego de leer este artículo usted descubre que hay alguien cercano viviendo violencia doméstica, le recomendamos que cree un ambiente relajado y neutro donde poder conversar relajadamente con la persona, puede utilizar preguntas que la víctima no sienta invasivas, como por ejemplo: ¿cómo van las cosas con su familia?, ¿tiene algún problema con su esposo o sus hijos?, su marido ¿controla sus salidas o dinero? Si las respuestas son afirmativas, usted no debe juzgar a la víctima por haber vivido en silencio este proceso. Por el contrario, debe comprender y explicar que no existen soluciones inmediatas para la situación que enfrenta, pero que en cada país existen organismos dedicados a respaldar los derechos de las personas y que pueden entregar el apoyo psicológico para lograr el equilibrio emocional perdido. Y por último debe reforzar la opción de buscar apoyo y romper el silencio como primer paso para liberarse de una relación abusiva, comenzando de esta manera una vida totalmente nueva.