Qué hacer (y no hacer) cuando descubres que tu hijo es el abusivo de la escuela
Nunca nadie ha dicho que criar hijos es fácil, mucho menos si su conducta nos avergüenza o mete en problemas. ¿Qué hacer en estos casos?
Emma E. Sánchez
Imagina que un día la maestra de tu hijo te manda llamar para decirte que tu hijo es el abusivo del grupo, que acosa a sus compañeros de grupo y que su conducta es inaceptable. La mayoría de los padres de familia que reciben esta noticia, no aceptan de inmediato lo que se les está diciendo y adoptan posturas que van desde la negación total del problema, hasta reacciones violentas. Las madres, por otro lado, comienzan a generar sentimientos de ansiedad, miedo o vergüenza, pues imaginan que son juzgadas como malas madres de acuerdo a la conocida frase: los hijos son el espejo de los padres. Si acaso tú te encuentras en una situación como ésta, seguramente te has preguntado: ¿Qué voy a hacer para salir adelante de este nuevo desafío? ¿Cómo puedo ayudar a mi hijo? Déjame compartir contigo un par de reflexiones, antes de seguir adelante:
1. No eres una mala madre
Existen muchas razones por las cuales un padre o una madre no pueden estar al pendiente todo el tiempo de la conducta de sus hijos y no todas esas razones se deben a que sean padres violentos o irresponsables. Tú sola o con tu esposo y familia, deben analizar su propio caso de manera honesta y entonces tomar las medidas necesarias.
No aceptes ni creas los comentarios negativos hacia tu persona, es tu deber y privilegio educar a tus hijos y si hay algo en tu corazón que te dice que estás haciendo algo mal, infórmate. Busca ayuda de algún profesional y toma las riendas de tu vida y de la formación de tus hijos, porque nadie lo va a hacer por ti.
2. Los chicos son como las monedas: tienen dos caras
Generalmente, los hijos tienen una cara en la casa y otra en la escuela, ¡en verdad! No debes sentirte mal o culpable por no conocer todos los detalles de la vida de tu hijo. Escucha lo que te dice el maestro, la trabajadora social, los compañeros; no te niegues a creer que tu hijo es capaz de hacer algo así. Una vez que lo hayas hecho, lo más importante es platicar con tu hijo y escuchar lo que tiene que decirte, inclusive su silencio.
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3. Cómo enfrentar la situación en la escuela
Después de haber hablado con las personas correspondientes y teniendo clara la situación, comienza con una actitud positiva considerando lo siguiente:
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Te están avisando a tiempo de una situación seria que, si la atiendes, nunca llegará a ser trágica.
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Haz un compromiso con el maestro para garantizar que atenderás la problemática de tu hijo, que sus compañeros estarán seguros y que sus padres pueden tener la confianza que sus hijos estarán bien.
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Pide su ayuda y apoyo para que tu hijo continúe siendo tratado con respeto y que se evite cualquier maltrato, etiqueta o abuso hacia su persona e integridad.
4. Cómo ayudar a tu hijo
La verdadera recuperación inicia cuando tú hablas con tu hijo de lo que está sucediendo y lo confrontas con la información que estás recibiendo acerca de su conducta. Llegado este momento, te recomiendo que consideres lo siguiente:
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Escucha su versión de los hechos.
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Si detectas mentiras, hazle saber que tú sabes la verdad y que no hay nada que ocultar, que confiarás en él siempre y cuando sea honesto al aceptar y asumir con responsabilidad lo que ha hecho. Para quien está siendo acusado, es muy importante que no se le imputen cosas que no hizo; si es el caso, aclara con el maestro los hechos por los cuales tu hijo se hace responsable.
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A veces los chicos no comprenden del todo el daño que provocan hasta que alguien de su propia familia o ellos mismos reciben las mismas agresiones. Tal vez en casa puedes hacer un “juego de roles” o plantear una situación en la que él pueda verse a sí mismo como el agredido y reconocerse haciendo lo incorrecto.
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Ten presente que hablar de esto puede llegar a tomar tiempo. Conozco el caso de una mamá que, en esta situación, pidió dos días de permiso en su trabajo para platicar con su hijo en casa, quien tampoco fue a la escuela durante ese tiempo. Juntos propiciaron momentos para escucharse y entender el porqué de la violencia y la ira en su hijo. Hubo muchas lágrimas de la madre, gritos del hijo y todavía más abrazos y palabras amables, disculpas y metas para poder superar la situación.
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Si crees que no puedes manejar esta problemática, que se sale de tus manos y no sabes qué otra cosa hacer, buscar el apoyo de un psicólogo, un trabajador social o un ministro religioso, puede ser de gran ayuda. Lo importante es hacer algo, no te quedes quieta.
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5. Lo que nunca debes hacer
Por más desesperada, frustrada o enojada que te sientas, nunca llegues a los golpes, castigos o amenazas hacia tu hijo. Tampoco busques un culpable o compares a tu hijo con otros niños. Reflexiona: si en tu manera de educar incluyes este tipo de cosas, tal vez ya diste con la razón de la problemática de tu hijo.
Un último consejo para ti: La Fe. Tu hijo es bueno, va a salir adelante y tú eres la madre que él necesita. Créelo por favor, ten fe que todo saldrá bien si te empeñas en creerlo y trabajas para hacerlo realidad.