Que las pataletas de tu hijo no se conviertan en un problema de por vida

Las rabietas de nuestros hijos son su forma de expresión cuando las palabras no son suficientes; debemos saber “escucharlas” y tratarlas con el mayor cuidado posible. Breve artículo para aprender a manejar las rabietas de los chicos.

Diana Brante Morales

Mi hijo hace berrinches cada vez que recibe un NO por respuesta. El otro día quería ver una película, pero ya había pasado su hora de dormir. ¡Y lloraba como si lo estuvieran golpeando! Se tiró al suelo, desordenó sus juguetes, gritó: “No es justo”. Me acerqué a él y le dije, “Ya es de noche, mañana será otro día. ¿Qué te parece si ahora te vas a acostar y te cuento una historia para dormir?”. Estaba dudoso, pero con abrazos y caricias logré convencerlo.

Pataleta (rabieta, berrinche) es toda aquella situación en la que los niños lloran, gritan, patalean, golpean o se golpean para expresar rabia o una frustración no controlada. Las rabietas de nuestros hijos son su forma de expresión cuando las palabras no son suficientes; debemos saber “escucharlas” y tratarlas con el mayor cuidado posible.

Normalmente pensamos que los berrinches de los hijos son para llamar nuestra atención. Cuántas veces no hemos escuchado la frase, “No le prestes atención, y se le pasará”. Sin embargo, distintos estudios psicológicos confirman todo lo contrario. Como adultos somos el ejemplo a seguir de nuestros hijos, por lo que debemos tener claridad sobre los pasos a seguir para ayudarlos a tranquilizarse:

Para que se sientan comprendidos, debemos empatizar con ellos

Ponernos a su altura y mirarlos de frente los hace sentir escuchados. Indicarles que sí comprendemos la situación, con palabras sencillas, les calmará poco a poco el enojo. Es muy importante que el lenguaje que utilicemos sea simple, fácil de comprender, ya que al estar enojados nuestro cerebro procesa con mayor dificultad.

Controlar el volumen y el tono de voz

Si con nuestra voz transmitimos tranquilidad, seguridad y serenidad, resultará más sencillo que nuestro hijo reciba esas sensaciones. Al escuchar gritos o aumento en el volumen al hablarles los niños se atemorizan y se cierran a nuestros consejos.

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A través del contacto físico generamos seguridad

Los abrazos, las caricias o tomarle la mano son demostraciones de afecto que le ayudan a comprender que es amado, que no está solo.

Crear otras opciones

Los berrinches comienzan cuando reciben un NO por respuesta, o bien al no ser capaces de lograr algún objetivo. Generamos alternativas al cambiarlo por uno más simple, o brindando una opción para la situación en que han recibido el NO; por ejemplo, si tu hija quiere una muñeca de un costo alto, muéstrale las cualidades de una de menor valor; si tu hijo no logra hacer goles en sus partidos de futbol, celébrale sus buenas jugadas.

Con pequeños cambios en nuestras actitudes podemos generar grandes cambios en el futuro de nuestros hijos. Antiguamente, cuando el niño hacía una rabieta, lo enviaban a su habitación, lo dejaban unos momentos a solas, o bien, directo a la ducha con agua fría; todas estas medidas generaban aún más enojo en los pequeños. Especialistas en el tema han demostrado que a través del entendimiento de las situaciones, del afecto demostrado y del apego de los padres con sus hijos, el tiempo de reacción y las actitudes a corto y mediano plazos mejoran notoriamente.

Las pataletas son muy frecuentes en niños de dos a tres años, quienes buscan autonomía e independencia de sus padres, pero aún no saben expresar sus emociones. Estas situaciones se ven en mayor abundancia con sus padres y personas más cercanas, ya que buscan conocer los límites y reglas que se les han impuesto. A partir de los cuatro años deberían comenzar a disminuir, mas dependerá del trato que le hayamos dado previamente el que desaparezcan o se transformen en un problema de por vida.

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Diana Brante Morales

Me gusta comenzar cada día como un nuevo día, darme la oportunidad de ser feliz y sonreír por las cosas básicas. Dar sin esperar nada a cambio. Siempre sorprenderme.