Querida suegra, gracias por criar un hombre maravilloso
Cuando un hombre trata a una mujer como una princesa, demuestra que fue educado por una reina.
Fernanda Gonzalez Casafús
No me cansaré de decirlo, tuve la mejor suegra que una mujer podría tener. Tuve la dicha de conocerla en mi adolescencia. Su cara de pocos amigos apenas me vio por primera vez abrazada a su hijo, contrastaba con la bondad que había en su corazón, algo que dejaba verse a simple vista cuando entablabas una conversación con ella. Y no exagero, quienes la conocen, saben que no miento.
Para una mujer, tener una suegra amorosa y respetuosa equivale a tener una incalculable riqueza. La mía, fue como una segunda madre. Aún recuerdo sus consejos, sus caricias en mi mano cuando me veía triste, y su esfuerzo por ayudarme a progresar en mi carrera y mi vida en general.
Cuando una enfermedad terminal acabó con su vida, el corazón se me hizo pedazos, y aún no supero el hecho de que mis hijos no la hayan tenido de abuela. Mi hija mayor nació el mismo día de su cumpleaños, y sé que no es una mera casualidad, sino el mismo destino hablando por sí solo.
En los ojos de mi esposo la veo a ella
Su mirada dulce y serena, su voz cálida y segura, resuenan en mi mente cada día. Cuando veo a mi esposo a los ojos, veo a aquella mujer de temperamento alegre y entusiasta, pero exigente y atrevida cuando la situación lo requería.
Dicen que cuando un hombre trata a una mujer como una princesa es porque ha sido educado por una reina. Tú, querida suegra, has honrado tu presencia en la educación de tus hijos varones, pues ambos son amables, respetuosos y dadivosos con sus mujeres. Tú tenías bien en claro que las madres que educan a sus hijos varones en el respeto y el amor hacia las mujeres, están aportando un gran beneficio para toda la sociedad.
Gracias “mamá”
Gracias, porque en ti he encontrado una segunda madre que me ha dado la vida. Gracias por tus consejos, tus miradas profundas, tus palabras de aliento y tu comprensión hacia mis impulsos de la juventud.
Pero sobre todo, gracias por haberme abierto los brazos y las puertas de tu hogar, haciendo que me sienta como una más de la familia. No tenías que hacerlo, pero me llevaste de vacaciones con ustedes. No era tu obligación, pero me pagaste el curso de inglés que tanto me gustaba. Y no era tu deber, pero me aconsejaste de corazón a corazón.
A la distancia, valoro mucho las tardes de domingo en que íbamos en familia a la Iglesia. Tú, una mujer muy creyente y fiel a Dios, me enseñaste en pocos años sobre el poder de la Fe, más de lo que pude aprender en toda mi vida.
Gracias, porque aún estando ya enferma, jamás dejaste de esbozar una sonrisa. Ponías tu alma noble y tu corazón generoso en cada gesto, para que nadie sintiera tu dolor, para mostrar fortaleza, aunque te desarmaras por dentro.
Tu hijo, tu orgullo
Dicen que para conocer realmente a un hombre, hay que conocer primero a su madre. Muchos dicen que tu hijo se parece a ti. Y no me caben dudas. Él es sensible y encantador como tú. Él agrada a las personas a primera vista, tal como tú solías hacerlo.
De ti él aprendió a ser afectuoso, a valorar la vida en familia, a apoyarse en Dios en cada situación difícil de la vida, y a brindarse a quienes aman.
Gracias, querida suegra, por criar un hijo maravilloso. En él veo mucho de ti, y veo el amor que te profesa en cada paso, aunque ya no estés presente. Eso me llena de orgullo, pues cuando un hombre habla bien de su madre, y la honra, sabrá respetar y honrar a todas las mujeres en su vida.
Detrás de un hombre maravilloso, hay una madre increíble
Cuando te encuentras en la vida con hombres sensibles, respetuosos, educados y compasivos seguramente quieres conocer inmediatamente a su madre. Entonces, luego lo comprendes todo.
Detrás de un hombre maravilloso, hay una madre que ha sido increíble. Por lo tanto, si tienes un hombre maravilloso a tu lado seguramente tengas una suegra de oro. A veces, nos cuesta ver que sea así al principio, porque nuestro foco está puesto en no perder la batalla por ese hombre que aman las dos. Aunque a veces cueste ver que en verdad, no debería existir tal batalla.
Dejemos de lado la creencia popular de que las suegras son las malas de la película. ¿Qué hacemos nosotras, las nueras, para revertir esa presunción? Como mujeres, debemos unirnos en el amor, buscando la forma de limar cualquier aspereza que hubiera, para lograr una convivencia plena y pacífica.
Tu suegra puede ser tu amiga
Si con tu suegra no tienes la mejor relación, puedes ser tú quien dé el primer paso hacia un vínculo más armonioso. Conversa con ella, sé gentil y jamás le pierdas el respeto. Y si hay algo que está interfiriendo en la relación de pareja, conversa primero con tu esposo.
Las suegras son segundas madres, y de ellas podemos aprender mucho. Estarán presentes en cada momento feliz de la vida de tu familia, y se merecen todo nuestro apoyo y respeto.