¿Quieres destruir (para siempre) la autoestima de tus hijos? Apréndete y practica estas 9 lecciones
Aunque no lo creas, hay madres que están haciendo esto cada día con sus hijos. ¿Eres una de ellas? Descúbrelo leyendo este artículo.
Emma E. Sánchez
La forma en la que fuimos educados, la infancia que vivimos, nuestras propias carencias afectivas, los traumas, la inconciencia, la ignorancia, la maldad o hasta crueldad de la que somos capaces… Son muchas las razones o del porqué algunos padres y madres, aunque no lo creas, destruyen y lastiman a sus hijos, consciente o inconscientemente.
La formación y consolidación de la autoestima si bien es una hechura que cada quien, poco a poco, va “construyendo” por y para sí mismo, los padres, maestros y otros adultos favorecemos el entorno y las condiciones para que este proceso se dé la mejor manera posible o, por el contrario, lo entorpecemos y afectamos negativamente.
Verifica tu propia situación -respecto a tu persona o en lo tocante a tus hijos- a través de un análisis de las siguientes 9 lecciones:
1. No le digas que lo quieres
Deja que pasen los días, las noches, las semanas, los meses y los años sin darle una caricia ni decirle que lo amas; deja que crezca sin el conocimiento de saberse amado, querido y especial para ti. Ya verás el esperpento humano que vas a crear.
2. Dile que te avergüenzas de él
Que es feo, que se parece a quien más mal te cae de la familia y que es totalmente inadecuado para afrontar cualquier situación. Regáñalo después de los festivales de la escuela por su pobre desempeño, avergüénzalo frente a sus amigos y hazle saber que nunca podrá ser lo que tú esperabas.
3. Échale en cara lo difícil que es mantenerlo, tratarlo y cuidarlo
Dile una y otra vez cuánto gastas en él y de las muchas cosas buenas y mejores que dejas de hacer por su culpa. Dile sin cesar que es un problema y una carga.
4. Repite sus defectos una y otra vez…
…Ya sean físicos, de carácter o de cualquier otra índole, y si puedes, búrlate de él bajo el falso argumento de que todos lo hacen y que deberá acostumbrarse a tal vida y consideración. De algún modo, él entenderá que eso merece y que no podrá aspirar a un trato mejor.
5. Recuérdale sus interminables errores
Si hace un mes rompió un vaso, ¡no permitas que lo olvide! Recuérdaselo cada día y acumula una tras otras sus faltas y cuando cometa una nueva, saca toda la interminable lista y recítala ante sus ojos. Que sepa que no lo pierdes de vista y, más aún, que vigilas cada uno de sus pasos para reprochárselos llegado el momento.
6. Compáralo, dile que es incapaz y que no puede aunque se esfuerce
Es más, dile que ni lo intente, porque de todas maneras no lo conseguirá. Cada vez que veas a otro niño, compáralo con él y hazle notar cómo el otro es mejor, superior, más guapo, más inteligente y que a ese niño sí te gustaría tenerlo como hijo.
7. No pongas metas ni aspiraciones en su vida
No le hables de sueños, ni pongas tu esperanza en él, y díselo. Repítele incansablemente que no puede, que no es capaz, que no lo intente, que no lo apoyas y bajo ninguna circunstancia lo animes a que haga algo. Que es un imposibilitado mental, y entonces no tiene caso que lo alientes.
8. Dile con claridad y frecuencia que todos los días te decepciona
Díselo con palabras y con miradas descalificativas. No sonrías, ni le aplaudas sus logros porque un día de éstos no lo logrará y te decepcionará y, por lo tanto, sufrirás mucho tú.
Dile que puedo haberlo hecho mejor, que lo haces por su bien, que eres claro y no le mientes, que así son las cosas y que, en todo caso, lo haces por su propio bien.
9. La que nunca falla: no querías que naciera
No hay nada que destruya más a un niño que saberse no querido ni deseado. NO necesitas usar muchas palabras, solo recházalo a cada momento.
Imposible creer que alguien haga todo esto. Son muchos los padres que, valiéndose de este tipo de discurso poco a poco destruyen no sólo la autoestima de su hijo, sino que acaban con su carácter, voluntad y todo rastro de amor propio.
Nada más ten presente que destruir al niño de esta manera es cruel, abusiva y el precio de tu atrevimiento, tarde o temprano, lo tendrás que pagar, y con altos intereses.