¿Recuerdas tu primer amor?
Cuando cupido dispara su flecha no hay quien pueda ignorarla ¿aún recuerdas tu primer amor?
Diana Brante Morales
Los días viernes, al salir del trabajo, me apresuro a buscar a María Ignacia al jardín de niños para ir a apoyar la clase de matemáticas en el colegio de Gabriel. Son 16 niños que nos reciben con una sonrisa y coreando “Bue-nas tar-des ma-má de Ga-briel e Ig-na-cia”, pidiendo a cambio sólo un poco de atención y apoyo para responder sus consultas.
El primer amor platónico
En la última clase uno de los niños estaba escribiendo una carta, cuando lo vi le pregunté si era para su enamorada y se le subieron los colores al rostro. Están en la edad en que ya les gustan las niñas, pero les da vergüenza reconocerlo. Felipe me llamó hacia un lado y me dijo “Tía yo tengo una enamorada secreta”, fue tan lindo sentir esa confianza cuando me contó de su primer amor, una niña que conoció en primero básico, pero que no ha visto en 2 años. “Y desde entonces no he podido sacarla de mi cabeza”.
A sus cortos 8 años de edad ya conoció de cerca el amor; esas mariposas en el estómago cada vez que el ser amado se acerca, pero también ha conocido el desamor porque le ha tocado sufrir al no volver a verla y no poder sacarla de su cabeza, como él dijo. ¿Cuántos de nosotros podemos recordar ese primer flechazo? ¿Qué hacemos cuando a nuestros hijos o hijas les toca sufrir por amor?
La función de los padres cuando los hijos se enamoran
Como padres tenemos la hermosa misión de guiar a nuestros hijos por el camino de la vida, entregándoles las herramientas necesarias para que sean capaces de disfrutarla y sacarle el máximo de provecho. Así también sucede en el ámbito amoroso, nos corresponde ser consejeros, médicos y conspiradores. Enseñarles acerca del amor, de las sensaciones y emociones que se desatan en nuestro interior cuando estamos enamorados, enfocándonos siempre a buscar una relación saludable, donde ambas partes se sientan a gusto, sin lastimarse, incentivándose mutuamente a ser mejores como personas.
Pero no siempre el amor es correspondido, hay veces en que nos toca sufrir. Quizás porque no nos quieren de la forma en que queremos, por la distancia que nos ha separado, como en el caso de Felipe, o porque no hemos sido capaces de demostrar nuestros sentimientos y han decidido tomar otro camino.
Sea cual sea la situación a la que nos veamos enfrentados como padres, siempre debemos ser capaces de rescatar lo positivo y utilizarlo como enseñanza para nuestros hijos, agregando parte de nuestras vivencias personales para ejemplificar de mejor manera el conocimiento que estamos entregando. Puse mi mano sobre la espalda de Felipe, lo miré de frente y le dije dulcemente “Ya llegará otra niña que se quede”, lo despeiné un poco, me sonrió de vuelta, y entendí que al menos por un momento, su pena de amor quedó escondida en un rinconcito de su frágil e inocente corazón.